Caballero Crono

Capítulo 25 (V2)

Allen parpadeó y frunció el ceño.
—Eso es nuevo...
Lo que acababa de ver era una visión del futuro, una premonición como la que tuvo sobre el Fimus Chaos en Ciudad F. La diferencia principal entre ambas era que la premonición actual la había tenido estando despierto, por lo que su suposición principal fue que la había tenido por el cambio por el que había pasado su habilidad como Crono.
El gen evolutivo ya no era lo único en su cuerpo, había conseguido una habilidad gracias a esas dos personas, por lo que el gen no predominaba por completo como antes, dando lugar a la premonición. Podría incluso ser un aviso de su propia habilidad de que se encontraba en el territorio de un monstruo con una categoría alta, ya que el gen le pidió a Allen que lo entregara a ese hombre que se parecía a él, por lo que el gen estaba negando su poder en Allen.
Independientemente de lo que fuera, Allen miró el festival con ojos diferentes mientras avanzaba entre los diversos puestos.

Mientras Allen vigilaba, en un callejón, un hombre jadeaba mientras se detenía y miraba detrás de él. Cuando vio a una niña pequeña de unos seis o siete años, su rostro palideció. La niña iba vestida como una sacerdotisa, con su pelo negro recogido en un moño sujetado por dos agujas, pero lo que llamaba la atención de esa niña no era su atuendo, sino sus ojos los cuales eran tan rojos y brillantes que parecían dos rubíes.
—Señor, ha perdido el juego cuando se negó a ayudarme, ha logrado llegar al segundo juego, felicidades. Gracias por su visita.
Detrás de la niña, una gran sombra tomó forma y miró al hombre que comenzó a gritar cuando lo vio, pero en el momento que lo hizo, se infló como un globo estallando poco después y llenando el callejón de sangre y vísceras.
—Espero con ansias su próxima visita por nuestra ciudad.
Con sus palabras, la niña caminó fuera del callejón tranquilamente.

