Con las lágrimas cayendo por sus mejillas, Allen apretó sus puños con las sábanas del hospital, aguantándose las ganas de gritar.
—Seira...
Lo único que dijo Allen fue su nombre en un suspiro, antes de que sus ojos rojos e irritados se volvieran fríos.
Rápidamente, Allen se levantó de la camilla y se quitó los cables en su cuerpo, haciendo que las máquinas que medían su pulso cardíaco emitieran un grave pitido.
—¡Archibald!
Allen seguía vestido con su traje lleno de la sangre de Edward, los médicos solo le habían abierto la chaqueta y la camisa, por lo que no tardó mucho en salir de la habitación del hospital.
Al atravesar la puerta, Allen reconoció donde se encontraba, era el hospital donde mató al médico descontrolado usando el zafiro de la honestidad.
—Si lo hubiera sabido antes...
Apretando sus puños, Allen se dirigió a la ventana al final del pasillo y vio en el suelo como Archibald sonreía mientras, de una manera burlesca, colocaba su mano derecha sobre su pecho izquierdo y hacía una reverencia.
—¡Tienes suerte de seguir vivo!
Archibald gritó antes de darse la vuelta y desaparecer en la oscuridad de la noche, Allen solo pudo fruncir el ceño y golpear la pared con su puño.
Un grupo de médicos, los que estaban en turno nocturno, vieron a Allen sentado en el suelo con su puño derecho aún unido a la pared. Su puño marcaba una gran línea de sangre hasta llegar al lado del marco de la ventana, donde estaba marcado el puño de Allen con varias grietas a su alrededor.
En la Unión de Héroes, en el aula de reuniones, Shinobi y Sombra permanecían inmersos en sus pensamientos, Titán fumaba un puro, y los demás jugaban una ronda de Texas Hold'em.
Justo cuando Leid estaba por doblar la apuesta, la alarma sonó en todo el edificio, haciendo que Leid soltara las cartas con un salto.
Sombra pulsó un botón en el reloj y escuchó con atención las palabras del equipo de vigilancia.
<Archibald acaba de aparecer en las cercanías del hospital, y también nos informan del hospital que Allen está despierto.>
—Entendido.
Sombra miró a cada uno de ellos, comenzando a dividirlos por equipos.
—Leid, Titán, Vicky y Helen, vosotros vais al hospital. Yo, Shinobi, Tim y Serval iremos tras Archibald.
Tras sus palabras, Sombra y Shinobi saltaron por la ventana siendo seguidos por Serval y Tim, mientras que los demás salían por la puerta rápidamente.
Archibald seguía caminando tranquilamente, encontrándose a un par de kilómetros de distancia del hospital, sonriendo. Cuando volvió a dar un paso, un kunai aterrizó al lado de su pie.
—¿Así pagáis la información que os entregué?
Con su pregunta, múltiples hilos rojos ilusorios emergieron de su cuerpo y se conectaron a los dedos de Tim tras él.
—¿Qué has hecho con Allen? ¿Has curado su corazón?
—No me importa si Allen se cura, debería morirse ya, así puedo alimentarlo...
Archibald metió lentamente su mano en un bolsillo de su túnica mientras que Tim intentaba mantener su control sobre Archibald, pero en el momento que Archibald sacó una piedra púrpura del bolsillo, su control se rompió a la vez que era repelido por un campo de fuerza invisible.
—¿No puedes ni siquiera con la demostración más básica de fuerza?
Sonriendo maníacamente, vio como Sombra y Shinobi sujetaron a Tim y lo colocaron sobre el suelo.
—Os doy dos opciones, la primera es seguir el escenario preparado... la segunda es convertiros en energía para la Amatista de las Estrellas.
Sombra miró a Shinobi y asintió, haciendo que éste último se parara entre Sombra y Tim detrás de el y Archibald frente a el.
Con su mirada seria, Shinobi alzó ambos brazos, evocando cientos de relámpagos que salían de sus manos, dio un paso adelante y hundió sus manos en el suelo frente a él arrodillándose en el proceso.
—¡Primera Etapa... Tierra de Rayos!
Archibald, al ver el extraño bosque hecho de rayos y relámpagos, sonrió y dejó la amatista en su mano frente a el. Al igual que un agujero negro, todo el bosque creado con rayos y relámpagos fue absorbido por la amatista.
—No es suficiente... ni siquiera sirve de tentempié.
Shinobi sacó de detrás de su espalda su katana y colocó su mano izquierda sobre el plano de la hoja.
—Etapa Especial, Hoja de Chispas.
Su voz fue casi un susurro, pero Archibald pudo ver en la hoja de la katana una pequeña chispa que se extinguió tan rápido como apareció.
Shinobi colocó la katana en su lado derecho mientras miraba seriamente a Archibald.
En el hospital, Allen estaba apoyando los brazos sobre la cornisa de la ventana.
—Dígame señorita, ¿qué es el amor para usted?
La enfermera tras Allen se quedó en blanco tras la repentina pregunta.
—Tiene muchas posibles respuestas. El amor es un sentimiento de unión hacia otra persona tan extremadamente compleja que te obliga a hacer tonterías. Otra posible respuesta sería que el amor es el sentimiento más puro que un humano puede llegar a desarrollar, capaz de mover montañas.
Allen se detuvo mientras sus manos temblaban, sin saber cómo continuar.
—Para mí, el amor es un sentimiento que siente una persona por otra.
Al escuchar a la enfermera, Allen sonrió.
—Una respuesta escueta.
—¿Y para usted?
Allen dejó de sonreír mientras las lágrimas caían de su rostro.
—El amor es algo reservado para entregar a los ángeles. Pero no vale cualquier tipo de amor, tiene que ser puro y verdadero, como en los cuentos de hadas. El amor, para mí, es igual que el amor que profesaba Bella a Bestia, da igual el físico, la edad, o incluso la posición social...
Mientras se volteaba, Allen pudo ver a la enfermera acompañada de varios médicos junto a Leid, Vicky, Titán y Helen mientras lloraba con sus ojos hinchados y rojos y sus mejillas empapadas.
—Pero a día de hoy se valora mucho más el físico, la riqueza, o pasarlo bien en el lecho conyugal. Aunque hay veces que, sin que uno se dé cuenta, pierde el corazón y cuando se da cuenta de ello, es tarde... tan tarde que se encuentra perdido... y no sabe qué hacer... aferrándose a lo que le queda.
Titán miraba hacia Allen con los puños apretados hasta el punto que sus venas sobresalían.
—Lo que le queda a una persona pueden ser su familia, sus amigos, su trabajo... en mi caso, me aferré a mis ideales... ¿lo hice bien? ¿O debería haberme dejado matar por el Gigax Leo?
La respuesta a esas preguntas, era una que ni el propio Allen conocía.
Editado: 11.05.2023