Caballero de brillante armadura

Lady Dorothy

Lady Dorothy es la hija única del rey, una princesa elegante y rica. El reino de su padre siempre había sido atacado por gente extranjera que quería invadir el reino para quedarse con Inglaterra. Sin embargo, su padre tiene un grupo de caballeros que son los que van a combatir contra esas batallas.

Lady Dorothy estaba en problemas. Algunos rebeldes habían invadido el palacio con su padre y ella adentro, y su madre, que todavía estaba escondida. Uno de los hombres quiso asesinarla, pero cuando estaba a punto de pasar, su cabeza salió volando.

Por otra parte, lady Dorothy levantó la mirada y se dio cuenta de que un caballero era el que había matado a ese hombre y le había salvado la vida.

—¿Está bien, princesa?

Ella asintió y tomó su mano, que él le había ofrecido para levantarse.

—Gracias por salvarme.

—Solo hago mi trabajo, majestad...

—¿Puedes quitarte un momento la armadura?

—Princesa, yo..

—¡Solo un momento, por favor!

—Está bien..., dijo el caballero, y se quitó la parte de arriba de la armadura, dejando ver su rostro. Lady Dorothy sonrió y asintió, haciendo un gesto para que se la volviera a colocar.

—Gracias por tu generosidad al haberme salvado. Si no hubiera sido por ti, seguramente ya estaría muerta. Eres un verdadero caballero. Tengo el placer de saber tu nombre?

—Princesa, por favor, a esconderse. No tengo tiempo para esto, respondió el caballero, y se fue corriendo, desapareciendo en la distancia.

La princesa Dorothy se quedó allí parada y luego se fue a buscar un escondite, preguntándose: ¿Quién era aquel caballero y cuál sería su nombre?

—¿Quién será...? Me intriga demasiado saber quién es, se dijo a sí misma.

—¡Hija! ¡Por aquí!, escuchó la voz de su madre en el escondite secreto del castillo, donde todavía se encontraba su padre.

—¡Este reino no es suyo! ¡Jamás lo va a ser!

Todo mi grupo y yo sacamos nuestras espadas. Yo era el líder del grupo de caballeros. Nos preparamos para defender al reino más que nuestra propia vida y fuimos corriendo hacia la invasión extranjera, haciéndolos caer uno por uno. Caballos heridos también caían al suelo, como si fuera culpa de ellos las maldades de las personas. Había sangre por todas partes y también restos de personas, brazos y cabezas picados. Nuestras espadas estaban teñidas con la sangre, representante de la defensa hacia nuestro reino.

—¡Es un honor para nosotros servirle al rey! ¡Y defenderemos mientras podamos cualquier hermano que muera en batalla morirá defendiendo su reino y su vida de estos extranjeros!

Todos levantamos nuestras espadas y las unimos, preparados para cualquier cosa que viniera. A pesar de que ya el grupo estaba muerto, vendría más ejércitos. Desde lejos, desde el Oriente, se podía ver más caballos. Nos pusimos en posición, preparados para una siguiente batalla, así como habíamos hecho día tras día, año tras año. Y esta gente no se rendía.



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En el texto hay: @caballero, @inglaterra, @guerras

Editado: 19.03.2025

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