Caballero Crono

Capítulo 21

El Payaso llegó frente a Allen y lo miró sonriendo.
 —¡Bien, pequeño humano inútil! Será mejor que te defiendas... ¡Porque morirás si no lo haces!
Antes siquiera de que pudiera reaccionar, Allen llegó frente al Payaso, emitiendo una gran cantidad de miasma rojo de él.
 —Te daré una pequeña ventaja, golpéame prim...
Antes siquiera de que pudiera terminar de hablar, Allen lo golpeó con su puño, enviándolo al cielo y, siguiéndolo de cerca, usó sus garras para generarle una ingente cantidad de cortes.
El Payaso sonreía mientras recibía esa cantidad de daño y miró a Allen.
 —¿Solo puedes hacer eso? Más que un caballero respetuoso, eres una simple bestia sin cerebro.
 —¡No toques... a una mujer...! ¡¡¡NUNCA!!!
Que Allen hablara impactó al Payaso, hasta el punto de que se dejó golpear de nuevo.
Antes de que Allen pudiera morderlo, el Payaso explotó en un aluvión de papeles, apareciendo cerca de uno de los enormes pilares negros que eran las patas de la Aranea.
 —¿Tiene conciencia...? ¿Es consciente de lo que hace...?
Allen rugió hacia el, acelerando donde se encontraba el Payaso.
 —No tiene sentido... ¡No tiene ningún sentido!
Las heridas del Payaso se curaron junto con su ropa, y en ese momento, Allen llegó frente a él con la intención de arañarlo, pero el Payaso lo detuvo fácilmente con sus manos desnudas.
 —Se supone que tú eres un maldito error en la historia... ¡el Antiguo Dios no quería que un niño se volviera el Dios del Sol! ¡Ese era el título designado a Aegis! ¡¿Por qué tú has logrado inmiscuirte hasta tal punto en la historia?! ¡¡¡Allen!!!
Con su grito, todas las personas, incluyendo los civiles escucharon sus palabras.
 —Jaja... ¡¡¡Jajajajaja!!!
La risa del Payaso se volvió extremadamente excéntrica a la par que dejaba salir de su cuerpo miasma negro y comenzó a agrietar la cúpula de Tzolkin.
—Ya sé qué haré... Si no puedo cambiar el hecho de que tú seas el Dios del Sol, ¡haré que los humanos tiemblen cuando te vean, Allen!
El Payaso apretó las manos de Allen, rompiendo sus huesos, desapareciendo tras hacerlo.

 

El Payaso reapareció muy por encima de la Tierra, cerca de la luna, y miró a la gigantesca araña que aparecía lentamente.
 —¡Mataré a ese humano!
Dirigiendo su mano hacia la araña, la envolvió en su miasma.
 —¡Evolución Perfecta!
Al igual que hizo con el Fimus, el Payaso interfirió en el desarrollo del monstruo y de la historia, desapareciendo. No obstante, al Fimus le otorgó un desbloqueo de todo su potencial, al Aranea le otorgó una evolución a su existencia futura, por lo que la Aranea se volvió un líquido negro espeso que se precipitó a la Tierra.

 

Mientras tanto, en un edificio de alguna ciudad, Julius estaba sentado fumando un puro mientras miraba a diversas personas sentadas a su alrededor.
 —Como entenderéis, ese niño es un peligro. Solo con su existencia es posible que la humanidad alcance un avance de varios cientos de años.
 —Pero Mariscal, sigue siendo un humano. No podemos hacer lo que propone.
 —No se lo discuto presidente. Pero debería entender que estamos ante algo sin precedentes.
El presidente de América se calló ante las palabras de Julius.
Los que se encontraban en ese lugar eran los siete presidentes de los continentes de la Tierra, acompañados por Julius, y el mismo Aegis.
 —Señor Levinder, ¿qué dicen las pruebas de laboratorio respecto a lo que propone el Mariscal?
 —Son concluyentes. Prácticamente es una habilidad que incluso a mí me aterroriza... la sangre se defendía de todo tipo de agentes desde el primer segundo. La infectamos con bacterias, hongos, virus... con solo el primer contacto no solo neutralizó las infecciones, las eliminó por completo.
Julius asintió.
 —Por eso mismo quiero poner a esa persona en busca y captura.
Con la declaración de Julius, Aegis sonrió sombríamente.

 

Allen miraba la masa uniforme negra en la que se había convertido el Aranea.
Los helicópteros, así como los héroes y villanos, habían abandonado la Ciudad C una vez que el Payaso destruyó la cúpula de Tzolkin usando su miasma, del mismo modo, solo se quedaron Cosmos, Moira e Inmortal en la Ciudad.
La masa negra poco a poco tomó una forma humanoide, creciendo de su espalda ocho agujas negras que se retrayeron hacia el. La boca se dividió en cuatro, con cada una de ellas poseyendo afilados dientes que sobresalían de ellos, con ocho ojos en su rostro.
Todo su cuerpo estaba cubierto con un exoesqueleto púrpura que lo cubría casi en su totalidad, sobresaliendo de sus nudillos pequeñas garras púrpuras.
El Aranea Cosmoe, en su nueva forma, miró a Allen, y éste le devolvió la mirada. De ambos emergía un denso miasma negro y rojizo que colisionaron entre ambos.
Inmortal veía la escena sin comprenderlo, ni mucho menos, creerlo. Al fin y al cabo, ambos eran la misma persona, y sin embargo, el nunca llegó a poseer ni esa forma ni ese poder cuando fue Crono, así que se preguntaba ¿qué hacía especial al actual Allen?
A diferencia del Emperador Crono, Inmortal sí que enfrentó al origen de los monstruos de Categoría EX, como lo era el Aranea Cosmoe o el Fimus Chaos. Por ello, descubrió la profecía del Antiguo Dios y entendió la razón de que el Payaso quisiera cambiar la historia tan desesperadamente, lo movía el miedo a morir y su locura en gran medida.
No obstante, nunca llegó a descubrir que poseía una habilidad. Siempre fue una incógnita si tenía o no una habilidad, y ese día, eligió evolucionar una última vez más dominando al gen. En comparación con el Emperador, que eligió una evolución que le otorgó control total sobre el tiempo, el eligió una evolución relacionada al combate.
Pero ver ese miasma rojo emergiendo de su "yo" más joven, y escuchar las palabras de un Allen futuro que el actual se estaba descontrolando, lo dejó con una pregunta que no sabía si debía hallar respuesta. Aunque lo más inquietante no era la habilidad, era el descontrol en sí. Cuando alguien se descontrolaba, se convertía en un monstruo, y Allen había adaptado el descontrol para convertirlo en una pseudo forma de su transformación en héroe. ¿Siquiera era posible ese hecho?
El rugido de Allen hizo que Inmortal recobrara el sentido, mirando como se impulsaba hacia la Aranea con su puño derecho.




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