Caballero Cosmos

Capítulo 81 (corregido)

Allen tiró la colilla y miró el vientre perforado de Aegis impotente.
 —Eso es jugar sucio Archibald.
 —Jeje... ¿Me ves como alguien al que le importe el juego limpio Allen?
Chasqueando la lengua, Allen creó una espada en ambas manos y miró hacia Archibald.
 —La verdad, lo dudo.
 —Jejeje.
Saliendo por completo del espacio, Archibald retiró su brazo que atravesaba a Aegis y le dio una patada a su cuerpo, el cual cayó sobre el hombro izquierdo de Allen a la vez que éste lo abrazaba y apuntaba la espada en su mano derecha hacia Archibald.
 —Asi que... ¿esto es lo que se siente... al morir?
 —¡No digas tonterías Levinder! ¡Tienes en tu sangre el gen evolutivo, saldrás de esta!
Al escuchar a Allen, la sonrisa de Archibald se profundizó y se rió incontrolablemente.
 —Oye... viejo chalado... ¿de qué te ríes?
Archibald miró sonriendo a Allen y apuntó con el dedo a Aegis mientras que éste se quedaba en silencio.
 —Según lo que he visto, su forma de Ultimax Aegis es la capacidad máxima que esos genes pueden hacerlo evolucionar de manera forzada.
 —Allen... el gen real aún sigue contigo.
Allen se quedó en silencio unos segundos mientras sus ojos se abrieron de golpe.
 —Mierda...
Lo que Allen recordó en ese momento fue uno de sus muchos "seguros".
Su primer seguro fue hacerse una reestructuración genética cambiando sus genes "normales" por genes "evolutivos" seguido de inducirse una autohipnosis para seguir creyendo que solo poseía un gen evolutivo.
Su segundo seguro fue crear en su subconsciente una "llave maestra" para recordar lo que había olvidado con sus hipnosis.
Su tercer seguro fue mover el verdadero gen evolutivo al lugar más seguro de su cuerpo, donde se aseguraría de que nunca recibiría daño, su corazón.
Por lo cual, lo que Lektor robó fue solo uno de los "genes evolutivos" que anteriormente era el ADN normal de Allen, por lo que a excepción de el mismo, nadie más podría llegar a evolucionar más allá de un par de veces a lo sumo.
 —Este es el peor desarrollo posible...
 —Ohhh. ¿Tiene el niñito ganas de llorar?
Allen miró a Archibald antes de darle la espalda y llevar a Levinder junto a los otros héroes que aún seguían dormidos. Tras dejarlo en el suelo, Allen sacó un cigarro y comenzó a fumar caminando hacia Archibald.
 —Allen... no vayas...
Archibald se rió y repitió de manera burlona las palabras de Aegis, pero Allen seguía caminando tranquilamente hacia Archibald.
 —Oye... vejestorio...
Archibald miró a Allen, prestándole atención.
 —Puedes hacer de mi vida un infierno... puedes torturarme... puedes hacerme enloquecer...
Al llegar frente a Archibald, Allen tiró el cigarro y miró a los ojos de Archibald directamente.
 —Pero... ¡no vuelvas a atreverte a hacerle daño a alguien!
 —¿O qu-...?
Antes de que Archibald pudiera terminar, el puño derecho de Allen, envuelto en llamas rojas, golpeó su cara y lo envió a unos metros de distancia.
Archibald se levantó, sangrando por la nariz y su oreja izquierda y miró a Allen de manera diferente.
 —Mocoso impertinente... Je... Ahora sí que te pareces a tu "yo" futuro... A ese al que llaman Dios del Sol.
Allen, cuando escuchó ese apodo, se rió y señaló a Archibald.
 —¿Dios del Sol? ¿Yo? Eso es una tontería, pero cuando lo has dicho tus ojos mostraban que tenías miedo, eso ha sido gracioso viejo... Y ahora... voy a cumplir tu deseo.
Archibald miró a Allen que se acercaba a él de nuevo.
 —¿Mi deseo?
 —Si... ¿No has dicho que soy el Dios del Sol? Pues vamos a averiguar si una estrella puede o no doblegarte.
Archibald riéndose, levantó la amatista y se la tragó.
 —¡Te falta mucho por crecer, niño! ¡Cambio de Estilo!
En ese momento, una luz purpúrea inundó el lugar y cuando cesó, Archibald tenía una forma humanoide con una gran mancha negra en su rostro que empezaba en su nariz y le cubría la parte superior del rostro.
