Buscando La Verdad

9

NARRADOR

Emiliano (hermano de Elizabeth) llegó a visitar a su madre aprovechando la semana de vacaciones que le habían otorgado en el trabajo; cuando llego toda la casa lía a licor y ni decir del desorden que había en cada rincón de la casa

-. Mamá – llamaba sin obtener respuesta – Marcela – llamó a la única que fue capaz de quedarse en casa porque estuvo con su padre desde que era joven

-. Dígame joven Emiliano – ella salía secándose las manos

-. Hola – le dio un gran abrazo ella es la única que lo cuidaba desde que él tiene uso de razón

-. Que gusto verlo – responde con una sonrisa

-. Mi madre – señala el desorden y ella siente - ¿Dónde está?

-. De seguro a estas horas ahogándose en alcohol en su habitación – responde con cierto dejo de enojo en su voz

-. Que tan mal – la mujer se encoge de hombros

-. A estado así porque su hermana no le quiso dar más dinero – Marcela deseaba contarle de la infinidad de veces que un hombre entró junto a ella en innumerables ocasiones

-. Era de suponerse – Emilio negó su madre jamás cambiaría – bueno es cosa de ella

-. No ira a verla – Emilio siempre corría a su madre no importaba lo mal que lo tratara o lo feo que lo chantajeara y esta vez simplemente no lo haría

-. Mejor vamos a la cocina – paso su brazo por sobre sus hombros – muero por probar comida casera

-. Claro – la mujer le brindo una gran sonrisa – enseguida le sirvo – entraron en la cocina y Emilio le mostro la casaca que le había traído de obsequio

-. No se hubiera molestado joven – no dejaba de observarla – es muy hermosa, gracias

-. De nada es…

-. Vaya a la servidumbre le traes regalos y a mí – su madre totalmente desarreglada y mareada hablo en la puerta de la cocina – yo que te tuve que parir y

-.  Eso fue lo único que hiciste – Emiliano le dijo con indiferencia

-.  Tú y tu hermana son unos malagradecidos – se acercó tambaleando – por mí tienen un estatus en la sociedad, careras y posición económica

-. Eso no es lo importante – Emiliano hablo con resentimiento – nunca fuiste alguien presente y solo te importa el dinero y lo que aparentes para tus revistas de sociales, y nosotros nunca te importamos

Marcela se sorprendió porque era la primera vez que Emiliano le hablaba en ese tono a su madre, y está parecía recobrar la sobriedad por la indiferencia de su hijo

-.  Nunca sirvieron de nada – ella intentó parecer la mujer imponente de antaño al mejorar su postura – mejor no debí tenerlos

-. Lástima que mi padre si nos quiso –le reprochó Emiliano con dolor – y es por él que tenemos lo que vez – señala alrededor – no sabes cuánto me alegra que él dejara a mi hermana al frente de la empresa porque en caso contrario quizá ya estuviéramos en la ruina y

Violeta le dio una bofetada y a pesar de eso, él prosiguió

-. Solo vine por mis cosas me mudo al departamento que Elizabeth me regaló hace un año no tengo nada más que hacer aquí – camino a su habitación

-. Joven puedo irme con usted- Marcela solo se había quedado porque él aún vivía intermitentemente en esa casa

-. Será un placer – respondió pasando por un lado de su madre

-. Vaya Dios los cría y ellos se juntan – Emiliano siguió su camino y Marcela si se regresó a contestarle

-. Mire señora – la miro de pies a cabeza – usted no sabe el gran error que está cometiendo alejando de esa manera a sus hijos, al final se va a quedar sola como lo que es – Violeta se acercó con la intención de golpearla – no señora he aguantado muchas cosas; pero hoy fue el final y en nombre del gran amor que le tuve al señor Emilio me quedé por sus hijos hoy ya no hay nada que me ate aquí

-. Siempre quisiste meterte entre sus sabanas y no pudiste – rio ella

-. Yo no estaría tan segura – y se alejó sin darle oportunidad a responder

Emiliano y Marcela abandonaron la casa unos minutos después y Violeta explotó rompiendo todo a su paso.

Emiliano le ofreció pagarle un salario a Marcela; pero ella le dijo que solo necesitaba comida y una cama por lo demás él no debería preocuparse. Y así empezaron a instalarse en la que sería su nueva casa.

Lorenzo junto a Elizabeth llegaron a la casa de sus padres y ella abrió la puerta con la llave que aún guardaba por si algún día la necesitaba.

Al entrar vieron todo roto, tirado como si hubiera habido una pelea; Lorenzo caminaba junto a ella porque esto no le daba buena espina… al subir al segundo piso el olor a alcohol era más fuerte.

Elizabeth se apresuró a la habitación de su madre y la encontró acostado con unas cinco o seis botellas de algún licor a su alrededor

-. Debemos llevarla al hospital – Elizabeth se preocupó porque ya antes estuvo al borde de la muerte por una intoxicación de ese tipo, Lorenzo asintió e intentó cargar a Violeta quien lo evitaba lanzándole manotazos y una que otra botella

-. Lárguense de mi casa – decía y era increíble ver como a pesar de todo el alcohol que tenía en su organismo parecía lúcida

-. Por favor debemos ir al hospital – habló Elizabeth con la voz entrecortada, era su madre después de todo

-. Mira cerda apestosa – le gritaba sin mirarla y Lorenzo se dio cuenta de cómo eso lastimaba a la pobre – tú eres la persona que más odio en este momento y quiero que se larguen

Al final decidieron llamar a una ambulancia porque era imposible moverla, Elizabeth se prometía que nada de lo que ella diga le iba a afectar y ahí estaba otra vez sintiéndose el ser más inferior en el mundo

-. Por favor – Elizabeth llamó a Lorenzo – dile que la atiendan, ve los gastos y el lunes en mi oficina te devuelvo el dinero – este asintió y ella se dejó caer en la cama y empezó a sollozar.

Sentir el rechazo de su madre la había lastimado de pequeña y ahora no era la excepción, Lorenzo fue a la clínica y realizó el pedido de la joven y regresó a la casa que permanecía con la puerta abierta como él al había dejado, la buscó y la encontró llorando se acercó y la abrazó




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