Allen abrazaba el cristal mientras varios Charibdys estaban atravesándolo con sus brazos agujas, salpicando la sangre en el suelo, en un intento de que soltara la divinidad cristalizada.
—Creo que lo único que no haría por amor... sería...
Pensando, Allen sintió como le volvían a atravesar las piernas y brazos, haciéndole escupir sangre mientras se negaba a soltar el cristal pese a tener los brazos rotos. Ya de por sí era un milagro que pudiera sujetarlo por tanto tiempo sin desfallecer ni morir desangrado.
—Lo que no haría por amor sería dejar de amar... Nunca dejaría de amar a alguien.
<¿Entonces no dejarías de amar por amor? Eso es un tanto poético...>
Payaso miró al cielo, a Destino, y le empezó a gritar mientras una guadaña rosa se desplegaba sobre sí misma y aparecía en sus manos.
—¡Deja de incordiar, viejo! ¡¿No ves que esto no es asunto tuyo?!
Destino solo sonrió ante las palabras de Payaso antes de volver a mirar a Allen, hablando de nuevo.
<¿Sabes? La mayoría de personas en el mundo acaban con quien menos se lo esperan.>
Allen sonrió pesadamente mientras de las comisuras de sus labios salía un pequeño hilo de sangre. No obstante, aunque Allen sonriera, sus ojos mostraban otra cosa...
—Lo sé. Pero yo estoy fuera de la ecuación. Al fin y al cabo, soy la oveja negra que el rebaño señala.
<En esa basta y extensa mayoría de personas, todos acaban encontrando el amor en alguien que nunca se esperan. ¿Qué te hace diferente del resto?>
Con esa pregunta y palabras, Allen ya no podía más, estaba al limite de lo que podía soportar emocionalmente, por lo que sus ojos terminaron por nublarse y comenzó a llorar silenciosamente.
Al ver el llanto de Allen, incluso Payaso y Destino se quedaron sin palabras posibles para decir ya que las lágrimas de Allen no eran cristalinas, sino de un rojo intenso, era sangre.
—Sé que no soy especial, solo soy un punto minúsculo en el universo entero... solo soy un niño soñador que quiere ser amado.
Una gota de las lágrimas sangrientas de Allen se deslizó de su mejilla cayendo al suelo, haciendo que a los pocos segundos creciera en esa pequeña mancha un puñado de hierba.
—¿Acaso estás jodiéndome...? ¿Qué clase de broma es esta?
Payaso miraba no solo la sangre que corría por las mejillas de Allen, también la hierba que creció en el suelo donde cayó una gota.
<Al que conocen como Destructor, el apóstol del Luminoso bajo el pseudónimo, Muerte, tenía ese tipo de pensamiento también, Allen.>
Allen sonrió al escuchar hablar sobre el Destructor.
—No es lo mismo... Yo soy yo, puede que haya otros como yo, como Inmortal, Guardián, o Emperador, pero no soy yo...
<¿Y quién eres tú exactamente, Allen?>
Allen sonreía ante la pregunta de Destino mientras lágrimas de sangre continuaban cayendo de su rostro.
En otra parte de Ciudad F, Moira miraba el libro en sus manos, donde había un único dibujo nuevo. El resto de hojas estaban en blanco, o más bien, se tornaron blancas desde el momento que Vulpes le cortó la cabeza a Allen.
El dibujo presentaba a Allen sentado en el suelo, sonriéndole a una rosa que crecía de su mano desgarrando su piel y alimentándose de su sangre. Su corazón presentaba un agujero producido por algún tipo de corte, latiendo mientras la sangre fluía fuera de él. Y lo que más le llamaba la atención a Moira fue el rostro de Allen, ya que sonreía mientras lloraba sangre.
El título que el Registro le otorgó no fue otro que "el preso condenado a amar en soledad".
—¿Qué piensas de esto?
Moira no estaba sola, ya que a su lado se encontraba una pequeña burbuja de líquido negro espeso, era el propio Fimus Chaos, o al menos, lo que pudo emerger de su sello cuando lo visitaron Shinobi y Sombra.
<...>
—Fimus.
