Vulpes se reía sin parar mientras todo a su alrededor era un iridiscente bosque de relámpagos.
Junto al cuerpo de Allen apareció Sombra, que se arrodilló y lo tocó entre titubeos, sus manos temblando y su rostro oculto por la cogulla roja que ensombrecía sus ojos.
Cuando llegaron Mago y Titán, ambos se quedaron mirando petrificados el cuerpo de Allen. El único que continuó caminando hacia Vulpes fue Shinobi, con su katana en su mano izquierda y la ninjato en su mano derecha.
Al ver que Shinobi avanzaba hacia Vulpes, Mago intentó hacerlo entrar en razón, deteniendo su avance con un hechizo. Sin embargo, el cuerpo de Shinobi lanzó una potente corriente eléctrica, rompiendo el conjuro de Mago y siguiendo caminando hacia Vulpes.
—¡Shinobi, Vulpes está por morir descontrolado! ¡Aléjate de ella!
Con sus gritos, Titán le sujetó el hombro, mirándolo seriamente mientras se quitaba la chaqueta militar amarilla, arrancándola de su cuerpo.
—No te metas en esto viejo.
Incluso Sombra siguió a Titán, dejando a Mago atrás junto al cuerpo de Allen.
—¿¡Acaso no lo entendéis!? ¡Vulpes está por explotar! ¿¡Qué vais a hacer!?
—Matarla.
Sombra respondió tranquilamente a Mago, mirándolo por encima del hombro. Pero solo esas palabras y esa mirada hicieron que Mago tuviera un leve escalofrío.
Titán se quitó los tirantes mientras su camisa se rompía y su musculatura, así como su altura, aumentaba levemente. Sombra, en algún momento, dejó de caminar, ya que sus piernas estaban unidas a las múltiples sombras que producían los destellos sobre Shinobi y Titán.
—Shinobi, ¿acaso no se suponía que uno se convertía en monstruo al descontrolarse? ¿Qué coño le pasa a esa zorra?
—A saber... al ser un monstruo desde el principio debe ocurrirle algo diferente, Titán.
—Empiezo yo.
Sombra habló mientras su brazo derecho se convertía en una aguja oscura semitransparente, seguido por todo su cuerpo. En cuestión de unos segundos, Sombra desapareció y reapareció frente a Vulpes, atravesando sus extremidades con sus brazos y piernas convertidos en agujas negras semitransparentes.
Shinobi apareció detrás de Vulpes en ese instante, atravesando sus pulmones con cada hoja e induciendo electricidad en su interior.
Sombra empezó a mover a Vulpes, obligándola a situarse frente a Titán, el cual ya alcanzaba una altura cercana a los diez metros. El calor que producía el cuerpo de Titán hacía que el suelo se derritiera.
Una vez llegó frente a Vulpes, Titán la miró con el ceño fruncido. Las venas de su sien estaban tan abultadas que daban la impresión de explotar en cualquier momento, al igual que sus puños.
Vulpes dejó de reír y miró a Titán con una sonrisa y sus ojos desencajados.
<¿Crees que tú y tus amigos, con vuestra minúscula fuerza, podéis matarme? Ya lo intentó Allen... ¡Y mira lo que le ha pasado!>
—Hija de puta...
Antes de que Vulpes pudiera mover sus colas hacia Shinobi, Sombra las cortó manipulando su sombra. Shinobi, por otra parte, giró ambas hojas, haciendo que el Vulpes sangrara por la boca y hocico.
Shinobi comenzó a gritar, convirtiendo su cuerpo en electricidad y uniéndose al Vulpes, al igual que Sombra. Titán alzó su puño derecho y apuntó hacia Vulpes.
<¡Intentadlo! ¡Ya he matado a Allen! ¡El futuro no existe!>
—¡Divisor de Mundos!
Con sus palabras, Titán impactó el puño en el cuerpo de Vulpes, formando un terremoto y un enorme cráter que se extendió sobre toda la ciudad.
Pasaron unos meses desde el terremoto que destruyó Ciudad P, llevándose con él cientos de civiles así como héroes, villanos e incluso soldados.
El mariscal Julius se negaba a responder las preguntas del gobierno respecto a lo que ocurrió, en parte queriendo ocultar la información respecto a la dimisión de Titán y también debido a que Levinder le confirmó que fue hecho por el propio Titán, ya que encontró restos ensangrentados de su antiguo cuerpo en la zona del impacto, así como sangre de monstruo.
Por otra parte, Emperador estaba usando la mayor parte de su habilidad en estabilizar el tiempo del presente. Cuando la cúpula que bloqueaba la Ciudad P fue demolida, el tiempo se descuadró, formando una paradoja y una grieta que podría traer un monstruo del mundo negativo... o incluso algo más peligroso.
Mientras tanto, Guardián y Emma buscaban una forma de resucitar a Allen. Descubrieron que la presencia de Destino, así como la mirada que le dirigió a Emma, eliminó el control de Oscuridad sobre ella, por lo que podía hacer libremente lo que quisiera.
Inmortal en cambio, fue a luchar contra el Destructor, parando momentáneamente su camino hacia otra línea temporal. Lo que intentaba desesperadamente era retrasar el máximo tiempo posible al Destructor, evitando que se acercara al presente aunque tuviera que enfrentarse también a algunos apóstoles del Luminoso.
Tras volver a Ciudad F, Shinobi les hizo saber a los demás sobre la muerte de Allen.
En cierta medida, Sombra y Titán habían acabado casi con todo rastro de delincuencia en la ciudad. No se había salvado ni siquiera el menor de los delitos.
Por otra parte, Shinobi y Leid estaban fijados en encontrar a Eclipsis, pensaban que ya que tenía cierto nivel de cercanía con Charibdys, podría salvarlo a cambio de algo. No todos estaban de acuerdo con ello, pero no tenían más remedio que aceptar el hecho de que solo la habilidad de Charibdys podía salvar a Allen.
Aunque con el paso de los meses Shinobi y los demás se dieron cuenta que desde la aparición del avatar del Fimus, ni Eclipsis ni el Charibdys habían vuelto a aparecer.
Mago se encontraba devastado tras ver el cuerpo de Allen. Su muerte era algo que no debería ser posible desde un principio.
Mientras sopesaba las consecuencias de la muerte de Allen, Payaso lo miraba desde atrás sonriendo.
—¡Hola, Mago!
Sin sorprenderse, Mago se giró y vio a Payaso barajando cartas en sus manos, sonriéndole.
—¿No se supone que tú deberías estar buscando al Destructor por orden del Luminoso?
Con la pregunta de Mago, Payaso se puso serio y dejó las cartas caer en el suelo.
—¿Me lo dices tú, que has ayudado a los tres dioses de la Tierra a escondidas de Luminoso?
Con el reproche de Payaso, Mago tuvo un escalofrío antes de mirar a su derecha. Al ver su reacción, Payaso sonrió.
—¿Y quién es ese para ordenarme nada? No soy su apóstol por elección, ¡me obligó!
—Tranquilo... tu secretito está seguro conmigo...
Sin atreverse a mirar a Payaso, Mago se giró y comenzó a caminar hacia algún lugar en la oscuridad solo para detenerse al escuchar las palabras de Payaso.
—Nadie cree al loco del Payaso al final... incluso si digo que Destino fue el responsable de la muerte de Allen para que dejara de tener el gen evolutivo y la divinidad del Antiguo Dios...
Mago no se giró, no podía ver la sonrisa macabra que tenía Payaso en su cara, mirándolo mientras decía todo aquello. Sin embargo, y para deleite de Payaso, Mago comenzó a temblar.
Editado: 10.11.2024