Caballero Crono

Capítulo 27

Tras salir de la cafetería, Allen caminó entre las calles hasta que empezó a anochecer. No caminaba sin ningún rumbo fijo, ya que estaba dejando guiarse por el miasma rojo hacia algún lado.
En una intersección, el miasma rojo cesó de guiarlo aunque Allen frunció el ceño, era donde encontró el cuerpo del hombre y donde fue atacado por la mujer con katana.
—Llegas tarde para comenzar el juego.
Allen no se sorprendió al escuchar esa voz, menos cuando vio a la niña con ojos rojos caminar relajadamente entre la multitud.
—Una vida no es ningún juego, pequeña. Ni siquiera ese al que llamas dios tiene derecho de llamarlo así.
La niña sonrió y se encogió de hombros.
—El primer juego será el pilla pilla. La única regla es no dejarte atrapar, si lo necesitas puedes usar a los humanos como escudos.
Allen frunció el ceño al escuchar sus palabras. Ni siquiera sabía qué debía decir para protestar, pero las siguientes palabras de la niña lo dejaron pensativo.
—Si te pilla, serás un cadáver como el de esta mañana. Por otro lado, si ganas, ¡felicidades! podrás vivir el día de hoy.
Si lo que le dijo el anciano en la cafetería era cierto, la Categoría EX, Vulpes Lunaris, estaba reiniciando el día una y otra vez sin parar, y el propio Allen se había adentrado en su territorio.
Antes de que Allen pudiera decir algo, detrás de la niña había una sombra que se hizo cada vez más grande hasta que tenía la altura de un pequeño edificio. Sintiendo un pinchazo en su nuca, causada por el miasma rojo, Allen saltó hacia atrás y esquivó por poco la mano de aquella extraña sombra.
Por si fuera poco, junto a la sombra apareció la mujer con la katana, haciendo que Allen se mordiera la lengua. En cuestión de segundos, Allen se transformó en Crono y se aceleró a sí mismo, corriendo entre los tejados.
La mujer miró a la sombra, haciendo que siguiera a Allen.

Lo que intentaba Allen era alejarse de los civiles de la ciudad y enfrentarse a esa sombra, pero por más que buscaba algún lugar sin personas solo encontraba zonas llenas de puestos callejeros y personas caminando entre las calles.
Sintiendo un pinchazo en su nuca, Allen miró a su espalda, viendo a la sombra que lo seguía a una velocidad considerable incluso teniendo en cuenta que a diferencia de el, no se estaba acelerando a sí mismo.
En su siguiente paso, Allen se impulsó en el borde de un tejado, rompiéndolo mientras se lanzaba hacia el cielo y su brazo derecho comenzaba a emitir chispas azules y una intensa luz blanca. En ese momento, dejó de acelerarse a si mismo y se giró, encontrándose de frente a la sombra que estaba por agarrarlo.
—¡Destructor Temporal!
El puño de Allen impactó en la sombra, cubriéndola de luz y haciéndola hinchar como un globo en su espalda, el miasma de Allen no hacía el mismo efecto que en los demás monstruos sobre la sombra. A esas alturas, la sombra se agrietaría y acabaría explotando antes de ser tragada por un micro agujero negro, sin embargo, estaba absorbiendo el efecto de la explosión y hacía que su espalda se hinchara.
Frunciendo el ceño bajo el casco, Allen pegó una patada en la sombra y se impulsó alejándose de ella. Aprovechó esos momentos para mirar abajo, aguantándose las ganas de gritar, viendo como ninguna persona les hacía el más mínimo caso ni a él, ni a la sombra que lo seguía.
Allen chasqueó la lengua y se quitó la capa en el momento que la sombra se acercó a el, cubriéndola con ella evitando así que pudiera ver. Acto seguido, ralentizó al máximo posible el tiempo alrededor de la sombra usando su capa como detonante y se dejó caer al suelo.
Nadie se molestaba en mirarlo, la única persona que lo miraba sonriente era la niña que estaba sentada en el taburete de un establecimiento. Tres segundos, ese era el tiempo que la sombra había estado ralentizada, ya que tras mirar a la niña Allen sintió un pinchazo en su nuca y miró al cielo, viendo a la sombra que se lanzaba hacia el. Aunque Allen no se alarmó, aún tenía muchas cosas guardadas bajo su manga, por lo que en ese momento todo su cuerpo se calentó a grados insoportables para cualquier humano normal mientras su armadura cambiaba y accedía al Modo Ruptura.

