NARRADOR
Renzo está en el hospital visitando a Sharon, y antes de entrar en la habitación se demora como veinte minutos en tranquilizarse y tomar el valor suficiente para hablar con ella.
-. Hola – dice al entrar y verla despierta
-. Creí que nunca entrarías o que saldrías corriendo – Renzo se puso rojo de un tirón debido a que ella había visto todo
-. Yo… - ella levanto la mano en señal de que parara
-. ¿Ya la encontraste? – él negó - ¿Tienes alguna pista que nos lleve a ella? – volvió a negar y él se halaba el cabello estaba desesperado por tener noticias de ella
“Si al menos le hubiese dicho lo que sentía por ella, podía estar junto a ella y protegerla”
-. Tranquilo señor Dumonte – intervino Renzo – estoy seguro que ella está a salvo, la necesitan con vida – Emiliano y Lorenzo se quedaron mirándolo – por favor siéntense
AL DÍA SIGUIENTE EN LAS EMPRESAS ESCALANTE
Emiliano estaba en la oficina de gerencia tratando de que todo marchara con normalidad y poder seguir el plan del detective, revisaba papeles tras papeles a pesar de que le costaba mantener la concentración.
-. Hijo – levanto la mirada – al fin estas en el lugar que te corresponde
-. Madre - la saludó – ¿qué se te ofrece?
-. Vaya ya se te subieron los humos – sonrió con cierta malicia creyendo que su hijo estaba hecho de su misma madera – bien – tomo asiento como una dama – quiero que me des cien mil soles, lo necesito para ir a hacer unas compras y…
-. No voy a poder darte nada – el rostro de su madre hizo un gesto de disgusto
-. Pero ¿por qué? – lo miró con una cara de enojo – no me puedes mezquinar el dinero que me corresponde por haber aguantado a ese hombre que solo me arruino mi vida, me quito mi juventud. Me hizo malograr mi cuerpo y
-. ¡BASTA! – él golpeó el escritorio con ambas manos sobresaltando a su madre – que razón tenía Elizabeth, ahora si me he quitado la venda de los ojos y haz el favor de que si necesitas dinero ya es hora de que empieces a trabajar
-. ¡ERES UN MALAGRADECIDO! – gritó ella en respuesta – siempre te he dado todo cuanto has pedido y … - se puso la mano en el pecho - ¡ASÍ ME PAGAS!
-. Nunca me diste amor que era lo único que yo necesitaba- le reprochaba con cierta calma
-. Eso no sirve de nada en el mundo…. lo único que te va a dar poder es el dinero – apunta su dedo índice al pecho de Emiliano – porque con eso vas a lograr el respeto de los demás
-. Y esperar que todas esas “amistades” me sonrían y halaguen frente a mí y cuando me ausente empezaran a hablar mal de mí, critiquen cada cosa que hice, dije o tengo; si ese es el mundo que tú quieres me das mucha pena
-. ERES UN MOCOSO – grita enfadada – que no sabe lo que es la vida y lo que hace falta para enfrentar el mundo
-. Como tú digas – Emiliano controló sus emociones y volvió a centrarse en los papeles que estaban frente a él - ceo que ya respondí a tu pedido y lo mejor será que te retires
-. Siempre serás un fracasado – salió haciendo resonar sus tacones
Cuando él estuvo seguro de estar solo, pudo sacar el aire que tenía retenido
“Hermana resiste, ya falta poco”
Volvió al trabajo y a los pocos minutos sonó su teléfono
Con esa noticia y lleno de esperanza, siguió adelante; porque él estaba seguro de que cuando su hermana volviera al mando de la empresa le podía jalar de las orejas si algo salía mal.
LORENZO
Estoy dando vueltas y vueltas en mi oficina sin poder siquiera concentrarme en el trabajo pendiente; mi cabeza no da para más sin saber ¿cómo estará ella? ¿si estará bien?
“Me siento tan estúpido por querer esperar un momento especial para estar con ella”
-. Soy un tonto – susurro
-. No lo eres – levanto mi cabeza para ver a Mariana a mi lado – todos notamos que te mueres por ella, si te le quedabas mirando todo embobado
-. Pero eso no me sirve ahora – suspiro frustrado – me siento perdido sin ella y me desespera no saber dónde esta
-. Ella debe estar bien, la policía está haciendo su trabajo y la encontraran – acaricia mi espalda y siento las lágrimas llegar a mis ojos
-. No quiero perder a otra persona importante para mí – suelto con la voz rota
NARRADOR
-. Tranquilo hermanito no lo harás – Mariana trataba de consolarlo a pesar de que ella también tenía en mente una idea fatalista sobre como estaría su casi cuñada, hermana y amiga
Ana y Mariana se turnaban para poder cuidar de la guardería porque estaban dispuestas a que todo quedará igual que antes para cuando Elizabeth regresará.
En la empresa el ambiente era de tristeza, ya no había risas, ni charlas animadas; solo saludos simples y llenos de angustia… todos querían tener noticias de su jefa ella siempre estaba al pendiente de todos y en este momento ellos querían que ella estuviera bien.
Muchos perdidos en sus recuerdos dejaban salir una que otra sonrisa triste porque de un u otro modo Elizabeth les tedio una mano en el momento que ellos sentían que el mundo se les caía encima.
Cerca de las tres de la tarde llego José muy campante esperando ver la empresa sumida en un caos, pero se quedó de piedra al ver que todos trabajan igual que siempre, aunque claro un poco tristes; tomó el ascensor y fue a la oficina de Elizabeth
-. ¿Por qué ingresas de ese modo? – reclama Emiliano en cuanto lo vio entrar de esa manera
-. No ha llegado el envío programado – mintió de inmediato
-. Avise a tu oficina que iba a llegar a las cinco de la tarde por un desperfecto mecánico – respondió Emiliano – no son maneras de irrumpir así en la oficina de otra persona
-. Si lo entiendo y por eso te pido una disculpa – José quería sacar algo de información; sin embargo, no tenía nada de confianza con Emiliano - ¿Sabes algo de tu hermana? - preguntó intentando sentarse
Editado: 21.09.2022