Caballero Crono

Capítulo 22

El Aranea se levantó con sangre emanando de una grieta en su cabeza, mirando fijamente a Allen. Antes de que pudiera hacer algo, Allen dio un pequeño salto hacia el, impulsándose con sus alas y llegando frente al Aranea, propinándole otro golpe en la cabeza. Antes de que el Aranea pudiera contraatacar, Allen rugió agarrando el cuello del Aranea y comenzó a morder su hombro, llenándose el pectoral de la armadura y la boca con sangre negra.
El Aranea intentó hacer que Allen lo soltara y dejara de morderle dándole varios golpes en el vientre, la cabeza, la espalda... golpeaba sin ser consciente de dónde golpeaba.
Tras unos segundos de forcejeo, el Aranea empezó a chillar de dolor mientras Allen le empezaba a arrancar el hombro con mucho esfuerzo entre sus afilados dientes. La carne entre los dientes de Allen dejaba el cuerpo del Aranea llevándose consigo trozos de hueso y estirando varias zonas musculares que se rompían con la tensión.
Tras tragarse el gran trozo de carne, Allen volvió a rugir y, sin que el Aranea pudiera evitarlo, mordió el cuello del mismo.

 

Moira, Inmortal, e incluso el mismo Cosmos tenían el estómago revuelto por la escena tan sangrienta a la par que violenta. Sin que ninguno lo sintiera, Eclipsis y el Charibdys aparecieron en uno de los rascacielos de Ciudad C, observando al actual Allen.
 —Está tomando el camino que lo convertirá en el Destructor.
Veldor miró al Charibdys y emitió una simple orden.
 —¡Mátalo antes de que ocurra una desgracia mayor!
Asintiendo, el Charibdys desapareció de su lado y Veldor tomó interés en otra cosa.
 —Moira ha invocado al Aranea usando su magia caótica. Pero es solo eso... una invocación, no tiene nada que ver con el original que está sellado en Ciudad C.
Activando la Visión de Odín, Veldor miró un lugar específico, el hospital en la parte oeste de la ciudad que emitía un brillo negro en sus ojos. Dando un paso, apareció frente al hospital y entró en el, mirando a todas partes. No obstante, tuvo que desactivar su habilidad ya que todo lo que miraba brillaba en un intenso color negro, dejándolo casi sin visión.
Aunque incluso sin su habilidad pudo sentir el lugar donde se encontraba el sello del Aranea original, ya que, haciendo honor a su estado de Categoría EX, expulsaba una ingente cantidad de miasma incluso estando sellado. Eso se debía a que ese miasma era enviado al Aranea invocado por Moira para mantener su avatar.
Caminando por los pasillos, encontró las escaleras hacia el sótano. La mayoría del espacio estaba ocupado por estanterías llenas de medicinas, líquidos, vendas... pero lo que Veldor quería estaba más abajo, por lo que apartó a la fuerza las estanterías, dejando ver una trampilla de metal fundida con el propio suelo. Veldor comenzó a intensificar el miasma en su pierna derecha, brillando con un intenso color dorado anaranjado con el que golpeó la trampilla, haciéndola estallar en miles de trozos y, viendo la oscuridad infinita, saltó a su interior.

 