<Yo... Moira, estoy al nivel del Antiguo Dios, puede que incluso sea mas antiguo que él, por lo que puedo asegurarte que no puedo morir. Pero...>
Moira se quedó callada junto a Fimus. Sabía a qué se refería, una vez que el presente cambiara, ninguno viviría para contarlo, ya fuera ella, Archibald o Veldor. Se crearía un futuro nuevo, desconocido incluso para Luminoso u Oscuridad, ya que serían obligados a continuar su guerra en el presente sin poder acceder a líneas temporales alternativas, ya que fueron creadas por el poder de Destino al buscar una alternativa.
—Solo dime si esto es algo bueno o malo...
<Depende de cómo quieras verlo... Para toda criatura viva, es algo bueno, incluso milagroso me atrevería a decir, ya que Allen tomará otro camino diferente al de Destino. Pero para Allen...>
—Lo entiendo... Para Allen es un infierno en vida...
Fimus no respondió, era obvio que el futuro de Allen sería tortuoso, el Registro nunca se equivocaba al final, ya que resumió su futuro en una simple pintura así como en unas pocas palabras.
<Al menos no tendrá que soportar el peso de ser un dios... eso desmoronaría aún más su ya escasa autoestima... La eternidad es insoportable aún teniendo compañía, si está en soledad...>
—Ser un dios se convierte en un tormento inimaginable.
Moira dijo los pensamientos de Fimus, tras lo cual, se quedaron en silencio mientras miraban donde estaban todos reunidos.
Destino esperaba la respuesta de Allen con una sonrisa, aunque para Payaso y los demás, a excepción del grupo de Shinobi, lo miraban expectantes por lo que respondería.
Apareciendo frente a Allen, Oscuridad tomó la forma de una sombra humanoide, tocando el cristal rojo e impregnándolo con una negrura sin límites.
<¡No dejaré que interfieras en mi objetivo de ser un dios, mocoso!>
Allen miró a Oscuridad, frunciendo el ceño mientras apretaba el cristal aún más entre sus brazos, intentando romperlo pero la oscuridad que tiznaba el cristal dañaba a Allen formando cientos de agujas minúsculas que atravesaban su piel.
<¡Rómpelo, Allen, y líbrate de las cadenas que te impuso el Antiguo Dios!>
Allen apretó la mandíbula, expulsando una gran cantidad de sangre entre sus dientes mientras Oscuridad intentaba introducirse en el interior del cristal negro hasta que se escuchó un crujido, pudiendo observarse una leve y minúscula grieta en el mismo.
<¡¿Quién te crees que eres?! ¡¡¡Eres solo un miserable humano!!!>
—¡¡¡Jódete!!!
Cuando Allen replicó a las palabras de Oscuridad entre gritos, el cristal se agrietó por todas partes hasta que estalló en miles de trozos, y junto a él, miasma rojizo del cristal fue expulsado hacia todas partes, cubriendo a todos los allí presentes.
Destino miraba sonriendo lo que ocurrió, y en meros segundos, apareció junto a Allen y lo cargó mientras aparecía de nuevo junto al grupo de Shinobi, protegiéndolos a todos del miasma rojo con una barrera dorada.
<¡Todos al suelo!>
El miasma rojo no era lo único que impactaba en la barrera que creó Destino, también varios ataques de Archibald y Veldor, así como de Oscuridad, Charibdys, Payaso y Mago.
<¡Deja de defenderlo, Destino!>
—¡¡¡Allen!!!
Ni siquiera Destino era capaz de aguantar tantos golpes de tantos seres tan poderosos, ya que por cada golpe era obligado a retroceder un par de pasos mientras sus piernas temblaban considerablemente.
Emperador, Guardián e Inmortal se levantaron y ayudaron a Destino a soportar los ataques, sujetándolo para evitar que retrocediera más. Pronto, se unieron a ayudar Titán, Sombra, Shinobi, Megan, Leid y Vicky.
<¡Allen a qué esperas!>
Con el grito de Destino, Allen salió de su estupor y miró a todos. Le defendían a él, era su única defensa ante esas personas que querían matarlo, y él estaba inerte sin ayudar ni saber qué hacer.
<¡Tienes mucha más fuerza que estos idiotas! ¡Solo tienes que decirlo!>
Allen miró la palma de sus manos, sangraban a través de miles de puntos que atravesaban su piel y músculos, hechos cuando Oscuridad tocó el cristal. En ese momento, otra lágrima de sangre cayó al suelo a la vez que se abría una enorme grieta en mitad de la barrera de Destino, separando a ambos grupos y haciéndolos retroceder.
