La princesa Dorothy era una persona un poco... descarada. Por decirlo así, literalmente a esa mujer nada le daba vergüenza. Me contaba sobre absolutamente todo, y hasta sobre la edad que le bajó el período. Yo estaba cada vez más incómodo, pero solamente sonreía nerviosamente escuchando sus cosas de mujer.
—¿Entonces guerra de armas o guerra de sentimientos? me pregunté a mí mismo. Porque esta mujer es todo lo que un hombre desea... Puedo sonar loco, pero me estoy enfrentando a una guerra más peligrosa que una guerra de fuego y armas. Lo peor es que ni siquiera le puedo decir nada a la princesa y debo escuchar sus cosas de mujer porque sino el rey me mataría si la lastimara.
—Princesa..
—Oh, nononono, te dije que no me llames princesa. Quiero que me llames Dorothy. No es necesario tanta formalidad.
—Perdón, prince...
—¡Oye! Ya en serio, estás molestándome, me dijo con una sonrisa.
—Perdón. No quería molestarla, alteza.
—Increíble. Le dije que me dejara de llamar princesa y ahora me llama alteza, que suena muchísimo peor. Me hace sentir como si tuviera 60 años, se rió.
—¡Lo siento, lo siento! Tienes razón, Dorothy... Por cierto, ¿cuántos años tienes?"
—Tengo 18
—22... Bastante joven para estar sufriendo por esta guerra.
—Pues sí, pero gracias a ti estoy viva, Sir London. ¿Usted es un hombre casado?
—¿Yo? No... Mi esposa fue asesinada en una de estas tremendas guerras que hubo hace 3 años atrás.
—Oh... Lo siento mucho...
Dijo ella con empatía y comprensión
—Tranquila, en Inglaterra se puede esperar lo que sea. Me sorprende que yo todavía no esté muerto. Supongo que es porque sé defenderme, pero ella... Ella era inocente.
—A veces las cosas no son como esperamos, y pienso... ¿Vale la pena seguir luchando por lo imposible? preguntó Dorothy.
—No digas eso... Nada es imposible si fuera imposible, para eso tiro la espada y dejo de luchar, pero no puedo hacerlo.
—Eso es verdad, pero tantos años en guerra y todavía seguimos con lo mismo.
—Sí, al parecer ese país extranjero no va a detenerse, jamás.
—Hasta haber acabado con todo
—Sí, pero tú ahora eres mi protegida y yo te cuidaré. ¿Entiendes?
—Gracias, Sir London.
—Ahora soy yo el que no quiere que me llames de manera formal. Por favor, llámame Ezequiel..
—¿Ezequiel? ¿Por qué?
—London es mi apellido, Ezequiel London.
—¡Buena combinación! Yo me llamo Dorothy Santinela.
Le di un pequeño beso en la mano, sintiendo la delicadeza de su guante. La suave tela fina con la que estaba hecho me sorprendió. Lo que me sorprendió fue que ella se quitó el guante para que yo besara su mano descubierta.
—No era necesario, princesa. Yo solamente quería demostrar respeto.
—De todas maneras estaba haciendo calor, como para tener guantes.
—¿Calor? Bueno, yo no sentí nada.
—La verdad quería que me besaras sin guante, porque si lo hacías con guante, no me estarías besando a mí, sino más bien a él, dijo Dorothy con una sonrisa.
—Buen punto, pero de todas maneras, mis labios se sentirían en la textura de tu piel princesa.
—no sería lo mismo, Ezequiel. Y ya te dije que no me llames princesa.
—Lo siento. Lo siento es que estoy muy acostumbrado a tratar a la familia real de esa manera...
—Entiendo, Vamos a tener que platicar más. Tu entrenamiento te voy a dar una orden: vas a escribir mi nombre 60 veces en un papel. Si no se te graba mi nombre, entonces vas a escribirlo 500 veces hasta que entiendas que debe decirse Dorothy.
Sir London se quedó perplejo ante las palabras de la princesa
—¿Es necesario?
—¿Te atreves a desobedecer a tu...? empezó a decir Dorothy, pero se detuvo y se rió. Tú mismo me estás diciendo que no me llames princesa, así que creo que sí puedes desobedecerme un poco, ¿verdad?"
Me sonrojé un poco, creyendo que había sobrepasado mis límites, pero ella solamente se rió a carcajadas y sacudió la cabeza.
—Tienes razón. A veces suelo ser un poco bipolar... Pero no es exactamente una orden. Sin embargo, me gustaría que te grabaras mi nombre. Detesto que me llamen princesa. Solamente lo acepto por mi padre, porque es demasiado formal.
—Entiendo. Intentaré llamarte por tu nombre. Lo prometo.