En un lugar completamente oscuro, Allen era observado por la silueta de dos personas. Uno ya lo conocía, era la persona rechoncha que salió del Charibdys, el otro, no obstante, no lo conocía de nada.
 —Es realmente interesante que poseas tanto poder, Destructor. Pero no sabes ni cómo usarlo.
 —No solo eso, Luminoso. Su miasma es energía pura, es anormal en sí misma.
 —En efecto, Oscuridad. Y eso es lo que lo vuelve tan peligroso.
Allen miraba a los dos mordiéndose los labios, no se atrevía a ser tan descarado como lo fue Inmortal con el Emperador y decir lo que pensaba.
 —Aunque es una pena que no podamos descender nosotros mismos para extirpar este cáncer conocido como "Caballero". ¿Qué deberíamos hacer, Luminoso?
El hombre rechoncho, Luminoso, sonrió y miró a Allen.
 —Podríamos arrancarle la piel, quemarlo vivo...
Allen apretó aún más sus labios y cerró los ojos con fuerza, bajando su cabeza. Tanto Oscuridad como Luminoso se rieron al ver la actitud de Allen.
 —También podemos crucificarlo, así nos miraría y no actuaría como el cobarde que es.
 —No les hagas caso.
Ambos miraron a la cuarta persona que apareció en ese lugar. Allen abrió los ojos para ver quién había hablado, viendo a una bella mujer rubia con pelo corto.
La mujer tenía los ojos celestes y vestía una camiseta blanca de seda junto a unos pantalones cortos azules.
 —De hecho Allen, tendrías que estar orgulloso de ser quién eres.
 —¡Eres tú zorra! ¿¡Cómo has llegado aquí!?
La mujer ignoró el comentario de Luminoso y miró a Allen, sonriéndole. Esa sonrisa hizo que se sonrojara un poco, pero no pasó desapercibido para ella.
 —¿Cómo vas a llamar tú habilidad? Es única, puedes hacer lo que quieras con ella, incluso podrías llegar a reescribir la realidad. Lo único malo que posee tu habilidad es su inestabilidad, nunca podrás controlarla realmente. Elige bien su nombre.
Luminoso creó en su mano un rayo y le dio forma de lanza.
 —Yo...
 —¿Crees que dejaré que hagas algo regordete?
Antes de que Luminoso se diera cuenta, una sombra con un traje lo golpeó en el estómago. La mujer seguía esperando la respuesta de Allen, mientras que Oscuridad sentía que había algo que no encajaba en este momento.
 —Allen, no tengas miedo. Esta bolita de grasa es inofensiva, y lo mismo puede decirse del diablillo al otro lado.
 —Allen, dale un nombre.
 —Y no tengas miedo de ser cursi. Sé tú mismo.
Allen respiró hondo y posó su mano derecha en su corazón, la mujer se puso tras el y lo abrazó.
 —Tranquilo. Tenemos toda la eternidad para que decidas su nombre, él puede contener a estos dos sin problemas en ese tiempo. Si no estás preparado, puedes elegir que no tenga nombre.
Allen pensó y se tranquilizó, fue en ese momento de tranquilidad que pudo ver que el miasma que salía de su interior poseía un color rojo intenso.
 —Sentimientos.
Al pronunciar esa palabra, una onda reverberó en todo ese espacio. La mujer, así como el hombre, sonrieron. En cambio, el semblante de Luminoso y Oscuridad se ensombrecieron, ya que sabían lo que habían conseguido esos dos.
 —No debes olvidar nunca el nombre de tu habilidad. Ahora está registrado en el Registro Akashico, está plasmado en la existencia del universo.
La Oscuridad desapareció en ese momento, y Luminoso miró a Allen antes de dirigir su mirada al hombre y a la mujer.
 —¡Ya veremos quién gana, zorra!
 —¿Acaso quieres otra palmadita en el estómago relleno de grasa que tienes?
Antes de que el hombre pudiera pegarle otro puñetazo a Luminoso, desapareció.
La mujer sonrió débilmente mientras hacía que Allen se durmiera entre sus brazos, luego miró al hombre.
 —¿Lo hemos hecho bien?
 —No te preocupes, Emma.
 —Pero...
 —Relájate. Allen puede con esto y más. Al menos, el Destructor no puede poseerlo, ya no es un recipiente vacío y sin habilidad.
Emma miró a Allen durmiendo en sus brazos plácidamente y sonrió.
 —Y pensar que una persona así tiene el poder suficiente para destruir el trono del Antiguo Dios.
 —¡Ja! ¿Solo eso? Allen está destinado a hacer cosas más grandiosas, ¡es un héroe!
 —Hablar así de ti mismo hace que te veas como Aegis.
 —Esa broma no tiene gracia.
Tras reírse un poco, Emma miró al hombre seriamente.
 —Lo que más temo es lo que viene después del incidente del Aranea... si Allen no lo hace bien...
 —En ese caso solo tendremos que aceptar el hecho de que no podemos ir en contra del designio del Antiguo Dios.
El hombre dio la espalda a Emma y miró a la oscuridad que lo rodeaba.
 —La Bruja del Tiempo... si Allen decide no matarla, la única línea temporal que seguirá el universo será la nuestra.
Emma miró al hombre y sonrió al volver a mirar el rostro durmiente de Allen, apartándole los flequillos de la frente.
 —Allen deberá matarme...
El hombre no respondió las palabras de Emma, ya que escuchaba en el inmenso silencio el llanto contenido de Emma, pero en su interior maldecía enormemente al Antiguo Dios, así como apretaba sus puños tanto que empezó a sangrar de ellos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.