Buscando a Paula (one-shot)

Buscando a Paula (One-Shot)

El punzante dolor en la cabeza me despertó aquella mañana del primero de julio, entre abrí los ojos cegada por la luz del día, mientras un escalofrío me recorre por completo causado por el aire fresco que entra por la ventana; había visto que sería caluroso este fin de semana, pero ya veo que la chica del clima se equivocó.

 

Me quedé unos minutos acostada en la cama del pequeño apartamento que alquilamos Paula y yo, con la intención de pasar el fin de semana en la playa para celebrar nuestra gloriosa graduación de licenciatura; masaje mis sienes esperando apaciguar el tormento, sólo que no funciono.

 

Sin muchos ánimos me levanto de la cama; encontrando a mi paso el tiradero que hicimos el día anterior en el cuarto. Busco entre nuestras cosas una pastilla para el dolor, mientras intento descubrir el causante de ello; el problema radica en que no lo recuerdo.

 

Las últimas horas están borrosas, como cuando te emborrachas y al día siguiente no tienes ni idea de lo que hiciste. Sin embargo, estoy segura de que anoche no bebimos, tampoco fuimos a ningún bar, porque eso lo tenemos planeado para hoy, es que acaso ¿nos habremos drogado? No lo creo, sólo las probamos una vez, después de eso, juramos nunca más volver a intentarlo. Comencé a preocuparme por mi pequeña amnesia, ya que tengo el presentimiento de que algo pasó, pero no tengo ni la más mínima idea de qué.

 

—¿Paula? —llamó a mi amiga, esperando que ella pueda darme respuestas, sólo que los segundos pasan y el silencio sigue presente en el apartamento. Salgo de la habitación para ir a la sala de estar, luego voy a la cocina, al baño, pero no hay rastros de ella—. ¿PAULA? —alzó la voz con la intención de que pueda oírme; sin embargo, aun así no obtengo réplica—. Paula, si esto es una broma no es divertido. ¿Dónde estás? —la sensación de pánico comienza abrumarme, corro a la habitación en busca de mi celular, encontrándolo tirado en el suelo.

 

Lo más extraño, es que no tengo ni una llamada pérdida, tampoco ningún mensaje de texto o alguna notificación de mi redes sociales, es más ni si quiera tengo señal. Reviso el álbum de fotos, el último carrete es de nosotras dos en un restaurante italiano y antes de eso estábamos en la playa, ¿por qué razón no lo recuerdo? ¿A qué hora llegamos? Y lo más importante ¿dónde está Paula?

 

Molesta, me colocó los zapatos y sin preocuparme a cambiarme de ropa, ya que al parecer había dormido con el vestido puesto, ¿tan mal estaba para no haberme puesto el pijama? Preocupada, salgo del apartamento para buscar a Paula en los alrededores, posiblemente fue a la playa a ver el amanecer. Sí, lo más seguro es que este allá. Camino sobre la arena blanca, mientras mis pies se hunden a cada paso que doy, dirijo la mirada a todas las personas a mi alrededor, pero ninguno de ellos es Paula.

 

Luego de andar sin rumbo fijo sobre la orilla del mar, llego a la zona comercial, siendo las 10:00 de la mañana; los restauranteros comienzan sus labores del día, cerca no hay muchos turistas, incluso reconozco a un trío de jóvenes debajo de la sombra de una palmera. Me quedo cerca, pero a la vez un poco alejada de todos; cansada con frío y frustrada vuelvo a mirar mi celular, pero éste sigue sin señal, alzo mi rostro hacia las grandes olas que chocan entre sí. Sin embargo, al hacerlo siento una fuerte presión en mi pecho, las punzadas martirizan mi cabeza y entonces comienzo a hiperventilar.

 

El miedo se apodera de la parte racional de mi cerebro, siento que todo me da vueltas como si fuese a desmayarme, mi corazón se acelera a un ritmo descontrolado, mientras mis piernas comienzan a flaquear por lo que tengo que agacharme para no caer de bruces, la desesperación de no poder respirar me sobrepasa, intento desesperadamente inhalar por la boca, pero no logro calmarme.

 

—¿Oye estás bien? —escucho detrás de mí la voz de una chica que toca mi hombro para cerciorarse de mi salud, pero cuando me ve, su expresión es de temor—. Mírame, vas a estar bien, haz lo mismo que yo. —Hice lo que dijo, vi el marrón de sus ojos conectados con los míos, de repente comienza hacer ademanes con sus manos, bajándolas y subiéndolas al mismo ritmo que decía—. Inhala y exhala.

 

—Maru, ¿ella está bien? —pregunta el chico de tez morena agachándose para quedar a nuestra altura. Mientras que yo sigo agitada y desesperada por no poder respirar.

 

—Creo que tiene un ataque de pánico —responde la chica con el cabello trenzado y tez blanquecina.




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