Buscando La Verdad

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RENZO

Me reúno con Sharon porque me ha comentado sobre lo que ha descubierto

-. ¿Qué tienes? – no soy de muchos rodeos

-. Debes investigar todo sobre él – me da la foto y hoja de vida que había llevado a la oficina de la empresa Escalante

-. Supongo que debe ser un nombre falso – ella asiente

-. Y también necesito que logres averiguar a quien pertenece este auto – me entrega la placa anotada en un papel

-. ¿Por qué? – es raro su tono tan autoritario

-.  En las horas que he estado junto a ella ni siquiera se ha movido de su lugar – explica

-. Bien, ya mismo lo envió – saco su celular para escribirle a David – y estate pendiente a tu celular

-. De acuerdo – se despiden y Renzo se queda un momento más observando a su alrededor

Sharon regresa a la empresa y de lejos puede observar a su tipo conversando con alguien vestido de cuero, en una motocicleta como de las bandas anteriores.

Ella camina simulando inocencia como si de una jovencita se tratase, saltaba y cantaba por lo cual los tipos no le tomaron mucha importancia.

NARRADOR

-. Llegué – dice con voz cantarina al entrar en la oficina de Elizabeth

-. Pensé que tardarías más – dice ella sin despegar los ojos de los papeles

-. ¿Qué haces? – dice curiosa y Elizabeth se da cuenta que algo pasa

-. Organizando los envíos de hoy – responde tranquila

-. He estado con el gruñón – dice risueña y solo ahí Elizabeth se da cuenta que Sharon siente algo por Renzo

-. Sería mejor si ambos tuviesen una cita – Sharon se sobresalta y sonroja al mismo tiempo

-. Yo no he dicho eso… - tartamudea un poco – solo... solo

-. Somos amigos – termina Elizabeth por ella – bien, por el momento lo dejaré

-. Ok – dice con duda

-. Te dijo algo interesante – indaga ella

-. Solo le di mis datos para que me mantenga al día – se encoje de hombros

-. Espero que tenga alguna noticia pronto – de pronto el celular de Sharon suena y su rostro se desencaja al ver lo que hay en la pantalla

-. ¿Qué ocurre? – Elizabeth la toca del hombro

-. Digamos que están invadiendo tu apartamento y dejando todo hecho pedazos, en especial en tu oficina – Elizabeth quería salir; pero la mirada de Sharon la detuvo – ya llamé y están yendo a tu casa

-. Esta pesadilla jamás va a acabar – se decía a sí misma

-. Dejaras de buscar al culpable – dice Sharon con algo de tristeza

-. No puedo – Elizabeth intenta no llorar – quiero saber quién me lo arrebató y por qué

-. Te entiendo – ella trata de brindarle consuelo – pero ellos tampoco se detendrán y debes estar segura del camino que quieres tomar

Elizabeth asiente a pesar del alboroto que hay en su cabeza, un huracán de gran magnitud está en este momento dejándola cansada mentalmente.

-. Vamos – Sharon decidió terminar porque no sabía cómo manejarlo, subieron al auto y ella condujo; Elizabeth no preguntó nada y el camino fue en silencio – llegamos anunció Sharon

-. ¿Dónde estamos? – Elizabeth estaba algo somnolienta

-. En mi humilde hogar – Sharon le da una sonrisa, abre la puerta y la invita a pasar – por esta noche, aquí estaremos bien

Elizabeth asiente y sigue sus indicaciones; se deja guiar como una niña pequeña y se acuesta en el colchón que Sharon le ofrece para descansar y ella empieza a recordar su niñez

INICIO DE FLASHBACK

-. Peque – Emilio llama a una niña Elizabeth de diez años

-. Dime papi – ella llega y se pone en su regazo

-. ¿Quieres ir a realizar unas entregas hoy? – Elizabeth muy contenta y emocionada

-. Por supuesto – Emilio la ayuda a subir en el camión respondiendo pacientemente a cada pregunta de su pequeña y a la vez enseñándole como se llevaba a cabo su negocio, las entregas pequeñas eran realizadas por ella

-. Esto es emocionante – exclama la pequeña en la cabina – saber que cuidamos cada paquete para que llegue de forma ideal a cada destinatario

-. Lo es – Emilio sonreía – y por eso nos preocupamos por tratar con cuidado cada paquete que nuestros clientes dejan en nuestras manos

-. Lo entiendo – la pequeña guardaba cada palabra de su padre

-. Te gustaría algún día hacerte cargo de la empresa – pregunta mientras conduce

-. Sería fantástico – responde con una sonrisa de oreja a oreja

-. Entonces, es bueno que ya estés empezando ¿no crees? – se detuvo en su siguiente parada

-. Sí, papá – responde esa niña tan feliz que casi saltaba en su asiento

-. Bien – busca en la parte trasera el paquete – es tu turno – le da la pequeña caja – te supervisaré de cerca

-. De acuerdo – lo toma y baja a tocar la puerta

-. Buenos días – sale una señora de unos cuarenta años

-. Buenos días – le sonríe la pequeña – somos envíos Escalante, vengo a entregarle su paquete – extiende la pequeña caja

-. Gracias – la mujer le brinda una amable sonrisa

-. Firme aquí por favor – le extiende la lista y le da un lapicero para firmar, el cual la mujer toma de forma amable y gentil

-. Listo – le devuelve las cosas

-. Gracias, un placer – se retira dando pequeños saltitos antes de llegar al camión - ¿Qué tal lo hice? – pregunta cuando ambos están solo en la cabina

-. Creo que pronto perderé mi empleo – bromea su padre

-. Me falta mucho, para ser tan buena – dice algo avergonzada

-. Aún eres joven – consuela su padre

-. Bien – ella da fin a la conversación y así terminaron el día llegando a casa a cenar para aguantar la mala cara de su madre, la que ambos ignoraron.

La madre desaprobaba que su única hija se estuviera comportando como un marimacho, ella deseaba que fuese una dama en toda la extensión de la palabra.

FIN DEL FLASHBACK




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