Capítulo 20: Todas las cosas que perdí

No había pensado en lo irónica que podía llegar a ser la vida, tampoco había dejado de soñar con Noah durante los últimos meses y su extraño actuar durante los últimos meses no se lo habían puesto muy fácil que digamos. Bruno ya había perdido la cuenta de las veces que intento convencerse de que haberlo dejado era lo mejor, su familia no lo había presionado, pero pudo sentir las miradas en él. Esas donde debes tomar una decisión. Había sentido sobre sus hombros el peso de lo que debía hacer y lo que el corazón quería que hiciera.

Estaba tan arrepentido de cada palabra llena de resentimiento que soltó frente a Noah, y no se imaginaba la fuerza que debió tener el chico para atreverse a soltar todos esos coqueteos frente a él los últimos días, pensó que lo había perdido, nunca se había sentido tan inseguro sobre una relación porque, de hecho, nunca había tenido a nadie. ¿Todo lo que pasó con Noah por muy poco que haya sido fue real? No se permitiría dudar porque ya había tomado una decisión. - ¿Bruno estas bien? – Se había cansado de que sus hermanos le preguntaran lo mismo.

Les había contado lo que sucedió, pero no sabía si realmente eso supondría algún cambio, sus padres no opinaron al respecto, su madre solo lo abrazó mientras lo vio llorar una noche, la noche en que cortó todo lazo con Noah, su querido Noah, por mucho que lo negara muy en el fondo sabía que no podría olvidarlo estaba hecho para él. Aquella pregunta por parte de sus hermanos se había vuelto incesante, insoportable. Sus humores se habían vuelto como el de una mujer que está cercana a tener si ciclo menstrual y su consciencia no le dejaba tregua cuando lo único que hacía era siempre realizar la misma pregunta. ¿Por qué?

También, había visto que extrañamente Zinnerva la mejor amiga de Noah, no pasaba tiempo con él, lo que había empezado a preocuparle, pero ¿por qué debía preocuparle? Trabajaba en ocupar su mente en cualquier cosa que pudiera, algo que últimamente se había vuelto difícil tomando en cuenta que su familia inconscientemente le recordaba a Noah y el colegio se había vuelto un recuerdo nato de su enamoramiento con el chico.

Un día como tantos, de camino hacia el estacionamiento Bruno se percató de la tonta sonrisa de Matteo, ¿qué estaba planeando? Al inició lo único que hacía era lanzar miradas un tanto desconcertantes y tajantes a Noah, pero ¿qué había cambiado entonces? Porque ahora, su hermano se veía más positivo en lo que se refería al caso de Noah, como si su disgusto se hubiera disipado. Como si nunca hubiera habido tal tormenta.

De un momento a otro un pitido ensordecedor lo hizo quedarse en seco frente al estacionamiento, lo que alguna vez en ese preciso instante fue el indicio de una sonrisa, desapareció velozmente. Intentó establecer una conexión con su hermano, tratando de asegurarse de que realmente era el único paralizado en ese instante. Cuando pudo darse cuenta de que su hermano estaba igual que él, ya era demasiado tarde para escudriñar el asunto, una camioneta blindada de doble cabina sin balde en color negro de vidrios polarizados abrió una puerta deslizante y lo siguiente de lo que se pudo acordar, fue la desesperación inundando su cuerpo.

Ver a Noah ser alejado de él de una manera tan abrupta, lo despertó en todos los sentidos, porque es fácil darse cuenta de lo valioso que era algo cuando lo perdemos, los colores de sus ojos se apagaron, de no ser así hubiera podido hacer algo cuando vio a Noah allí tratando de defenderse. Incluso si trataba de convencerse a si mismo de que no estaba preocupado, de que no debía hacer nada y de que Noah se lo merecía, no podía, porque simplemente estaba de una manera irremediable, enamorado.

***

Lo que prosiguió después de una serie de eventos desafortunados, lo descolocó en grandes proporciones. - ¿¡Dónde demonios esta mi hijo!? – Bruno se encontró con esa situación después de llegar a casa de manera acelerada, mientras todos sus familiares posaban la vista en él y en su hermano que lo acompañaban. El ex – cazador parecía encolerizado y no escuchaba razón alguna, su esposa parecía ser la mas coherente de entre todas las personas, sosteniendo con toda la fuerza que tuvo el brazo de su esposo creyendo que podría neutralizar su enojo de alguna manera.

- ¿Por qué alguno de nosotros querría llevarse a tu hijo? – Preguntó la cabeza de la familia.

– No lo sé. Estoy seguro de que ustedes lo tienen, nunca debí dejar que se relacionara con ustedes. – comentó casi entre dientes el padre adoptivo de Noah, sabiendo que no tenía ninguna prueba para alguna de sus acusaciones.

Todos voltearon hacia Bruno esperando algún comentario de su parte, pero no llegó, estaba aterrado y alterado, pero nadie podía enterarse de ello, su madre que probablemente era a quien más confianza le tenía lo recibió con un abrazo antes de preguntar. - ¿Cariño, de verdad no sabes nada al respecto? – Bruno negó con la cabeza sin ánimos de articular palabra. Su madre le creyó y entonces, el resto de los presentes también lo hizo.

La habitación quedó en silencio total por unos segundos que parecieron eternos, pero fueron los suficientes para que Bruno pudiera confesarse.

- ¡¡Mamá!! Se lo llevaron, no pude hacer nada para evitarlo. Lo amo, y no puedo hacer nada para cambiarlo, está hecho para mí, ¿podemos, solo por esta vez olvidar el asunto de la bala? Aún si él estuviera intentando matarme, yo estaría feliz de morir en sus manos. Por favor… - Tras una declaración tan intensa como esa, sus familiares observaron atentamente.

– Solo tenías que decirlo, hermanito. – Por extraño que pareciera ninguno de ellos estaba enojado, lo comprendían exactamente, porque no se puede negar el llamado de la naturaleza, porque no se puede tapar la humanidad en el corazón de las personas y ellos, aunque las pruebas dijeran lo contrario también estaban seguros de que Noah no habría sido capaz de tal cosa, tomaron en cuenta el hecho de que tal vez sus sospechas presionaron a Bruno y ellos estaban así ahora.