Allen estaba en un puesto de takoyaki esperando su turno cuando escuchó un grito. De hecho, todas las personas escucharon el grito, solo que el único que se sobresaltó fue él.
—Aquí tienes.
El propietario le habló a Allen, pero éste prestaba más atención al grito que acababa de escuchar.
—¿Acaso nadie va a reaccionar? Mierda...
Mirando al propietario del puesto, Allen se dio cuenta de que su mirada era extraña.
—¡Alguien acaba de gritar! ¿¡Acaso no vas a reaccionar!? ¿¡Nadie va a reaccionar!?
Allen miraba a las personas a su alrededor, pero era ignorado, el único que le habló, fue el propietario del puesto.
—Niño, será mejor que no montes un escándalo... las reglas de Dios son absolutas en esta ciudad.
Allen ignoró su advertencia y empezó a correr hacia donde había escuchado el grito.
En el camino, empujó a varias personas y tropezó con varias carretas hasta que llegó a un callejón. Allí vio a una niña vestida de sacerdotisa que le devolvió la mirada a Allen.
—¿Puedes ayudarme?
Sin ser consciente de ello, Allen expulsó un leve miasma rojo de su cuerpo. Su habilidad, Sentimientos, le estaba advirtiendo que la niña frente a él era diferente. Sin embargo, no dejó de ser un acto inconsciente hecho por su habilidad, por lo que miró a la niña y habló con ella.
—¿Acabas de escuchar a alguien gritar?
La niña apuntó su dedo al callejón y comenzó a sollozar.
—Ese hombre malo... quería hacerme daño.
—¿Hombre malo? ¿Podría ser...? ¡Villano!
Sin darse cuenta de que aún había gente en la calle y estaba frente a la niña, se transformó en Crono y corrió hacia el interior del callejón.
Lo que encontró en el callejón lo dejó sin habla. Las paredes estaban tintadas de rojo con algunos trozos informes de carne, vísceras y huesos.
—¿Qué demonios... es esto?
Allen se tocó levemente el estómago, quería vomitar. Es como si la persona hubiera sido rellenada por algo hasta que explotó.
Sin aguantarlo más, deshizo su transformación y en un rincón vomitó. En el punto en el que estaba Allen, podía aguantar enfrentarse a un monstruo y llenarse de su sangre, pero seguía siendo aprensivo a un cadáver humano. Con suerte no se acordaba de que había estado devorando el avatar del Aranea cuando usó su Modo Desatado, sino estaría traumatizado.
Allen escupió saliva y salió del callejón mientras miraba a la niña pequeña.
—¿Sabes dónde se puede llamar a la policía o al ejército?
En vez de responder la pregunta de Allen, la niña lo miró apáticamente.
—Las reglas prohíben pedir ayuda.
—¿Reglas?
—Debes entretener a Dios, y una de las reglas de su juego es hacerlo solo.
El miasma rojo emergió de Allen con mayor intensidad mientras este se ponía en guardia, ya que comenzó a notar como alguien lo vigilaba desde algún lugar. No obstante, no era la primera vez que era vigilado de esa manera, por lo que Allen no le dio importancia, simplemente se limitó a decir lo mismo que dijo su "yo" futuro.
—Los dioses no existen. Y esas reglas no son más que palabrería, una persona muerta es suficiente para que los héroes de esta ciudad se muevan.
—Serás castigado si no sigues las reglas.
Con sus palabras, el sentimiento de vigilancia que sentía Allen se acentuó tanto que lo hacía sentir como si lo fueran a matar al mínimo movimiento. También se percató de que todas las personas de la calle miraban hacia ellos un momento y volvían a seguir lo que hacían al segundo siguiente.
Antes de que Allen pudiera decir algo, su miasma rojo explotó en su brazo izquierdo, transformando solo esa parte de su cuerpo en el Modo Ruptura, y lo obligó a bloquear una katana que se dirigía hacia él. La persona que blandía la katana era una mujer vestida de sacerdotisa con una máscara de kitsune con el pelo rojo.
Aunque logró bloquearlo, no solo Allen se impresionó por el hecho de que su miasma tomó control de su brazo, la chica y la mujer también se impresionaron por los rápidos reflejos de Allen así como el miasma rojo que emitía, ya que ahora sí que era visible.
Pero eso no fue todo, ya que con ese intercambio la mujer miró fijamente el miasma rojo e imperceptiblemente, sus manos temblaron.
—¿Ha bloqueado la katana?
Los ojos de la niña se abrieron de par en par, impactada por el hecho de que Allen pudiera bloquear el ataque sorpresa. No obstante, su sorpresa no duró mucho, ya que pronto frunció el ceño y sus pupilas se acentuaron hasta que se convirtieron en dos pequeños puntos negros, haciendo parecer que poseía dos joyas carmesíes por ojos.
Mientras, el brazo restante de Allen también fue controlado por su miasma y su puño y antebrazo fueron cubiertos por la armadura del Modo Ruptura, lanzándole un puño cargado de miasma hacia la mujer con la katana.
<¡Peligroso!>
La mujer se retiró en el momento justo, aunque pudo sentir la fuerza que poseía el miasma rojo con ese leve intercambio.
—¿Qué le pasa a Sentimientos? Qué remedio...
Allen apretó la mandíbula y saltó hacia la mujer con su puño abriendo el camino.
—¡Bloquealo!
Siguiendo la orden de la niña, la mujer usó la vaina de la katana deteniendo el puño de Allen.
<Interesante...>
La mujer miraba el ojo derecho de Allen con interés, ya que su iris radiaba en múltiples colores.
<Jugar contigo... será entretenido...>
Tras sus palabras, la mujer desapareció en un estallido de llamas. Después, Allen se giró hacia la niña que seguía observándolo de la misma manera.
—¿Qué eres?
Con su pregunta, la niña solo sonrió sombríamente.
—Has matado al Aranea, y enfrentado al Fimus, ¿y aún preguntas qué soy? Para ser el receptáculo de dos cosas tan únicas, eres muy lento para entender las cosas... acabarás muerto si sigues así.
—¡¿Categoría EX?!
La niña sonrió pero su atención pronto se dirigió hacia otro lado, desapareciendo como un espejismo. En el momento que la mujer y la niña se fueron, los brazos de Allen volvieron a la normalidad y su miasma rojo se tranquilizó.
Allen miró a su alrededor, descubriendo que el resto de personas en la calle seguía haciendo sus propias cosas, no se inmutaron en lo más mínimo por el intercambio que tuvo con la mujer y la niña.
—¿Qué demonios pasa en esta ciudad? ¿Por que nadie reacciona?




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