Su armadura se volvió blanca en la parte frontal y negra en la trasera, mientras que de su cabeza salían dos enormes aletas negras.
Al ver esa forma, Allen sonrió y recordó el diario de Levinder, en especial los monstruos "especiales" que "profetizó" Veldor.
 —Vorax Cetus.
 —¡No uses mi nombre real humano asqueroso! Draconis Leo.
Seira bajó del cielo, y caminó hacia Allen, haciendo que se detuviera.
 —¿Eres tan cobarde como para no enfrentarte a mi?
Lo que no se esperaban era que al segundo siguiente, Seira fuera lanzada de golpe hacia otra parte.
Incluso Archibald miró a la persona que estaba caminando hacia ellos.
 —¿Un héroe no afiliado?
Allen se quedó mirándolo fijamente. El estilo de armadura que usaba se parecía bastante al que usaba Allen en ese momento, a excepción de que tenía un reloj de arena tumbado sobre las placas del pecho.
La armadura de ese héroe era blanca y parecía que era de porcelana, poseía una capa azul con los números romanos del uno al doce formando un círculo en ella, y su casco, del mismo material que la armadura, solo estaba por la parte trasera de la cabeza ya que por delante usaba un cristal verde jade que ocultaba su rostro, con un color azul en la zona de sus ojos. Ni el cristal ni el metal ocultaban sus orejas.
 —Esa forma... no puede ser... eres...
 —Cierto... error mío, olvidé presentarme ante vuesas mercedes.
El hombre, que tenía la voz distorsionada, se inclinó mientras su mano derecha la colocaba sobre su corazón. Allen se fijó que el hombre tenía un brazalete en su muñeca izquierda que poseía tres interruptores de colores azul, rojo y verde, al lado de un pequeño botón negro.
 —Podéis llamarme Crono.
 —¡Un momento!
El hombre, que se llamaba a si mismo "Crono" chasqueó los dedos y desapareció.
Archibald miró a todas partes, buscando a Crono, aunque al segundo siguiente, Crono apareció frente a el y lo golpeó usando su dedo. A partir de ese momento, empezó a moverse más lento, por lo que hizo que Seira interviniera contra el.
 —Veras... el tiempo es algo un tanto difícil, algo que ocurre en el pasado y has sido testigo de ello siendo tu mismo el causante debes hacerlo de nuevo en el futuro yendo a tu pasado o viceversa... siempre se corre el riesgo de que se produzcan paradojas, antinomias, efectos mariposa, o similares.
Crono miró a Seira y activó en su brazalete el interruptor rojo y el botón. Con su activación, su brazo derecho se iluminó a la vez que emitía rayos azules.
 —¡Destructor Temporal!
Crono hizo el amago de correr, aunque nunca llegó a tocar a Seira ya que apareció justo detrás de ella. Agitando su brazo derecho a la vez que daba un chasquido, hizo que la luminosidad y los rayos desaparecieran a la vez que Seira se sumergía en una explosión que duró dos segundos antes de que un vórtice tragara la explosión y la hiciera desaparecer.
Archibald miraba a Crono con el rostro desencajado, ese hombre había matado a Seira con solo un golpe, ¡ni siquiera Allen o Aegis podrían hacer algo así!
 —Tú... ¿por qué existes? No deberías existir maldito monstruo...
Allen, a diferencia de Archibald, se había dado cuenta de que la lentitud que Crono le había puesto a Archibald había desaparecido desde que hizo el chasquido.
 —¿Monstruo? Mmm... Me estás confundiendo contigo Archibald, no soy un monstruo. De todas formas, mi trabajo aquí está hecho, era solo para preservar los acontecimientos de la historia, y no es que pueda quedarme mucho más... son los problemas de que existan dos a la vez y pueda crearse una paradoja en el mejor de los casos.
Crono dijo todo eso mientras miraba a ambos, aunque Allen tenía la impresión de que lo miraba a el.
 —Además, prefiero que me llames por mi nombre.
 —¡No te atrevas a decirlo!
 —Caballero Crono.
Tras sus palabras, Crono dio otro chasquido de dedos y desapareció.
Archibald se quedó en blanco con las últimas palabras de Crono, y Allen se despidió sonriendo y agitando la mano.




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