—¿Eso es...?
Payaso sonrió cuando notó el denso miasma que surgía de aquella grieta, eclipsando incluso el miasma rojo de los resquicios del cristal en el aire.
Emperador, en cambio, miró a Destino urgentemente.
—¡Si no me equivoco, ese de ahí adentro es el Destructor!
Destino solo creó otra barrera mientras sonreía, alejándolos de Allen y dejándolo solo fuera de la misma.
—¡¿Qué demonios haces?!
<Tranquilo Inmortal... Merecerá la pena dejar las cosas así...>
Allen, en cambio, miraba el interior de la grieta sin comprenderlo. Escuchaba algo infinitamente minúsculo del interior, pero no sabía que era. Fue ese ruido que hizo que dejara de llorar.
En el momento que Oscuridad hizo un movimiento contra Allen, de la grieta emergieron varios látigos de miasma negro que lo protegieron.
—¿Quién... eres?
Mirando el interior de la grieta, Allen estaba perdido en su oscuridad, e incluso sin saberlo se levantó y comenzó a caminar hacia la grieta. Los gritos de Shinobi y los demás pronto se tornaron susurros en los oídos de Allen, escuchando solo un leve gemido y una respiración entrecortada.
—¿Estás bien...?
Con su pregunta, Allen se rió de sí mismo e intentó acercarse a esa persona que había dentro de la grieta, la cual se alejaba cuanto más se acercaba.
—Soy un poco hipócrita... esa pregunta no es fácil de responder, sobre todo porque sé que en momentos se miente para no preocupar a nadie...
Al quitarse las lágrimas de su rostro, Allen siguió riéndose y miró a esa persona que se escondía de él.
—Yo soy Allen.
<¿Por qué llorabas... y ahora te ríes?>
La pregunta hizo que Allen pensara detenidamente, suspirando mientras se sentaba en el suelo y mirara a esa persona.
—Esas voces en mi cabeza me preguntaron sobre el amor. Yo nunca he sido bueno al acercarme a una mujer para intentar que fuera mi pareja, de hecho, siempre me han insultado por ser tímido. Además, soy el prototipo feo del mundo... es normal que esté solo.
<Yo... yo también estoy solo...>
Allen sonrió pesadamente y se sentó en el suelo.
—No es malo estar solo, las mejores personas siempre están solas. Las personas con buen corazón son las solitarias, las discriminadas por ser diferentes.
<¿Entonces soy bueno?>
—¿Por qué no ibas a serlo?
Ante la pregunta de Allen, la persona se mantuvo en silencio.
—Las personas malas de verdad son como los que están afuera... Quieren matarme por algo que no he hecho, por un futuro que no he elegido.
<Yo... Yo soy malo... Yo... Maté gente, mucha gente...>
Allen negó sonriendo.
—No eres malo.
Solo esas palabras fueron suficientes para que se empezara a escuchar un llanto. Allen fue expulsado de la grieta mientras la misma se situaba en el cielo, mirando el suelo.
<¡¿Qué has hablado con el Destructor?!>
Oscuridad fue el primero en reclamarle a Allen lo que hizo en la grieta, pero en respuesta, Allen solo sonrió.
—Cosas de chicos, algo privado, no eres nadie para ordenarme nada. Pero quiero haceros una pregunta a todos, ese tan temido Destructor... ¿es en realidad tan malo?
La mayoría ni siquiera se atrevió a responder, Payaso y Oscuridad fruncieron el ceño, en contraste a Destino que sonrió mientras alternaba su mirada entre Allen y el interior de la grieta.
<¡El Destructor es...!>
—No estoy preguntando lo que es, sino si es tan malo como siempre decís que es.
Allen, sin darse cuenta, empezó a irradiar miasma azul, el cual eliminaba el miasma negro y comenzaba a difuminar el miasma rojo.
—El no es malo. Ni es ningún asesino, solo es un crío al que habéis usado como si fuera un soldado. Un niño debe jugar, no tener el poder de dominarlo todo, ni crear milagros, ni nada... es un niño.
Situándose alrededor de Allen, apareció una ilusión de Destino diferente, difuminada y sin forma fija, que duró apenas unos segundos. Ese fue un indicativo de que toda la realidad estaba cambiando, y el único detonante de ese cambio fue la reunión entre Allen y el apóstol del Antiguo Dios, el Destructor.
Editado: 10.11.2024