Búscame en las estrellas (resubiendo)

Capitulo 5: La princesa

De cuando hay un chica tipo Disney y un hermano medio loco.

Volvíamos del almuerzo cuando los ví.

A decir verdad, comenzaba a ser extraño que todo nos ocurriera en la hora de la comida. Debería reorganizar mi horario.

Continuando con lo importante, Zach, Francis y yo vimos cómo un grupo de chicos del tercer año tenía acorralado a otro más pequeño, parecía tener unos trece. Era uno de esos niños que aún no perdían la redondez en las mejillas, y cuyas manos temblaban ante la más mínima presión. A su alrededor, risas burlonas y palabras entrecortadas llegaban a mis oídos como un eco distorsionado.

"Caridad", "nobles", "Empire".

No necesitaba escuchar más. Las piezas se encajaron solas: becas. Se estaban burlando de él por ser uno de los estudiantes becados. Porque claro, qué escándalo que alguien sin linaje antiguo ni fortuna se colara entre las columnas platinadas del Empire –nuestra escuela–.

Francis, a mi lado, quiso avanzar hacia ellos, pero yo negué levemente con la cabeza.

—No nos conviene intervenir. Esperemos un poco.

Era una sugerencia, pero ellos sabían que tenía razón.

Así es como funciona, ¿no? —me dije a mí mismo—. Los poderosos mandan, los demás agachan la cabeza. Así funciona el mundo.

O al menos, eso creía.

En ese momento, alguien más entró en escena.

Ella caminaba tranquila, distraída y mal vestida como siempre, hasta que sus ojos se posaron en la escena. Entonces su expresión se suavizó todavía más –si es que eso era posible– y sin prisa, se acercó al grupo. Y sonrió. Una sonrisa de esas que nunca nadie como yo podría imitar.

Sonreía a pesar de que ellos la miran como si fuera una basura en su zapato.

De la misma forma en que seguramente todos aquí hacemos.

Y entonces, por alguna razón, recordé que ella también es becada.

Lane… Es verdad que su tonito es medio irritante, y su tranquilidad permanente es frustrante… que su mera presencia es molesta pues. Pero como bien dice Diane, personas como ella no tienen la culpa de nacer y vivir sin dinero y poder.

Nadie la tiene.

La verdad es que me había tomado un tiempo de análisis, pero al final concluí que Lane no era un enemigo familiar y simplemente era demasiado observadora y torpe. Extraña también, pero malvada en ningún sentido.

De pronto, lo que están haciendo no está tan justificado.

—¿Qué haces? ¿Estás mirando a los animalitos? Son muy lindos —le dijo Lane al chico, como si no estuvieran en medio de una humillación pública—. ¿Ya viste a las ardillas rojas? Llamé a una Tip, ya sabes, por la película… ¿La has visto? ¿Quieres conocerla?

—Esta sí que está chiflada—se burló uno de los mayores—. Es incluso peor que la cabeza de paja

Ella no lo miró ni se inmutó, pero el niño contrajo la expresión con dolor.

Noté entonces que su cabello era amarillo como… sí. Un fardo de paja. Seca, de hecho.

—Tip viene cuando la llamo— continuó Lane, como si no lo hubiera oído. Y silbó. Cuatro notas simples, como una melodía de cuento.

Y, sorprendentemente, apareció una ardilla proveniente del árbol a un par de metros detrás de ellos. Pequeña, peluda, brillante. Se posó en su rodilla sin miedo, y la observó con lo que casi parecía... una sonrisa.

—Hola, Tip —le dijo Lane con dulzura—. Te presento a un nuevo amigo.

La ardilla movió la cabeza como si entendiera. Y honestamente... para este punto no estaba seguro de que no lo hiciera. Si había logrado identificar una canción para llamarla específicamente, ¿cómo no entendería palabras?

Miré a mis amigos, luego a los chicos que molestaban becados y ambos lados tenían expresiones extrañadas, pero al mismo tiempo rozando el desdén.

—¿Cuál es tu nombre? —le preguntó al chico, que seguía con los ojos húmedos.

—Puedes decirme Ricci— murmuró, con la voz temblando un poco. Miraba de reojo a los que lo molestaban, pero devolvió su vista a Lane inmediatamente, decidiendo que era mejor opción lidiar con la chica que hablaba con animales que con los que hablaban sandeces.

—Encantador— respondió Lane. Le sonrió y luego volvió a la ardilla—. Tip, él es Ricci. Ricci, ella es Tip. ¿No crees que es encantador?

La ardilla saltó con ligereza y se acomodó en la rodilla del chico. Ricci se sobresaltó, pero no se apartó. Quizá por la sorpresa. Lane tomó su mano y lo hizo extenderla para acariciarle a la ardilla el dorso de su cuerpo.

—Y habla con los animales... ¿Qué te crees? ¿Una princesa de Disney?

—Interrumpir conversaciones es de mala educación— los reprendió con suavidad, como si tratara de hacer entrar en razón a un niño berrinchudo.

Nada en su expresión demuestra que le haya afectado, o que… siquiera haya entendido lo que dijeron.

—¿Cuántos años tienes?

—Catorce.




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