Cómo me hubiera gustado que las cosas no hubieran resultado así. Ha pasado medio año desde que terminé mi relación con Bruno. Nunca podría odiarlo, los sueños que antes me atormentaban con la muerte de mis padres fueron reemplazados por otros, unos en donde me veía con Bruno agarrado de la mano y sonrientes caminando el uno al lado del otro, pero finalmente concluí con que simplemente eran sueños.
Siete meses desde que llegué a este lugar y a pesar de haberle puesto fin a nuestra relación, ahora más que nunca es cuando más estoy enamorado de él. Me hubiera gustado poder decirle “te amo”, ahora mi vida entera parecía estar lejos de la suya, no había nada que pudiera llenarme completamente, había aprendido a soportar el hambre los tres primeros meses de nuestro rompimiento.
Una noche Bruno fue a verme, entró a mi habitación a escondidas por la ventana, su mirada estaba vacía y parecía querer tratar de entender muchas cosas, me miraba como si lo hubiera traicionado. Corrí hacia él, lo había extrañado tanto durante las últimas dos semanas antes de nuestro rompimiento, detestaba que ni si quiera hubiera podido llamarme y cuando apareció el estomago se me revolvió.
Su cara reflejaba desconfianza, pero más que eso sus facciones se habían endurecido, como si hubiera salido de un campo de batalla, como si hubiera regresado de la guerra, no lo reconocí, pero aun así mi corazón palpitaba por él como nunca, me acerqué con la intención de abrazarlo, pero, el ni si quiera me devolvió el abrazo. Solo se quedó allí como si mirara fríamente algún punto fijo de mi habitación.
– Noah, ¿reconoces esto? – vi la mano extendida de Bruno, aflojé un poco mi abrazo y me di espacio a mi mismo para poder mirar lo que había en su palma. Era la bala que su padre le había sacado ¡por supuesto que la reconocía!
– Es la bala… la que te sacó tu padre la vez que… - Bruno interrumpió con un gruñido de molestia.
– De verdad ¿no lo sabes? O solo ¿estas fingiendo? – No entendí a que se refería, así que tomé la bala entre mis manos y la observé fijamente, no tenía nada de raro, solo una marca, Bruno esperó expectante, pero no sabía que quería escuchar de mí.
– Bruno, ¿qué está sucediendo? Vienes de la nada, no me llamas, ni si quiera respondes mis mensajes y llegas enojado con una bala en tus manos. ¿Qué esperas que diga? - continué reprochándole con precaución, lo miré a los ojos y no parecían brillarle por mi presencia, parecían brillarle de ira, el color estaba más concentrado y su heterocromia se acentuaba entre la oscuridad de la noche opacando a la luna.
– Tu padre es un cazador, veras sucede que el símbolo que tiene tu bala salió del rifle de tu padre. – Acusó Bruno de manera salvaje con una sonrisa incrédula en el rostro. Eso no era verdad, mi papá no lo haría, ¿por qué Bruno creía algo así?
– Papá no lo haría, no puedes creer que lo hizo él. – me disculpé creyendo en que Bruno lo aceptaría, pero probablemente estaba lejos de hacerse realidad.
- Noah, deja de tratar de engañarme, los cazadores no se prestan las balas, cada cazador tiene balas características, con su propia marca, y esta es una de tu padre, todo lo que dijiste al inició no fue más que una mentira. Fingiste que no estabas interesado en mi y cuando ya me tenías hiciste tu jugada, eres un sucio cazador, rastrero igual que todos ellos. – La cara me ardió, tenía ganas de llorar, pero retuve las lagrimas tanto como pude dentro, de mí, mi mano también ardió cuando lo abofeteé tan fuerte como pude, ya no había vuelta atrás, mi corazón estaba envuelto en llamas y se había roto en pedazos, los pedazos seguían ardiendo y yo estaba caminando sobre ellos.
– Como desearía no haberme enamorado de ti. – Acusé herido, pensé que mis palabras no tendrían ningún efecto en él, pero sentí ira removiéndose en el ambiente y también arrepentimiento.
– Si pudiera retroceder el tiempo atrás, lo haría para nunca fijarme en ti. Ciertamente no se como pude conformarme con tan poca cosa. No tienes nada especial, pero estaba cegado por ti. De igual manera, cuídate porque la próxima vez que tu y tu padre se atrevan a lanzar una bala sobre mi o mi familia probablemente no vivirán para contarlo. – No pude decir nada porque las palabras se habían quedado atravesadas entre mi garganta y mi lengua, como si me hubieran amarrado el musculo, lo sentía pesado. Las llamas en mi corazón ya no estaban encendidas, porque Bruno había mezclado tierra con mierda y nieve para echárselas encima.