—Ataquen!, grité con fuerza para que todos avanzáramos. ¡Protejan al rey!
Veinte de los caballeros se pusieron alrededor del rey. Me sentí un poco más tranquilo y seguí avanzando para comenzar la guerra. Lady Dorothy también estaba por allí. Me entretuve al verla y me caí del caballo. Si no me hubiera dado la vuelta, seguramente me hubieran matado. La espada estuvo muy cerca de mí, pero al menos pude desviarla de la mano del hombre y apuñalar.
—¡Cuidado! ¡Viene fuego!
Bolas de fuego caían del cielo. Muchos de mis caballeros cayeron. Yo era prácticamente el único que seguía a pie, pero no podía continuar con la guerra. Yo solo era demasiado y, por más que quisiera, no podía.
—¡Sir London, al palacio!, gritó lady Dorothy.
—No puedo, princesa... Jure lealtad al rey hasta la muerte.
Avancé en mi caballo negro y no me detuve ni un momento. Con todos los que se veían a mi alrededor, los atacaba. Cuando me caí del caballo, miré a mi alrededor. Me tenían rodeado, pero en ese momento llegaron más caballeros. Dorothy había llamado a más ejército.
-¡ATAQUEN!
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"Un brillante caballero me ha jurado lealtad hasta la muerte, ha decidido arriesgar su vida para proteger a toda Inglaterra y también ha salvado la vida de mi hija. Tendrás un lugar en el palacio para entrar y salir todas las veces que quieras, y también tienes toda mi confianza. A partir de ahora, serás el caballero personal de mi hija y la acompañarás en todo momento que ella decida estar en una situación que tú veas peligrosa para ella. Aunque preferiría que nada de eso pasara. ¡Sir London! ¡Viva Sir London!"
"¡Viva Sir London! ¡Viva Sir London!", resonó mi nombre en toda Inglaterra.
La princesa me miraba con orgullo y yo la miraba con admiración, haciéndole reverencias. Ella me hacía gestos para que no me arrodillara delante de ella. Se podía decir que no era muy formal, que digamos.
Pero lo que más me hacía feliz en ese momento era haberme ganado la lealtad del rey y también el respeto de toda Inglaterra.
—Es un honor para mí servirle a usted, majestad. Es todo un honor poder hacer que Inglaterra no sea un lugar de guerras, sino más bien un lugar de paz. Y si se forma otra guerra, también voy a estar en ella, porque no solamente estoy defendiendo al país, sino también defendiendo mi dignidad. Porque no podría estar de brazos cruzados viendo cómo todo se cae a mi alrededor sin poder hacer nada.
—Esa es la verdadera actitud de un caballero", dijo el rey. Y tú, hija, ¿qué tienes que decir sobre Sir London?
La princesa Dorothy me miró y luego sonrió de medio lado.
—Muchas gracias, Sir London. Si no hubiera sido por usted, yo no estaría en este mundo. Pero gracias a su valentía y confianza, a su fuerza y carácter, yo estoy aquí en este momento. Ya a esta hora, sería una dicha para mí que se cumpliera la decisión de mi padre, que seas el caballero que me esté protegiendo todo el tiempo, que yo pueda confiar en ti en todo. ¿Estás dispuesto a eso?
Hice una reverencia y asentí con firmeza.
—Entonces, por el poder que me otorga la espada sagrada de mi padre, te nombro mi caballero personal para servirme a mí en todo momento, para estar para mí cuando más se necesite y, sobre todo, para cuidar de mi vida.
—Gracias, princesa....
—Por favor, llámame Dorothy... respondió la princesa con una sonrisa.