Busqueda De Identidad

Parte 6

Por cosas del destino, nos iremos en una semana, exactamente siete días, el tiempo límite para encontrarlo y hacer justicia. Tomé mi celular, dinero, un cambio de ropa y los metí en mi mochila. Hecho esto, salí de casa en medio de la noche, teniendo cuidado de no despertar a mis padres, y del mismo modo, subí a mi auto.

No sabía mucho de Hernan; tuve el privilegio de verlo un par de veces. Nunca entablamos conversación, siempre para evitar malentendidos. No era el mejor partido ni te brindaba un futuro próspero. ¿Qué le vio Lia? Era difícil saberlo; siempre tuvo muchos pretendientes, a diferencia de mí, siempre tenía para escoger. Tal vez dirías que por la situación tenía que escoger al que mejorara su situación de vida, pero en realidad, ella no era interesada, solo buscaba a alguien que realmente la amara con la misma frecuencia.

Ella no merecía morir...

Él trabajaba nada más y nada menos como un vendedor de drogas, también conocido como "dealer". Así que no se tenía que pensar mucho para descubrir si era el asesino de mi prima o no. Era mucho mayor; tenía 24 años. Vivía junto con su madre y la hermana menor. Para mi suerte sabía dónde vivía, ya que más de una vez fui a recoger a Lia en esa casa. Teniendo toda esa información, sabía dónde encontrarlo.

Subí al auto y emprendí un viaje de alrededor de 40 minutos. Hasta que paré en un minisúper, ya que necesitaba comer. Compré un poco de pan y agua embotellada. Después, coloqué el auto en la gasolinera para llenar el tanque. Por mi desesperación, no revisé el auto antes de salir de casa.

Pagué lo indicado, guardé las compras y proseguí a abrir la puerta del auto, pero de inmediato se volvió a cerrar.

—¿Mamá?

—¿Qué crees que haces, Alicia? ¿Estás loca? ¡Volveremos a casa! ¿Escuchaste?

Su cara estaba roja y sus ojos estaban hinchados. ¿Estuvo llorando?

—¿Mamá...

—¡Deja toda esta locura de querer justicia! ¡No es tu maldito problema!

—¡¿No es mi problema?! Mejor dicho, no es tu problema lo que esté haciendo.

—¡Eres mi hija, Alicia! ¡Te he amado desde el día que te vi en aquel orfanato! ¡No eres como mi hija, eres mi hija! —aclaró—. Te amo, Alicia. Volvamos a casa, por favor.

Mis ojos se encontraban llenos de determinación, pero también de dolor. Sus palabras resonaban en mi mente, recordándome que, tengo una familia que me amaba.

—¡Dije que no! Llevo todos estos malditos días, sintiendo que me estoy ahogando. ¡Extraño a Lia, mama. La extraño! No solo era mi prima, era mi hermana... tiene una hija, ¿acaso no entiendes? Esa niña es lo único que me queda de ella. Tengo que encontrarla...

Las lágrimas amenazaban con caer, pero mi determinación permanecía intacta.

—Cariño, por favor..., no quiero que te pierdas por esto, no es tu deber.

—Solo iré por la niña, lo prometo —aseguré con firmeza mientras mi madre sostenía mis manos. Sus ojos reflejaban una mezcla de miedo y comprensión, como si finalmente aceptara mi decisión.

Con las pupilas dilatadas, el miedo reflejado en sus ojos, manos temblorosas y labios titubeantes, Ruth estaba visiblemente nerviosa y confundida al darme su permiso para buscar a la bebé y traerla de vuelta. Su inesperada bendición dejó una sonrisa en mi rostro mientras emprendía mi camino en busca de justicia y el regreso de la pequeña.


 


 



#1989 en Otros
#485 en Relatos cortos
#543 en Thriller
#256 en Misterio

En el texto hay: misterio, asesinato, familia

Editado: 10.06.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.