C. L. A. G. #1 (mileapo)

CAPÍTULO 7

El tigre soltó su agarre del tronco del árbol, cayendo sobre el suelo del bosque. Furioso busco la pequeña figura del gatito, estaba cegado por la furia, la pequeña mierda lo había hecho sangrar y lo había retado enfrente de la manada entera, era hora de que aprendiera lo que conllevaba ser su pareja.

Un rugido de tigre se escuchó desgarrar la paz del bosque. Apo para su carrera entre los árboles, la cabecita peluda trato de ubicar desde donde venía la amenaza. El pequeño felino tenía la seguridad de que si el enorme alfa lo atrapaba le haría mucho daño, al principio estuvo cegado por una irracional cólera, ahora su sentido de la auto preservación le decía que huyera lo más lejos que pudiera. Según las leyes animales, si eras tan valiente para retar a otro, eras también el responsable de defenderte, así que su padre no podría hacer nada para evitar que se lo almorzaran, sin poner en compromiso la paz entre las manadas.

Olfateando el aire, Apo sabía exactamente a donde ir. Sacando las garras las uso para aumentar el agarre sobre el suelo del bosque, debía encontrar a su pareja, él lo ayudaría. El pequeño gatito maullaba llamando a Mile, las marcas de olor le dijeron que ya había pasado la frontera de los lobos.

Aullidos se escuchaban por todas partes, Apo estaba seguro de que para ese momento no solo lo cazaba un enorme tigre y sus subalternos. Debía encontrar pronto a Mile, con esa idea fija siguió corriendo, devorando los kilómetros, como alma que lleva el diablo. Jamás había corrido tanto en toda su vida, ni tampoco se había sentido tan cansado. Saltando entre la hierba alta se escondió, mientras trataba de llenar sus pulmones de aire.

Fue en ese preciso momento en que el terrible mareo regreso, el bosque entero comenzó a girar. Dejándose caer sobre el suelo del bosque, supo que su destino estaba sellado. El tigre estaba muy cerca, podía escuchar como el enorme animal quebraba ramas en su afán por despedazar al pequeño gatito que lo había retado frente a propios y desconocidos. Con una sonrisa pensó que quizás era lo mejor que todo terminara así.

Un aullido de lobo respondió al rugido del tigre, eso fue lo último que Apo escucho antes de caer en la inconsciencia.

 

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Para Mile el maldito día había sido una mierda desde que se levantó, conforme pasaban las horas su lobo solo se ponía más rabioso cada vez. Cuando una hembra le sonrió al pasar por la calle camino a la casa de su mejor amigo, el lobo le gruño advirtiéndole que mantuviera las distancias. No había llegado la hora del almuerzo cuando ya se había peleado con dos centinelas que le preguntaron qué palo andaba metido en el culo. Lo peor de todo es que hasta el mismo alfa de los lobos evitaba encontrarse en la mis habitación que su hijo.

Conforme el día iba pasando, Mile estaba más intranquilo. Era cuestión de horas para que la luna estuviera reinando en lo alto del cielo. Los machos solteros sonreían obsesionado a las hembras disponibles, los que estaban emparejados se ponían muy cariñosos preparando a sus parejas para una noche loca. Solo el joven lobo estaba como en el limbo, por un lado, no le tentaban las mujeres de la manada y por otro su pareja no estaba allí con él para ayudarle con su problema. Eso solo aumentaba exponencialmente su mal humor.

A la caída del sol todos los miembros de la manada de lobos se fueron reuniendo en el claro, lejos de las miradas curiosas. Los cachorros más jóvenes, los que todavía no tenían edad de estar en celo jugaban por allí sobre sus cuatro patas, entre empujones y mordidas juguetonas le daban un ambiente festivo al bosque.

Los cambia-formas que ya estaban en la edad de jugar a las manitas calientes se veían inquietos, las feromonas saturaban el aire incitando a unos y otros a aparearse bajo la luz de la luna.

El lobo de Mile se revolvían dentro del humano, esta sería la su segunda luna como adulto y la primera de muchas que pasaría sin su pareja. Las risas y las bromas, el bullicio normal de los alegres lobos, eran como murmullos lejanos para los oídos del hijo del alfa. Apartándose de los demás camino hasta llegar bajo un frondoso árbol, sentándose en una de las raíces gruesas se dedicó a observar la preparación de todos antes de comenzar la feroz carrera a campo traviesa.

El aullido del lobo alfa hizo que todos dejaran de lado las conversaciones y los juegos, esa era la señal para que hicieran el cambio invocando a su forma animal. Aullidos y gruñidos llenaron el aire del bosque, la manada de lobos comenzó a correr tras el más fuerte de sus miembros. Mile corría justo detrás de su padre, tratando que los instintos del animal de seguir al alfa fueran más fuertes que el de desviarse al territorio de los gatos.

La carrera fue tal cual debía ser, los animales liberados bajo la luz de la luna celebraban a la naturaleza que les daba cobijo y a la magia que les permitía existir. Dejándose llevar por la conexión con los demás lobos su propia tristeza se desvaneció revolviéndose con la emoción de la carrera entre los árboles.

Las patas fuertes de Mile se detuvieron en seco, un dolor, como el de un golpe de mazo lo hizo quedarse allí de pie, mientras los otros animales seguían con la carrera dejándolo atrás. Al bajar su mirada casi espero ver una herida abierta en su amplio pecho peludo. Levantando la nariz trato de descubrir en la brisa de la noche algún cambio que le dijera que sucedía, la sensación de ser perseguido, de tener miedo lo hizo gruñir mostrando los filosos colmillos. Algo andaba realmente mal. Dando la vuelta comenzó a correr atosigado por una misteriosa molestia que no podía explicar, lo único que tenía claro era que tenía que llegar y pronto.

La carrera estaba llevando a Mile en dirección a la frontera que compartían con los gatos monteses. Deteniéndose trato de reevaluar su situación, la sensación de necesitar llegar a algún lugar lo estaba ahogando, la parte humana trataba de racionalizar, pero el lobo no lo dejaba pensar mucho.



#100 en Fanfic

En el texto hay: mileapo, kinnporsche, biblebuild

Editado: 15.03.2023

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