Búsqueda

¿A quién buscas?

— Casi todos los que conociste, ya se fueron, otros... — empezó a explicar Mary, quien dirigía el albergue con su esposo.

— Lo supongo, sobredosis, los mataron o suicidio.

— Así es, muchos han muerto así — miró curiosa al joven que estaba avergonzado, atrás del camionero — ¿Y este muchacho tan buen mozo quién es?

— Soy Gonzalo, mucho gusto señora — hizo una reverencia.

— Que educado, dime Mary.

— Mucho gusto, Sra. Mary — ella lo veía sin saber si reír, o corregirlo de nuevo.

— Es por él que vine.

Le contó lo poco que sabía del muchacho.

— Esto es más complicado que lo tuyo, pero... — vio a Gonzalo, que no había interrumpido para nada, estaba sentado en el piso en la posición de loto, esperando saber porque el camionero lo llevó allí.

— ¿No tienes documentos, verdad? — preguntó el encargado.

— ... así es, llegue... ilegal al país.

— ¿Qué edad tienes? — preguntó John.

— EEhhh 21... — respondió mirando al piso.

— No te preguntó la que quieres tener — intervinó Piotr — sino por la que tienes ahora.

— 16.

— Veré que puedo hacer, no puedes ir por ahí sin papeles, contactaré a un conocido, espérenme — Mary se fue a hacer varias llamadas.

Mientras estaban allí, para no estar ocioso Gonzalo ayudó a repartir comida entre los indigentes, y luego a limpiar la cocina, mientras Piotr conversaba con el encargado.

— ¿No te dijo nada más de él? ¿Seguro?

— Solo que se llama Gonzalo, que es latino, busca algo... a alguien, pero no me lo ha reconocido. 

— ¿Tal vez algún familiar?

— Debe ser eso.

Mary volvió sonriendo.

— Mañana te tendrán tus documentos. Serás Gonzalo Doe, hijo de Piotr Doe.

— ¡¡¡QUÉ!!! — exclamaron el camionero y el joven al mismo tiempo.

— Es lo mejor que pude hacer, por ser menor de edad debe viajar con un adulto responsable, y que mejor que su padre. Pasen la noche aquí, me traerán los documentos temprano, no se atrasarán mucho.

Para la cena el muchacho ayudó a la mujer a cocinar, luego lavó toda la loza, así que se fue a dormir temprano por el cansancio.

— Es un angelito — comentó Mary al camionero, cuando se sentaron a ver televisión.

— Demasiado inocente para estar sin la protección de su familia.

— Que bueno que lo encontraste y lo has ayudado ¿Por qué lo acogiste? Nunca antes hiciste eso por nadie.

— Él... desde que está conmigo, he estado recordando voces, y algunas imágenes, muy difusas.

— Está empezando a volver tu memoria. Que bien.

— Eso parece, pero todavía no veo caras ni lugares, solo son sensaciones y voces, pero ni siquiera sé qué idioma hablan.

— Solo ten paciencia, tal vez Gonzalo te hace recordar a alguien.

— Puede ser.

A la mañana siguiente, con los documentos listos "padre e hijo" se fueron a seguir su trabajo.

Dos meses después ambos estaban en un restaurant de un pequeño pueblo, donde la mesera se le insinuó a Piotr descaradamente, se agachaba hasta que se le veían por completo los senos, a través de un gran escote.

— A tres cuadras hay un motel — le digo la camarera con voz cargada de lujuria, cuando el pagó la cuenta para irse — ¿Quieres ir a conocerlo?

— Vamos — le sonrió y se dieron un beso apasionado.

— ¿Y tu amigo?

— Es mi hijo.

— Vaya ¿Será como el padre? mmmm — miró de arriba a abajo al muchacho, para centrarse en la entrepierna — si quieres le consigo una "cita" con una amiga, es especialista en primerizos.

Gonzalo no quería ni subir la mirada, estaba quieto con las manos entre las rodillas, avergonzado.

— Alguien debe quedarse cuidando el camión. Hijo, ten — le pasó las llaves del vehículo y se fue con la mujer al motel.

El muchacho se fue caminando lentamente, mirando a cada rato a la pareja que iba besándose y acariciándose. Al llegar al tráiler el joven suspiro y subió a la cabina.

"¿Qué me pasa? Debo centrarme en mi misión".

Al otro día cuando Piotr llegó, Gonzalo ya tenía el vehículo listo para salir. En el camino, mientras escuchaban música, el camionero decidió saber más del muchacho.

— En tu casa ¿A quiénes dejaste?

— A papá, mamá y un hermano pequeño.

— ¿Has... — como le preguntó — tenido novia? — no creo, se veía muy avergonzado al insinuar que pasará la noche con una mujer, meditó.

— No.

— ¿No te gustaba alguien?

— Sí — miró al paisaje que pasaba rápido por la ventana — amo a alguien... por eso yo... — se quedó callado, muy nervioso.

— Entiendo — mejor no le sigo preguntando, se dijo el camionero al ver a Gonzalo tan complicado.

Un año más tarde, Piotr todavía no había conseguido que el muchacho le dijera que hacia cuando se iba solo, así que lo siguió. Lo vio preguntar a un par de policías, quienes le dieron unas indicaciones. Luego lo vio entrar a varios dojos, y lugares de práctica de artes marciales, cada vez que salía su mirada era de decepción.

Cuando se reunieron en un hotel, lo vio tachar la ciudad del mapa.

— ¿Puedes decirme que buscas?

— Yo... ¿Por qué cree que busco algo? 

— No soy tonto... vamos a dormir, mañana salimos temprano.

Medio año después, un árbol en el camino hizo que los dos bajarán a despejar la ruta, entonces un grupo de 4 hombres los atacaron, por suerte lograron defenderse y salir con el camión de allí.

— ¿Qué fue eso? — Gonzalo sacó el botiquín para curar sus heridas y la del chofer.

— Esos son los hombres del "Blanco" — explicó Piotr — hacía mucho que no me molestaba, pensé que se había olvidado de mí.

— ¿Por qué lo mandó golpear? — preguntó curioso.

— Porque no le pagó "protección", ni hago viajes "especiales" para él, deberé tener más cuidado.

— ¿"Viajes especiales"? — remarcó las palabras.

— Mujeres, droga, si quieres puedes buscar alguien más para viajar tranquilo.



#12586 en Otros
#1546 en Aventura

En el texto hay: amnesia, dragon ball, confusin

Editado: 23.08.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.