KARYN
Había estado tan concentrada viendo cómo es que mi niño se desenvolvía con personas que ni conoce que olvidé mi coraje (Porque amanecí en un lugar totalmente desconocido y sin mi hijo a mi lado), ellos lo trataban muy bien y mi niño aun sentía que no podía confiar en nadie más al parecer solo confiaba en el doctor.
-. Aquí estoy – salí porque vi que estaba a punto de llorar
-. ¡Mamiiii! - da un salo a mis brazos
-. Buenos días – saludo a los presentes abrazando a mi hijo. El doctor responde con un asentimiento de cabeza
-. Buenos días – la señora me brinda una sonrisa cálida – siéntate por favor para que desayunes – voy a los bancos esperando que Manuel como siempre quiera comer en mi regazo; pero me señala que lo siente en donde se encontraba antes (eso es sorprendente)
-. ¿Dónde estamos? – necesitaba saber que había sucedido
-. Por favor desayunemos –pide el doctor – después hablaremos – asiento ya que él me hace señas que debo estar tranquila por Manuel
Intenté lavar la vajilla que habíamos usado y no me lo permitieron ya que era una “Invitada”. Es extraño no tener que hacer nada… después de unos minutos el doctor me llevó a su oficina ubicada en la parte trasera del primer piso desde la cual se podía observar el gran jardín que tenía
-. Siéntate por favor – me señala la silla delante de su escritorio – lamento el haberte traído a mi casa cuando te encontrabas inconsciente; pero – estoy por reclamarle – Manuel y tu necesitan cuidados, al menos por este fin de semana
-. No quiero causarle molestias – me siento incomoda
-. Tómalo como unas pequeñas vacaciones aparte Lorenzo traerá a tu amiga el día de hoy ya que los invité a almorzar – me explica tranquilo
-. Gracias – él estaba siendo generoso, aunque tenga la actitud de un niño arrogante –cuanto le debo por su atención de la clínica ya que…
-. No te preocupes – me corta un tanto frío - por el momento solo debes preocuparte porque la salud de Manuel se reestablezca y claro también tratar de estar serena porque no se puede volver a repetir lo del consultorio
-. No quiero limosna – levanto un poco la voz – puedo trabajar para pagar su atención
-. Ya lo hizo Lorenzo – estoy sin palabras
-. Gracias – me levanto – con permiso
Salgo a buscar a mi hijo quien está junto a María preparando algún postre porque tiene la mirada fija en el horno.
-. Aquí estás – llegó hacia él y lo abrazó, sus sonrisas es lo que necesito para estar bien
-. María está haciendo patel de chocolate – me señala el horno
-. Gracias – la mujer niega
-. Tranquila sé que mi niño tiene un carácter algo difícil; pero esto me lo pidió él – me sorprendo y ella ríe
-. Nana – Manuel interrumpe mi respuesta y me sorprende que la llame así
-. Dime mi niño – Manuel sonríe y me encanta ver lo feliz que está, aunque no puedo sacar de mi cabeza las veces que me recibía con una carita muy triste porque no me di cuenta antes
-. Tú me puedes cuidar – limpio una lágrima traicionera que se me había escapado – es que mami tabaja
-. Yo…
-. Creo que es una buena idea – responde el doctor que ha salido de su oficina, Manuel corre a darle un gran abrazo y él lo levanta como si fueran grandes amigos
-. Por mí encantada – apoya la señora y yo estoy sin palabras
-. Tranquila – el doctor me susurra al pasar por mi lado – ya lo hablaremos – y se va con Manuel a probar el pastel que ya ha salido del horno.
Nos sentamos a comer y estoy que me lleva la… porque el doctor me hace sentir incomoda y muy pequeña (al lado de un hombre que me lleva por lo menos más de una cabeza); pero ve r a mi hijo tan feliz me tiene en un dilema.
Editado: 21.09.2022