Era la navidad de hace quince años, tenía diez años, pero lo recuerdo como si fuera ayer venía con mis papas de comprar los preparativos de navidad, estaba muy emocionada por lo que íbamos hacer esa noche con toda mi familia, la cena, dar las gracias y pasarla muy bien como cada año.
Íbamos en la carretera nunca llueve en navidad, pero esa noche todo era diferente las carreteras estaban muy resbaladizas y apenas podías ver unos metros adelante del carro, ni siquiera las luces de carro alumbraban mucho, la noche era más fría que de costumbre.
Mi papá iba en el asiento del piloto, mi mamá del copiloto y yo iba en el asiento de atrás.
Iba jugando con mi muñeca, cuando mi mamá grito porque un venado se atravesó en nuestro camino, mi papá perdió el control, después de eso lo único que recuerdo es como el carro daba vueltas hasta que nos estrellamos en un árbol.
Al siguiente día desperté en el hospital y mi abuelita sostenía mi mano, fue en ese momento cuando me dio la noticia de que mis padres habían muerto.
Desde ese día mi abuelita siempre me apoyo y estuvo conmigo, no sé qué hubiera sido de mi sin ella.
Por eso no me gusta la navidad, no puedo celebrar un día en el que mis padres murieron.
Me siento en el escritorio, siempre llego cinco minutos antes de que mi jefe llegue, es muy puntual, tiene la misma edad que yo creo que la empresa era de su papá, pero cuando termino sus estudios fue heredada por su padre, es apuesto, alto y siempre viste con traje, bueno es obvio es el dueño de la empresa.
Preparo mi material de trabajo.
Tomo el folder que tengo en mi mano y me dirijo al pasillo para prepararme un café y él del señor Adrián.
Aunque siento que decirle señor es para personas más adultas y él tiene mi edad y no me siento muy vieja. Pero así son las reglas de la empresa.