Mientras la niña, el avatar del Vulpes, mantenía a Allen entretenido, mandó a Emma a hacer un par de cosas para erradicar a Allen por completo y al miasma rojo que poseía.
Emma estaba en un antiguo templo abandonado, pero el templo no era lo que la niña le había ordenado hacer, su objetivo era la puerta Torii del templo.
El seudónimo de Emma, Bruja del Tiempo, se debía a su habilidad. Ya que Emma procedía de una línea temporal diferente donde la magia existía, esa línea temporal se fijó más en el desarrollo de la magia y no en el desarrollo de la ciencia. Cuando en esa línea temporal aparecieron los monstruos no estaban tan indefensos como en la línea temporal donde residía Allen, aunque el miasma les afectó de igual forma impulsando sus habilidades con la magia.
El Emperador Crono la conoció durante el incidente del Vulpes en su juventud, por lo que una vez que selló el tiempo en la Tierra fue fácil para él dar con la línea temporal de Emma, aunque por otra parte, el poder del Emperador dejó de crecer una vez que selló el tiempo ya que como residente de la Tierra, su propio tiempo también se selló.
Desde pequeña, Emma consiguió grandes logros en la magia temporal y con el paso del tiempo se convirtió en una de las grandes potencias de su línea temporal... aunque no acabó usando su habilidad en pos de la humanidad y al igual que otros, hizo un trato con la Oscuridad, convirtiéndose en una bruja en el proceso. A cambio de conocer más hechizos al usar su habilidad, la Oscuridad se adueñó de su "libertad", usándola como peón en esa línea temporal para expandir su influencia.
Uno de los muchos hechizos que ganó Emma fue en específico uno que le alargaba la vida, aunque parecía una mujer de no más de 30 años en realidad poseía más de 1000 años. Al vivir tanto tiempo, logró descubrir la guerra que había entre la Oscuridad y el Gran Luminoso por el trono del Antiguo Dios.
También descubrió varios secretos de la Oscuridad, entre ellos, el origen del Umbralux así como el lado en el que se encontraba en aquella guerra. Con el paso del tiempo comprendió que la guerra transcurría en todas las líneas del tiempo a la vez, y los apóstoles del Gran Luminoso así como los de la Oscuridad combatían entre las lineas temporales. Sus combates podían dirigirlos a alguna línea temporal que no conocían, creando detrás de ellos una grieta por la que se filtraba el miasma y le otorgaba a los vivos habilidades.
Pero hubo una línea temporal que solo observaban por temor, la línea temporal donde residía Allen. Ni siquiera la Oscuridad o el Gran Luminoso se atrevían a descender en esa línea directamente. Después de que Emma cumplió más de mil años, dejó de escuchar las órdenes de la Oscuridad, y la guerra por el trono del Antiguo Dios se detuvo abruptamente.
Ese fue el momento que conoció al Emperador Crono, contándole la realidad tras el repentino silencio de la Oscuridad.
Resultó que al "dios" que le vendió su libertad a cambio de poder cayó en la línea temporal en la que no se atrevían a acercarse tras un intercambio de golpes con el Gran Luminoso. Los cuatro apóstoles de la Oscuridad le siguieron, pero algo salió mal... se separaron... y el Gran Luminoso en una línea temporal futura ordenó al Payaso enviar allí a tres personas que él mismo eligió: eran Archibald, Veldor, y Moira.
Eso fue lo único que le reveló el Emperador antes de secuestrarla y revelarle quien era él realmente. Tras ello, la envío a su pasado en un punto muy importante. La Ciudad P, así como el evento actual relacionado al Vulpes Lunaris estaban relacionados profundamente con Allen así como con el Emperador Crono, ya que fue en este punto donde Allen se dio cuenta de lo débil que era, dándole el empujón que necesitaba para convertirse en el Emperador.
Aunque Emma no sabía qué debía hacer, el Emperador no se lo explicó, solo le dijo que su presencia era inevitable ya que estaba escrita desde que nació, por lo que se dejó llevar por la marea de los acontecimientos. Poco sabía ella el error que cometería momentos después.
—Lo primero sería colocar el recipiente en un lugar cercano al Torii.
Emma miró a un hombre vagabundo que había capturado en el camino y lo colocó a medio metro de la puerta Torii, donde dibujó un pentagrama con un ojo en el centro y usó una mezcla de minerales y su propia sangre para hacerlo.
Por lo que Emma sabía y había visto, este universo no tenía ningún tipo de conocimientos arcanos, como mucho tendría una burda brujería que rozaba el fanatismo, ya que se desarrollaron en un aspecto más tecnológico y una vez que apareció el miasma, fue impulsada aún más.
La mayoría de monstruos no tenían suficiente inteligencia como para reconocer esos detalles, solo les importaba la más básica de la destrucción por donde pasaran. Una ínfima minoría tendría ciertos niveles de inteligencia, haciéndoles capaces de hablar, razonar, o como mucho, emplear tácticas en mitad de un combate, por lo que Emma tenía cierto nivel de desconfianza hacia el Vulpes si no fueran por las palabras del Emperador: "el Vulpes posee la llave de tu vida o de tu muerte, elige sabiamente lo que haces".
No entendía completamente lo que intentaba decirle el Emperador con esas palabras, pero dudaba sobre lo que debía hacer. Si unía sus fuerzas con el Vulpes y mataba a Allen, no sabía las consecuencias que tendría para ella, y si se enfrentaba al Vulpes estaba segura que moriría en el primer respiro. Por lo que decidió de momento seguir las órdenes del Vulpes, poco sabía ella el desastre que traerían sus actos.
Cuando Emma comenzó el hechizo, en una de las esquinas del templo abandonado apareció una sombra con unos ojos rojos intensos y una boca blanca perfecta que sonreía hacia ella.
—Qui in regno suo tenebras creat, principem malorum. Illuminet, quaeso, praesentia tua. Infinita tenebrae.
El vagabundo en el círculo estalló en llamas moradas mientras que Emma vio en la puerta Torii como se formaba un agujero negro.
En ese momento, la sombra en el templo se lanzó hacia la puerta Torii, permitiéndole emerger de ella como una llama negra que descendió hacia el vagabundo. Después de que el vagabundo absorbió la llama negra, se levantó tranquilamente y sonrió hacia Emma mientras que ella temblaba incontrolablemente.
—Has sido una buena chica, bruja.
Emma conocía la voz que salía del vagabundo, ya que era la Oscuridad misma con la que hizo un trato.




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