Cacería de Cenizas

Quinto Asecho: Obsesión

Cuando parecía que había acabado, la invocación dorada toma del cuello a mi aliado y lo azota contra la pared, apretada su mano y puesto su rostro frente al del dragón, molesto. Parece que mi amigo está perdiendo ante aquel ente, mas voltea a verle y le dice unas palabras, confiado.

—Más fuerte, por favor —emite el multicolor, atravesado el cráneo de su oponente por una flecha purpura que lance, visto por el emplumado que tengo mi arco apuntando a nuestro rival.

Sin pensarlo más, el dragón abre su hocico y de ahí expulsa una cantidad de energía luminosa que termina pulverizando al extraño demonio brillante, desaparecido para siempre de la existencia.

—¡Maldición! Eso se veía muy peligroso —enuncio impresionada por haber visto al colorido en un posible aprieto. Si el dragón arcoíris no me hubiera ayudado en esta batalla, es seguro que yo ya no existiría más.

—¡Vaya! Eso no se supone que pasaría. Tienes mucha mala suerte por encontrarte con él y buena por tenerme cerca. —alega el dragón arcoíris y apareciendo enfrente de mí en un haz de luz.

—¿Sabías que vendría por aquí? ¿Cómo?

—Porque venias con Maynard. Es solo que no tenía idea de que hubiera algo similar en el laboratorio. Eso es mi culpa —explicó el dragón sonriendo leve.

—¿Por qué tanto interés en protegerme y ayudarme?

—Bueno, la verdad he estado muy aburrido y lo que haces se ve interesante. Espero no te moleste.

—Para nada. Aunque pudiste haberme ayudado antes.

—No lo hice y no pienso hacerlo. Esta vez fue especial. No puedo decirte los detalles, sólo que parece que las artes ocultas de la familia Pridh fueron posiblemente robadas —responde el dragón poniéndose algo pensativo, luego continúa—. Ahora necesito encargarme de eso, por lo que tu mejor sigue avanzando. Estos son asuntos de los dragones y no querrás verte involucrada cuando es peligroso. ¿Cierto?

—Sí, será mejor que me vaya. Gracias por la ayuda, aun así. —Anunciado aquello, me di la vuelta y continue mi camino, abierta la puerta gracias al aliento del ser multicolor, cerrada por éste mismo una vez salí de ahí, no sin antes decir algo más.

—Suerte. Espero vernos otra vez pronto —mencionó el ente luminoso, apartado de mi vista por la pared que colocó entre ambos.

Sigo el camino que se me había indicado antes. El husmear un poco al avanzar me trae cierta nostalgia y una pequeña situación que tuve con Maynard en el pasado.

«Las cosas para nuestra organización iban muy bien. La Elite de fuego alcanzaba sus metas y se podía dilucidar lo pronto que todo lo planeado se efectuaría sin problema. Sin embargo, aunque esto nos alegraba a muchos, a algunos hacía pensar que era hora de avanzar con metas propias.

Uno de ellos era Maynard. Cuando lo conocimos ya habíamos leímos todo lo que había hecho. Sus experimentos habían llegado demasiado lejos en el pasado, todo con la excusa de que, algún día, estos descubrimientos ayudarían a la humanidad de maneras inigualables.

Apoyo a las ciencias y a las investigaciones en pro al desarrollo, aparte comprendía la lógica que mi compañero científico exponía; no obstante, no podía aceptar algo así, no en esos momentos en los cuales nuestros objetivos estaban tan cerca de ser cumplidos como para manchar nuestro nombre de esa manera.

—¿Podrías al menos considerarlo un momento? —Me decía Maynard, furioso, mientras se tocaba la frente con una mano y sus ojos estaban sobre mí llenos de ira. Ese día el científico me había llamado para hablar con él en su lugar de trabajo. Platicamos primero como siempre y me expuso un plan que tuve que negar de inmediato, pues las condiciones para cumplirlo eran inhumanas.

—Ya lo consideré miles de veces. No puedo dejar que hagas eso. Por eso estabas en prisión y siento que aún no es tiempo para...

—¡Son unos vagabundos, förbövelen! No puedo creer que te preocupe algo así. ¡Son una peste que todos deseamos eliminar, din jävla idiot! —vociferó el científico haciendo ademanes llenos de furia. Él caminaba por todo el laboratorio maldiciendo y mordiéndose el labio inferior del enojo. Esto le afectaba tanto que al hablar soltaba palabras en su idioma natal.

—Estás siendo muy grosero. Sabes lo que opino de las personas que interrumpen —respondí a Maynard ahora molesta. Él suspiró y bajó la mirada, a la par que su rostro se iba relajando lento. Era obvio que le había dolido lo qué le dije.

Förlat, pero en verdad quiero hacer esto. Durante toda mi vida he trabajado para descubrir la cura de diferentes enfermedades, así como métodos para cambiar la vida humana y así darle la oportunidad a cualquiera de tener una vida “normal”. Pero, aunque avance mucho, algún día moriré y siento que no llegaré tan lejos si no lo hago así.

—Maynard, te entiendo perfectamente; pero esas personas también tienen un lugar y pronto lo veras. —Le dije más tranquila, a la par que comencé a retirarme dándole mi veredicto final. —La respuesta sigue siendo no, lo siento —aclaré antes de llegar a la puerta principal del lugar. Me sentí devastada y frustrada por la situación. En esos días ya contábamos con poderosos enemigos y un miembro de la elite en desacuerdo con nuestros planes podía significar un verdadero problema. Llegué hasta la puerta del laboratorio y la abrí con mi mano, pero antes de salir, Maynard dijo una última cosa.

—No aceptas esto, pero sí que vayamos hasta el inferno a buscar información que no deberías en vida ver. No te comprendo, pero si dices que tú a mi sí, entonces eres una egoísta —replicó el científico con un rencor mordaz, retomando su trabajo al terminar. Yo, al oír esto, me enojé bastante, aunque decidí ya no decir más e irme, puesto él tenía razón».

Después de pensar en lo que había pasado entre Maynard y yo, me doy cuenta de que estoy llegando al final del pasillo, y cuando veo la puerta que tengo enfrente puedo observar que posee la placa: «Laboratorio Principal». Aquí es donde Maynard debe encontrarse, vivo o muerto, cosa que sólo podré averiguar si entro a buscarle.




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