Llegamos a una bonita casa enladrillada en medio de la nieve, aunque más que los ladrillos destacaban los adornos de madera, era una gran mansión, pasamos por el loft, vimos la sala y también que tenían una sección de vinos, no apto para menores de edad porque no podemos beber, al final había terminado con Zinnerva de pareja y Bruno con Matteo, no había visto a la odiosa de Cindy en todo el día.
- ¿Y bien? – Alce las cejas ante la pregunta de Zin
- ¿Y bien qué? – volví a preguntar.
- ¿Cómo te fue con tus suegros? Tonto. – Especificó Zin, di un lento y largo suspiro, arreglé mi maleta arrimándola a la cama y me senté en el filo.
– Fue bien, no hicimos mayor cosa que presentarnos, luego me invitaron a comer después de este viaje. Lejos de eso pues nada más. – Continúe.
– Y si fue bien ¿por qué suspiras como si tu culo fuera a envejecer ahora mismo? – Comentó lanzándome su pijama rojo.
– Hmmm. Cindy intento intimidarme en el autobús. – Converse tranquilo.
- ¿Y lo logro? – Negue con la cabeza.
– Lo único que consiguió fue hacerme enojar, yo quería lastimarla, mis manos empezaron a ponerse muy calientes. – dije un poco asustado de mis palabras.
– Noah, tienes que dejar tu enojo ir ¿ok? ¿por qué no bajamos a ver si la cena esta lista? Quiero presentarte a alguien. – Asentí con la cabeza enérgicamente, ella tenía razón y luego alcé una ceja con mucha curiosidad.
- ¿Algún novio que no me hayas presentado? – Fue entonces su turno de negar, - Mi hermana, Fiona, te va a caer bien, fue quien se encargó de los arreglos de la casa para que pudiéramos venir acá. – bajé las cejas un poco decepcionado.
– Me olvidaba que eras asquerosamente rica. Nunca me habías hablado de ella. – espeté con un bufido de resentimiento, aun había muchas cosas que no me había contado.
– Nunca preguntaste tonto, no esperes que adivine que quieres saber muchas cosas de mí. – gruñó Zin.
– ¡Pues no se supone que eres toda una sabelotodo! – grité haciendo referencia a su especie. Creo que la hice sentir mal. Pero ella más a mí.
– Oh, ya veo, esto es porque eres un estúpido recogido y ni si quiera tienes idea de quién eres. – rompió mi corazón, nadie sabía cuánto había luchado por sentirme bien conmigo mismo y ella se estaba metiendo con eso, mi coraje ya no ardía, estaba enojado, pero entonces solo desee detener el momento en el que dijo esas frías palabras sobre mí, parpadee una, dos y tres veces y el suelo se había congelado, de mi boca salía aire helado, mi fleco se volvió blanco y Zinnerva solo abrió los ojos sorprendida.
Sali de un sopetón del cuarto, avispe la mirada en los pasillos tratando de asegurarme de que nadie viera por donde iba. No podía controlarlo, respiré de manera exaltada durante mucho tiempo, hasta que encontré la manera de salir, entonces mi temperatura se estabilizó, pude respirar normalmente, poco a poco, paso tras paso el frío que emanaba se había disuelto. Y no quería regresar allí dentro, no quería tener que ver la cara de Zinnerva y la de ningún otro.
Caminé un poco entre la nieve, ya habían pasado algunas noches desde la última vez que lloré, miré al cielo que parecía marcarme un camino, lo seguí y cuando las estrellas fijaron mi rumbo, pude ver hacia el frente, había una pequeña cabaña, se veía acogedora, era muy bonita, con curiosidad limpié las lágrimas que amenazaban con salir de mis ojos y asomé la cabeza con curiosidad por una de las ventanas de afuera de la cabaña.
Quería entrar, pero recordé el toque de queda, no tenía mi celular ni mi reloj, ya era muy tarde, cuando regresé a la casa grande me escabullí entre las luces apagadas y alguien me tapo la boca y me agarro desde atrás, empecé a patalear, - Shhh. Noah soy yo. – Vaya susto que me había dado.
- ¿qué se supone que haces aquí? – Susurre cagado del susto.
– ¿No debería hacer la misma pregunta? – Dijo con una mirada inquisitiva. Ni si quiera tenía ganas de hablar con él, aún estaba mal por la situación con Zinnerva y ahora no tenía donde dormir. Aparentemente Bruno, había estado hablando mientras yo pensaba ¿tan mal se veía mi cara?
– Noah, ¿qué te sucede? No estas escuchándome. – negué con la cabeza.