Cacería de Cenizas

Duodécimo Asecho: Aniquilación

No puedo ignorar esas voces. Aparte estoy muy aburrida y aún no tengo nada de sueño. Lo mejor para pasar el rato es investigar, así que me pongo mi capa de invisibilidad y esta vez, de manera más cuidadosa, salgo al balcón de mi habitación a ver qué produce lo que se escucha.

Al salir percibo el crepúsculo, la noche está ya casi por llegar.

Debajo de mi habitación se encuentran más balcones, el sonido viene de uno que está hacia el lado derecho de mi habitación, todavía escucho cómo allá adentro alguien está discutiendo. Aunque la voz me parece conocida no puedo discernir de quién se trata, así que, con cuidado, me acerco usando mi habilidad de flote y teniendo cautela al caminar para no crear un sólo ruido.

Entro a la habitación encontrando en ella un hermoso bosque lleno de altos pinos, frondosos árboles y largos pastizales. Parece como si me hubiera metido a un jardín secreto o algo así. Noto que por encima no hay techo, supongo que esto es para alimentar a las plantas con luz solar. En las paredes distingo el símbolo de los elfos, eso revela que que está acondicionada para alguno de ellos, por eso mejor cuido mis pasos convirtiéndome en zorro e ignorando la capa, pues haré menos ruido así que si camino invisible. No sé si los elfos tienen buen sentido auditivo, pero no quiero arriesgarme.

Después de explorar un rato de manera muy silenciosa, me topo con un extraño tejaban hecho de madera y lleno de enredaderas. Por debajo de él se encuentran varios muebles muy hermosos, y en uno de ellos está sentado el rey de los Elfos: Albrench. Él está platicando con su guardaespaldas, Kashia. Ella está parada a su lado con las manos por detrás, sin decir mucho. Ambos parecen estar sólo parloteando de algunas cosas de su reino, pero algo increíble resulta suceder después.

—Mira, perdona si fui hostil hace unos momentos. Sé que la extrañas, yo también quisiera estar en casa sin mortificarme por estas tonterías; pero también, como yo sabes, debemos estar aquí. No sólo por los eventos, sino por la información que aún no se nos da. —Le dice Albrench a su caballero. Parece ser que los gritos que había escuchado hace unos momentos eran del rey de los elfos. No sé a qué se esté refiriendo, pero puedo ver la expresión de la mujer elfo, la cual está llena de tristeza. —Ya se retrasó demasiado. ¡Esto es ridículo! —exclama Albrench bastante molesto.

—Si lo desea puedo ir a buscarlo —propuso la elfo al momento, provocada más ira en el rey.

—¡No! Llamar la atención de los demás es lo que menos quiero. Deseo pasar esto por desapercibido —responde el soberano levantándose de su silla y sirviéndose vino blanco en una copa, tomado de una jarra de plata colocada cerca de su asiento. De pronto, justo por enfrente de ellos, aparece alguien que yo ya conozco, una de las únicas personas con las cuales pude entablar una conversación amena en 3akat: Yurgermot.

—Una disculpa si tarde en venir, pero no quería que Nicolás se diera cuenta —explica el mago fantasma apenado por la situación, pero entonces el rey elfo sonríe y se sienta una vez más en su cómodo mueble para poder escuchar al espectro que tiene enfrente.

—No hay escusas para un retraso, Yurgermot. Lo que sí es que me gustaría saber es cómo hiciste para escapar de Nicolás y Aldo —comenta el rey con una oscura voz. Luego el elfo bebe algo de vino, sonriente, sin perder la mirada del fantasma.

—Sólo esperé a que se peleara con Aldo. Siempre pierde la atención a todo cuando eso sucede —aclara Yurgermot, algo nervioso. Albrench se le quedó viendo durante unos momentos con una cara de incredulidad. Lo comprendo, Nicolás desea que lo veamos cómo alguien atemorizante, pero termina siendo un mal chiste, de esos qué te hacen reír ide manera incomoda.

—¡Ejem! Yurgermot… —dice Kashia bastante seria viendo al fantasma, esto hace que reaccione y así continúa hablando.

—Sí. Bueno, dejándonos de temas irrelevantes. Tengo la información qué me pidió, rey de los elfos —comenta con una mirada bastante tenebrosa. Albrench ríe desde su asiento, bastante satisfecho con lo que ha oído.

—Te escucho, Yurgermot. Si es lo que necesitamos, te prometo que te recompensaré como te lo prometí —aclara Albrench sonriente y con un tono bastante serio. Al parecer él está más que ansioso por recibir las noticias del fantasma, esto se nota por cómo sus dedos golpean su copa uno detrás de otro.

—Resulta que el sujeto en cuestión es un antiguo miembro de la Elite de fuego. —Cuando Yurgermot dice esto puedo ver los cambios en las expresiones de Kashia y Albrench, mientras yo me impresiono por ello. Mi interés incrementa, cualquier cosa que tenga que ver con la Elite de fuego me atañe.

—¿A qué te refieres con antiguo? —replica el rey confundido. Yurgermot cierra los ojos unos momentos y piensa su respuesta. Luego, al abrirlos, responde.

—A que desistió una vez que pasó el tercer juicio. Además, él fue el único miembro de esta organización que no fue hasta el Infierno en los eventos que sucedieron antes del primer juicio —explica Yurgermot.

Recuerdo haber reunido una cierta cantidad de aliados cuando sucedió la travesía a algún lugar en especial. Tengo memorias de una gigantesca puerta, un guardián y una poderosa entidad; sin embargo, no tengo idea si se trata del «infierno» cómo lo dijo el fantasma. Aunque tengo algunas evocaciones de aquella conversación entre todos los miembros de la Elite de fuego, como Annastasia había afirmado haber estado en aquel lugar mitológico, al igual que Herald una vez me explicó que el Infierno no era otra dimensión, sino otro lugar dentro de nuestro mismo mundo, incluyendo el Paraíso.

Todo indica que nuestra organización alguna vez estuvo en ese sitio, que encontramos una manera de acceder, pero, ¿por qué desearíamos visitar un lugar así? Además de eso, tal parece que hay un miembro de nuestra organización que desertó. Uno qué no quiso ir al Infierno, ¿tal vez?




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