Buscando a Noah © Gay/homosexual

Capítulo 7: El Origen

– Noah, no tienes que fingir, sé que sabes lo que somos. –

Matteo era demasiado perceptivo, ¿por qué? Si sólo se hubiera quedado como una persona normal dentro de mi vida, hubiera estado feliz, pero incluso si el hubiera fingido no ser un hombre lobo, yo ya estaba consciente de lo que él y su familia completa eran. – Bienvenido a la familia, cuñadito. – Susurró cerca de mi colocando su brazo alrededor de mi cuello. Nos encaminamos hasta el aula, clase de física, como la detestaba, esa materia hacia que diera vueltas alrededor del tiempo.

De cierta forma, Matteo me agradaba, pero era solo eso, estaba destinado a ser amistad, - Buenos días, jóvenes, el Sr. Cortado no podrá estar aquí durante un tiempo indeterminado. – Irrumpió el adulto desconocido entrando por la puerta, miro alrededor de todos y se detuvo cuando nuestras miradas se encontraron, algo pareció descolocarlo, sin embargo, luego de eso él continuo. – estaré aquí reemplazando a su maestro de física, mi nombre es Carlone O’Connor y para mi será un gusto acompañarlos, soy nuevo en la ciudad así que por favor ténganme paciencia. – finalizó el hombre.

¿Por qué cuando nuestros ojos se miraron sentí un escalofrío? No sabía si quiera, si eso era un buen presagio o si solamente era producto de mi imaginación loca. - ¿Tienen preguntas? – Indagó el maestro, - ¿De qué país viene? – comentó uno de los lamebotas que estaba situado en frente. – Soy ruso, pequeño preguntón. – comento con una sonrisa de lado el maestro, de seguro eran imaginaciones mías, su voz era masculina y como un arrullo aquel hombre tenía la voz suave y me agradaba el hecho de que tal vez se convierta en alguien en quien puedo confiar, no solo porque sea ruso igual que yo, si no más bien porque podría identificarme con él de alguna manera. Pude ver que no era tan viejo el parecía tener encima unos treinta y cuatro años, no se lo preguntaría, pero había algo en él que me descolocaba, como si algo le faltará y aunque su mirada era muy fría sus palabras eran muy cálidas.

Sus ojos eran claros, como los míos, pero había una notable diferencia, los suyos parecían como si hubieran querido quitarle el color a una pintura, si, eran azules pero muy opacos, carecían de alegría, ¿qué habría hecho que un hombre como él perdiera algo tan importante? – Noah, mantente lejos de ese tipo. – Señaló Matteo alejándome de mis pensamientos, voltee a ver su rostro, de seguro el estaba bromeando y lo siguiente que vendría sería una tontería, pero jamás vi su rostro menos amigable que en ese momento, Matteo hablaba en serio. - ¿P-por qué? – Balbuceé bajito, él solamente agarro mi mano y su rostro cambio de uno serio al que siempre usaba para molestarme. - ¿Quieres que tu novio se enteré que le has echado el ojo al nuevo maestro? – dijo burlándose de mí.

 - ¡¡B-Bruno no es mi novio!! – Asalté golpeando las manos contra el pupitre y parándome de golpe. Toda la clase se volteo a mirarme y a mi rostro se asomo el color propio de la vergüenza, - ¿sucede algo jovencito? – comento el maestro O’Connor ante mi intromisión. – y-yo so-solo, discúlpeme. – dije avergonzado ante la mirada de Matteo quien tenía una sonrisa de oreja a oreja después de haberme fastidiado. El maestro miro la hora en su reloj muñequero, miro alrededor del salón y espeto – chicos, creo que es todo por hoy, se que no ha terminado el tiempo de la clase, pero es mi primer día aquí y de verdad tengo algunos asuntos que atender. – todos salieron como Rayo McQueen del salón, mientras Matteo me ayudaba a recoger mis cosas para acompañarme, teníamos una hora libre, quizás podría encontrarme con Bruno y luego me regañe por estar pensando en él.

El maestro no nos quito la mirada encima ni un solo segundo.

– Noah, no eres muy bueno en física ¿verdad? – dijo el Sr. O’Connor.

– A-algo así… - dije muy tímido, no quería ser irrespetuoso con él.

– No estabas concentrado en clase, es por eso que pregunto. -  continuó el maestro.

– Noah, tenemos que irnos, prometiste acompañarme a la biblioteca. – Matteo afirmo su agarre en mi mano, él se veía amenazante y volvía a sentirme de la misma manera, sabía algo sobre los lobos, eran sobreprotectores de manera muy salvaje, entonces a mi mente vinieron muchas posibilidades, entre ellas, la idea de que Matteo podría descuartizar a nuestro maestro de física y ante aquel ambiente siniestro, quise romper el hielo para bien. – Es cierto, vamos Matteo, hasta luego señor O’Connor. – dije zarandeando mi mano de lado a lado, escuché un gruñido por parte de Matteo y mediante fuimos alejándonos su rostro de ira fue desapareciendo poco a poco.




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