Buscando Ayuda En El Silencio

Mis amigos

Chicos… esto que voy a decir no es fácil para mí, pero necesito sacarlo, necesito compartirlo con ustedes porque los quiero, porque confío, y porque siento que me estoy ahogando con cosas que me he guardado por demasiado tiempo.

Últimamente he estado pensando mucho en cómo me he sentido por dentro. Y me doy cuenta de que, sin querer, he estado cargando con algo muy pesado: odio. Sí, odio. Y me cuesta admitirlo porque no es algo que uno diga abiertamente. Porque siempre nos enseñaron que odiar es malo, que está mal sentirlo, que nos convierte en personas frías, malas o vengativas. Pero yo no lo sentí así desde el principio. Fue algo que se fue colando, que se fue quedando, disfrazado de defensa, de rabia, de "me da igual", cuando en realidad no me daba igual nada.

Y no sé en qué momento exacto empezó… Tal vez fue en todas esas veces que sentí que no me escuchaban, o cuando me sentí invisible, o cuando confié y me rompieron, o cuando quise dar lo mejor de mí y me respondieron con indiferencia o con daño. Tal vez fue cuando me cansé de siempre aguantar, de siempre ser la fuerte. O cuando me dijeron que exageraba, que debía dejar pasar las cosas, cuando por dentro me estaba partiendo en pedazos. Y en vez de llorar, en vez de hablar, en vez de pedir ayuda, me callé. Me endurecí. Y ahí empezó todo.

El odio que sentí no fue hacia una persona en particular. Era un odio raro, silencioso, como un veneno que se instala y que empieza a cambiarte. Me hizo ser más cortante, más desconfiada. Empecé a mirar con recelo, a sentirme sola incluso rodeada de gente. Dejé de ilusionarme. Dejé de creer que las cosas buenas eran para mí. Me empecé a alejar de los demás, a protegerme tanto que ya nadie podía entrar… ni siquiera ustedes, que siempre han estado.

Y lo más doloroso de todo es que ese odio no era más que mi dolor convertido en otra cosa. Era tristeza que se me quedó sin nombre. Era miedo. Era decepción. Era sentir que no valía, que no importaba. Y me dolía tanto que me volví dura para que no se notara.

Pero ahora ya no puedo seguir así.

Me cansé de llevar esa sombra conmigo. Me cansé de fingir que estoy bien cuando no lo estoy. Me cansé de empujar a los demás cuando, en el fondo, lo único que quería era que alguien me abrazara fuerte y me dijera: “Estoy contigo, aunque no digas nada.”

Sé que no siempre he sido fácil de tratar. Sé que a veces he contestado mal, que he sido fría, que me he encerrado en mí misma. Pero no fue porque no me importaran ustedes. Fue porque no sabía cómo seguir siendo yo sin sentirme tan vulnerable. Y sé que he perdido momentos, abrazos, charlas, oportunidades de decir “te quiero”, de pedir perdón, de decir “te necesito”. Y eso me pesa.

Pero quiero que sepan algo: estoy tratando de sanar. Y eso empieza por hablar. Por dejar de esconder lo que siento. Por mirar de frente ese odio que me tragó por dentro y reconocer que no es lo que quiero para mi vida. No quiero seguir repitiendo patrones. No quiero vivir con miedo a sentir. No quiero que el pasado me defina.

Lo que sí quiero… es volver a amar. No en el sentido romántico —aunque también—, sino en ese sentido más profundo. Quiero volver a amar la vida, amar a quienes me rodean, amar lo que hago, amar lo que soy, incluso con mis partes rotas. Quiero volver a abrirme, a confiar, a abrazar sin miedo, a decir “te extraño” sin orgullo, a llorar sin vergüenza, a pedir ayuda cuando me sienta perdida.

Y sé que no es fácil. Estoy en proceso. Estoy aprendiendo a perdonarme, a perdonar. A entender que odiar fue una forma de protección, pero que ya no la necesito más. Que ahora lo que necesito es reconstruirme, con calma, con tiempo, pero también con amor. Con ese amor que a veces olvidamos que merecemos. Con el amor que quiero aprender a dar sin miedo otra vez.

Así que… gracias por estar, incluso cuando me alejé. Gracias por no soltarme del todo. Gracias por leer esto si llegaste hasta aquí. No se imaginan lo importante que es para mí poder decirlo en voz alta, aunque sea por escrito.

Estoy aquí. Todavía estoy rota en algunas partes, pero estoy aprendiendo a quererme así. Y si me dejan, si me tienen paciencia, quiero volver a ser esa persona que se ríe sin miedo, que habla sin filtros, que ama sin condiciones.

Gracias por no rendirse conmigo.

Berry



#259 en Paranormal
#89 en Mística
#3149 en Otros

En el texto hay: aprendizaje, autoayuda, valoracion

Editado: 24.09.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.