Buscando La Verdad

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NARRADOR

Elizabeth tenía esparcido por todo su escritorio fotos y papeles de lo investigado hace años y de lo que el detective había encontrado. Era obvio que la persona a la cabeza conocía a detalle las acciones de su padre, eso quiere decir que es alguien cercano

Tenía el cabello muy alborotado y estaba enojada, tanto tiempo leyendo, observando y estudiando no podía ver nada; después escucho el ruido de pasos y se puso alerta.

Salió lo más silenciosa que pudo; pero no veía a nadie, sentía su corazón acelerado y trataba de no respirar tan fuerte… caminaba despacio y potenciando sus sentidos al máximo.

-. Tranquilita – alguien la había tomad por la espalda y tenía algo apuntándole en la sien – esto acabara muy pronto

Elizabeth se sentía demasiado nerviosa; sin embargo, se obligó a sí misma a mantener la tranquilidad

-. ¿Por qué haces esto? – intentaba encontrar algo que le diera una oportunidad de escapar, de repente a su mente vino aquel tonto juego que siempre practicaba con s hermano

No tengo nada que perder

Elizabeth respiro profundo y con toda su fuerza le dio un codazo en alguna de sus costillas derechas, un cabezazo y al sentir que aflojo el agarre se volteo para patear su entrepierna tan fuerte como le fuera posible, no había corrido mucho cuando escucho el grito de aquel hombre seguido de unos disparos… salió a la calle y no podía hacer ninguna llamada ya que su celular se quedó dentro.

-. Se encuentra bien – se sobresaltó – tranquila soy yo – se alivió al ver al detective - ¿qué le ha sucedido?

-. Me atacaron – dijo agitada y señalo su casa

-. Quédese aquí -  ella asintió y el detective entró en su casa con una pistola en mano

Salió unos minutos después con un arma en una bolsa

-. ¿Esta arma es suya? – Elizabeth negó – bien la guardo en su bolsillo

-. Se ha ido – el detective asintió

-. Me da miedo preguntar – Elizabeth lo miró y lo alentó a continuar - ¿cuénteme que fue lo que sucedió?

Elizabeth explicó todo lo que recordaba, mientras Renzo la escuchaba y anotaba lo interesante, él estaba preocupado porque estaba claro que el objetivo era ella.

-. Los papeles ¿están ahí? – Renzo asintió – deberé tener otra copia

-. ¿Reconociste al atacante? – ella negó, ni siquiera tenía idea - ¿Alguna idea de porque estaba en su casa?

-. No tengo la menor idea – era mitad verdad

-. Bien – se aclaró la voz – debería considerar tener seguridad – Elizabeth lo pensaba; pero eso era estresante

-. No estoy tan segura de querer tener una sombra – le restó importancia

-. Piénselo por favor – se despidieron y Elizabeth se quedó sacando copias de todo para tener en su oficina y otra que aún no había decidido quien sería

Ordeno todo y fue a su oficina para poder guardar los documentos, en ese momento sonó el teléfono

-. Diga – solo podía escuchar una respiración del otro lado – si no vas a hablar, no llames – se dispuso a colgar

 -. Deja de investigar – ella se dio cuenta que un dispositivo estaba siendo usado para distorsionar la voz – podrías terminar de igual que tu adorado padre

-. Es una amenaza – ella quería que hablar más ya que quizá esa voz dijera algo que la ayudase a identificarlo

-. Eres más tonta de lo que te imaginas – y le colgó

Al menos sé que me tienen vigilada

Sale a su departamento no sin antes entrar en una tienda en donde a parte de los audífonos se hizo con algunas cámaras tan pequeñas que puedan estar escondidas sin levantar sospechas, lo mismo realiza en su oficina.

Después de tomar una larga ducha, se dispone a descansar; su celular que estaba sobre el velero empieza a sonar

-. Diga – ella no olvida su lado empresarial

-. Señorita Escalante – la voz del otro lado la hizo sonreír

-. Señor Dumonte – responde recalcando la primera palabra

-. ¿Cómo se encuentra? – se nota algo de molestia en su voz

-. Bien, gracias por su pregunta ¿y usted? – le preocupaba el haberse pasado con la broma

-. Bien – responde de manera cortés – disculpa el llamarte tan tarde, pero es un tema importante

-. ¿Qué pasó? – ella se preocupo

-. Pasado mañana estás invitada al cumpleaños de mis hermanas, se hará una cena en la casa de mis padres – escucha como ríe al otro lado

-. Me asustaste – le reprocha ella

-. Mi vida corría en peligro – brome él – mis hermanas pueden ser muy malas si se lo proponen

-. Vale, tengo opción a negarme

-. Por supuesto – ella ya sonreía – que no, soy muy joven para morir

-. De acuerdo – se rinde

-. Nos vemos a las ocho, pasare por usted – ella quiso negarse; pero él ya había colgado la llamada

Elizabeth empezó a mirar el techo con tantas cosas que no la dejaban tranquila, hasta que al final el sueño la venció




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