Caballero Cosmos

Capítulo 38 (V2)

    Aegis agarró la piedra con su mano, aunque no ocurrió nada en particular.
   —Vuestra habilidad para transformaros en monstruos, al igual que la habilidad que recibisteis consecuentemente, vino de esta piedra.
   Con un suspiro, Aegis dejó la piedra en su posición original.
   —Aunque el ritmo evolutivo de Allen a sido alarmante, ya no tiene forma de luchar, por lo que debéis silenciarlo. También debéis destruir la Ciudad F así como esa Unión de Héroes.
   Al mirar a las otras personas, Aegis se detuvo sobre una mujer con el pelo azul que le caía en cascada sobre sus hombros hasta llegar a su cintura. La mujer tenía un par de ojos celestes que acentuaban su belleza.
   —Laia, te encargarás tú de la misión. Pero recuerda, Allen ha tenido mucho tiempo en su cuerpo el gen evolutivo, y vuestras habilidades provienen del mismo gen, por lo que podrá sentir tu presencia.
   Laia asintió, aunque no se movió de su lugar, y en cambio le preguntó algo a Aegis que había rondado su mente por mucho tiempo.
   —Lord Aegis, sabemos porque elegiste a Allen, pero aún así... ¿por qué él decía que esas piedras eran la cristalización de cómo debería ser un héroe? Incluso les puso nombre.
   —Porque nunca tuvo nada más a lo que aferrarse... no juegues conmigo Laia, te he dado una orden.
   Aunque su voz era extremadamente suave, todos menos Archibald y la mujer con la categoría 9 temblaron levemente.
   Laia se inclinó y se marchó, siendo seguida por los demás a excepción de Archibald que miraba a Aegis con una sonrisa burlona.
   —Eres un mentiroso Aegis... mira que decir que las piedras se crearon del Umbralux cuando las creó Allen.
   —No eres el más indicado para hablar de mentiras Archibald, nunca mencionaste que Allen podría llegar a evolucionar hasta semejante punto de unir los elementos primordiales y la oscuridad en un ataque.
   —Supongo que me olvidé...
   Archibald respondió indiferentemente mientras se hurgaba la nariz, cosa que hizo que Aegis lo agarrara del cuello y lo lanzara a la pared.
   —¡No juegues conmigo!
   —Y no juego... ¿yo cómo iba a saber que Allen podía asimilar el gen evolutivo tan fácilmente usando sus emociones como receptáculo?
   Archibald se levantó y sonrió mientras se quitaba la sangre en la comisura de sus labios.
   —Además, siempre me he preguntado qué habría después de que Allen dominara el elemento luz.
   —No hay nada. Cuando el Umbralux Draco evolucionó a la categoría 8 no usó ninguna habilidad nueva.
   Archibald sonrió ante las palabras de Aegis y se dirigió hacia la puerta, aunque cuando pasó por su lado, giró la cabeza y miró a Aegis.
   —También es posible que el gen evolutivo comprendiera que su anfitrión era demasiado tosco, bruto y sin cerebro... al fin y al cabo, el gen evolutivo es un ser inteligente... ¿no?...
   Apoyado en la pared, en la oscuridad del pasillo, Lektor escuchó toda la conversación entre Aegis y Archibald con un rostro serio.

 

   Shinobi y Sombra, ataviados en su trajes de ninja, miraban la ciudad frente a ellos seriamente mientras hacían diferentes tipos de calentamientos.
   —¿Has traído el gancho y las bombas de humo?
   —Sí, también he traído dos ninjatos, shurikens, kunais, explosivos, y un mapa del interior de la Federación.
   Sombra asintió mientras abría un gran maletín negro, cogiendo un ninjato y un gancho así como varias bombas y armas arrojadizas que se colocaba en su cintura.
   La ciudad frente a ambos héroes era la Ciudad A, el lugar de origen de la Federación Heroica. Construida sobre los cimientos de la antigua Nueva York, el lugar donde Aegis mató al Umbralux Draco.
   El objetivo de Shinobi y Sombra era sacar información sobre la Federación Heroica, toda la que pudieran conseguir para hacer de Aegis un villano en potencia. Ya fuera conseguir pistas sobre el Proyecto Perfección, el Proyecto de Arma Elemental Emocional, o incluso los planes a futuro de Aegis.
   Decidieron ser ellos los que se infiltrarían tras deliberar arduamente sobre ello con los miembros del Comité de la Unión de Héroes.
   —¿Listo?
   Sombra le preguntó a su hermano mientras ajustaba el ninjato detrás de su espalda, a lo que Shinobi asintió al instante.

 

   Tras unos minutos corriendo en silencio, Shinobi y Sombra llegaron al interior de la ciudad, pero lo que veían en la ciudad era lo mismo que un lugar abandonado.
   Los edificios estaban de decoración, ya que estaban completamente vacíos, e incluso no había tiendas de alimentación o farmacias. La tierra se acumulaba en el asfalto, y el musgo y la hierba crecían sin control en las esquinas de los edificios.
   Shinobi salió de un edificio de varias plantas y miró a Sombra, negando con su cabeza.
   —Vacío... ni siquiera hay muebles, mucho menos personas... por no hablar de que tampoco está la entrada a la Federación.
   Sombra chasqueó la lengua y sacó de nuevo el mapa de la Federación.
   Según el mapa, la Federación Heroica fue construida bajo tierra, y estaba equipada con un sistema de trenes que lo conectaba a las demás ciudades. Pero negándose a usar el tren de Ciudad F, optaron por la entrada principal, la cual estaba en el sótano de algún edificio de la ciudad.
   —¿Qué haremos si no existe la entrada? Tendríamos que volver y usar el tren, pero así nos expondríamos...
   La preocupación de Shinobi y Sombra se basaba en la premisa de que no existiera la entrada, sobretodo al tener en cuenta el estado fantasmagórico de la ciudad.
   —La entrada existe.
   Shinobi y Sombra se miraron mutuamente y sacaron rápidamente sus ninjatos y varios shurikens entre sus dedos. Mirando al hombre que estaba sentado en el alféizar de una ventana en el segundo piso, no sabían si reír, llorar, o huir.
   —¿Qué pasa? No es tan raro que un anciano le dé un consejo a dos personas que están perdidas.
   —Ese no es el problema... ¿Qué haces aquí Archibald?
   Archibald los miró a ambos sonriendo antes de saltar y dejarse caer al suelo, aterrizando suavemente.
   —Vivo aquí al fin y al cabo...
   Sombra y Shinobi dieron varios pasos hacia atrás manteniendo su mirada en Archibald.
   —¿Vas a entregarnos a Aegis?
   —Ni mucho menos, ahora mismo no estoy trabajando. Id al edificio de catorce pisos al final de la calle, en el sótano, hay un ascensor que está conectado a la Federación Heroica. 
   Ambos se quedaron mirando fijamente a Archibald, sin creer sus palabras.
   —Críos... os creéis que lo sabéis todo... dejadme daros una breve pista... las cosas no son siempre lo que aparentan.
   Tras sus palabras, Archibald se giró y entró en el edificio siendo vigilado por Sombra y Shinobi, pero una vez que desapareció, ambos se miraron mutuamente y fueron al edificio de catorce plantas al final de la calle. Al observarlos desde las sombras, Archibald sonrió mientras jugaba con algo entre sus dedos.




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