Jessid asintió como si se tratara de algo lógico, pues la pequeña Lilian tenía once años, los cuales eran los suficientes como para que Logan se hubiera recuperado de esa ruptura y se decidiera a comenzar una vez más su vida amorosa. Ese sería uno de los muchos casos que se verían en el mundo.
—Tiene sentido, Elena. Él no sabía que Lilian existía, por lo que, simplemente podría estar en una nueva familia. —afirmó Jessid.
Él no deseaba que en lo absoluto Elena se ilusionara con el padre de Lilian, pues, al final de cuentas, él era consciente de lo horrible que era estar cerca de la persona que amaba sin poder tocarla, abrazarla o besarla cada que quisieras. Era doloroso, y él no esperaba que Elena tuviera que pasar por esa situación.
—Lo sé, lo sé… ¿Qué sucedería si él no la quiere cuidar? Al final de cuentas, es una noticia que volvería su mundo de cabeza, así como el mío —Elena era sincera, estaba sacando cada una de las preocupaciones de su pecho y esa era la mayor.
El hecho de que Jimena partiera tan de repente y le dejara una pequeña versión de ella a la cual tendría que cuidar con su vida, era demasiado impactante para la joven abogada. En ningún momento se imaginó en una situación como esas.
Solo le restaba resistir y seguir con su misión: Encontrar a Logan y hacerle saber que había un trozo de él, que tenía once años, además de que acababa de perder a su madre.
—Si él no la quiere cuidar, entonces cuidaremos de ella y cumpliremos con la promesa que le hicimos a tu amiga ¿Entendido? No estás y mientras yo viva no vas a estar sola en esto… somos un equipo —acarició con cuidado la mejilla de la mujer.
Elena realmente necesitaba un poco de ánimo, pues sentía que su mundo estaba cayéndose a pedazos. Estaba a asustada, aterrada de arrastrar a la pequeña Lilian a un abismo sin fin a causa de su incapacidad y falta de experiencia en el trato con niños.
¡Esa era la razón por la que ella no había deseado tener hijos!
Y ahora, debía hacerse cargo de una pequeña niña que era la misma imagen de su madre. Solo por eso haría su más grande esfuerzo, pues no habría nadie que pudiera cuidarla o comprenderla cómo Elena lo hacía.
No había nadie más que pudiera ocupar ese lugar.
Los pasos de la niña resonaron en el sitio, en sus labios había una pequeña sonrisa, lo cual era un avance gigantesco en el proceso de recuperación de ese par. Elena estaba encontrando la fuerza en la sonrisa de Lilian.
Estaba decidida: Encontraría a Logan, le haría conocer que tenía una hija maravillosa que esperaba poder vivir a su lado, poder gozar de una figura paterna; pero, si él no llegaba a reconocerla como hija, debía saber que Lilian no lo necesitaba como padre. Elena se encargaría de eso.
—Enfoquémonos en lo importante —los ojos de Jessid se posaron en Lilian. —Hagamos que se sienta bien, en tanto encontramos a su padre.
Ella era una niña, necesitaba sentirse querida y cuidada, por lo que pasar un día entero en un parque de diversiones era una necesidad para que Lilian dejara atrás, así fuera por unos instantes, los pensamientos que la llevaban a Jimena.
Los mayores deseaban hacer que ella dejara atrás todo ese dolor, incluso si eso significaba que ellos serían los que llevarían ese dolor en nombre de Lilian. Era lo justo… o lo moralmente correcto.
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El parque de diversiones estaba lleno de niños y familias felices, si bien una parte en el interior de Elena se retorcía dentro de su pecho debido a que Lilian era una de las pocas chicas que no contaban con la compañía de su madre, la pequeña niña estaba feliz por ir a un lugar de esos.
Jamás en los once años de vida que tenía, había llegado a ir a un parque de diversiones. Lo había querido visitar cientos de veces, pero debido a la salud de su madre fue un sueño que ella no pudo cumplir mientras Jimena estaba con vida.
Lilian estaba tan feliz que arrastrada a los chicos de una atracción a otra, rogaba para que el día fuera mucho más largo de lo normal, para que ese le alcanzara a disfrutar de todos y cada uno de los juegos. No sabía cuándo la vida le presentaría una oportunidad similar, incluso, si a su padre le gustaban las atracciones de ese tipo.
No sabía nada de su padre, incluso su nombre se le olvidaba en ocasiones. El hecho de que no supiera cómo lucía, le complicaba la búsqueda que ella misma estaba haciendo a escondidas de Elena, cada que tenía la oportunidad.
—¡Elenita! ¡Vamos a este! —decía arrastrando a la abogada a una atracción más.
Tanto Elena como Jessid estaban agotados por todo lo que la inquieta Lilian les hizo correr.
—Espera pequeña —dijo Jessid intentando regular su agitada respiración al igual que su compañera. —¿Te parece si vamos por algo de comer? Así reponemos energía para seguir jugando.
—No quiero —dijo con seguridad. —Quiero jugar en todos antes de que nos vayamos…
—Podríamos volver en otra ocasión, así terminas de jugar en los que no hayas montado —intervino Elena con una pequeña sonrisa —¿Te parece bien?
—¿Podremos volver? —indagó la pequeña con una sonrisa esperanzada, acto seguido su estómago comenzó a sonar con fuerza, pues su combustible se estaba agotando.