Cacería de Cenizas

Decimoctavo Asecho: Memorias de fuego abandonadas

Frente a mis ojos se han hecho presentes cada uno de los doce miembros que conforman la familia de las bestias sagradas, los mismos que construyeron el mundo años atrás, los que forjaron las montañas, llenaron los océanos, conectaron los volcanes, congelaron los polos, abrieron los cielos, generaron la vida, quienes pusieron cada pieza en su lugar para que este mundo fuera habitable.

Por alguna extraña razón, al estar cerca de todos los miembros de la familia D’Arc, mi corazón late de manera muy rápida, no por nervios o miedo, sino por otro sentimiento, el mismo que siento desde que Jiovanni casi me asesina a las afueras de la entrada a Cyber.exe; me hace pensar que algo hizo él, o la auraforma de Pridhreghdi, en mí para que pudiera sentir esto.

No obstante, eso no es lo interesante. Jamás había visto a ninguno de ellos antes, sin contar a los que me he topado en mi aventura desde que desperté en la Torre del comienzo o en el caso de Víctor, que lo conocí en el pasado antes del primer juicio. A pesar de esto, de alguna manera inexplicable, reconozco todos sus rostros y el nombre de cada uno, como si el conocimiento hubiera sido inyectado en mí con tan sólo tenerlos enfrente reunidos.

Me parece que no los veré juntos tan seguido y es posible que este conocimiento desaparezca cuando se separen, así que observo a cada uno de ellos con detenimiento para aprender su nombre y apariencia.

Primero tenemos a Víctor D’Arc: un joven de piel morena brillante y estatura media alta; de ojos rojos pequeños; tiene cabello café oscuro y dientes puntiagudos, como los de un tiburón. Su círculo mágico es rojo.

Cerca de él se encuentra Kevin D’Arc: un muchacho de piel morena aperlada y de estatura media baja; posee brillantes ojos azules, tiene cabello castaño claro. Sus blancos son como los del anterior, aunque este se ve más tranquilo que el sonriente de su hermano. Su círculo mágico es de color azul.

Por otro lado, también está Shester D’Arc: un hombre de piel morena de tono dorado y estatura baja; de cabello revuelto castaño. El interior de su boca brilla al rojo vivo, como si fuera acero puro, además que despide un poco de humo. Su círculo mágico es de color gris metálico y rojizo.

Luego está Max D’Arc, el hombre que me lanzó el hechizo en la Torre del comienzo. Su apariencia es la misma y parece muy feliz de verme. Su rostro despliega mucha alegría. De todos los hermanos, es uno de los más altos y delgados. Su círculo mágico es de color lila muy claro, casi blanco.

Poco lejos de él está Roberto D’Arc, uno de los dos hermanos de Xeneilky que vi en el Coliseo de la aniquilación. Su mirada parece estar bien clavada en mí, me da el presentimiento de seguir sin poder caerle del todo bien como a los demás. De todos los hermanos, es sin duda el más delgado y uno de los más bajos de estatura. Su círculo mágico es de color morado oscuro.

Al lado de este último está David D’Arc, la otra bestia sagrada que vi en el torneo de la aniquilación. Esta vez su sonrisa es más oscura de lo que recuerdo, tengo el presentimiento de que sus intenciones el día de hoy no son para nada de mi agrado. David es casi el más pequeño de sus hermanos, sólo uno le gana en ser el más chaparro entre todos, o al menos eso puedo ver desde aquí. Su círculo mágico es de color rojo carmesí, muy rosado.

Por debajo de esta bestia se encuentra Alan D’Arc: un joven de tez blanca y estatura alta por debajo de Max; delgado, mas no tanto como Roberto; de cabello oscuro corto y ojos de color rojo carmesí. Lleva en estos momentos una leve sonrisa en un rostro bastante relajado. En cada dedo de sus manos Alan lleva un anillo de acero redondo y plano. Su círculo mágico es de color celeste.

Al costado izquierdo del anterior se encuentra Raúl D’Arc, quien es el más bajo de estatura entre sus hermanos, al parecer. La bestia es de tez morena aperlada, con cabello algo largo de color castaño y muy ondulado. Sus ojos son rojo carmesí y muestra un rostro lleno de maldad y locura, con una evidente sonrisa repleta de emoción. Por encima de su frente tiene puestos unos googles de cinta café oscura. Éste se encuentra abrigado por una prominente gabardina café. Su círculo mágico es de color morado.

Entre Víctor y Shester se encuentra Jiovanni D’Arc, quien ya conozco desde hace tiempo, más que a la mayoría. Al principio creí que estaría molesto de verme, pero su sonrisa dice lo contrario; es obvio pensar que cree que ésta será la última vez que joderé a su familia. Su círculo mágico es de color cian.

Por encima de Jiovanni se encuentra un sujeto un poco más alto qué Raúl, su nombre es Enrique D’Arc. Él es un hombre de tez blanca con complexión musculosa, pero menos marcada que la de Víctor o Shester. Su cabello es castaño  y sus ojos son rojos como los de Jiovanni. Su círculo mágico es de color naranja rojizo.

Por último, por encima de todos los miembros de la familia, se encuentra el que le prestó sus habilidades a Xeneilky en la Caverna Drak’Led, quien creó la pared de hielo para dejarme escapar del Coliseo de la aniquilación: Garu D’Arc. Es apenas un poco más alto que Raúl, sino es que son de la misma estatura; es de tez blanca muy pálida, con ojos amarillos como los de Xeneilky. Garu no tiene cabello, se nota que se lo ha rapado por el color de su cráneo entre negro y verdoso; aun así, por encima de donde debería estar su pelo tiene lo que parecen grandes picos de hielo, estos hacen alusión a una abundante cabellera gélida, al igual que en sus manos y pies tiene lo que se asemejan a grandes garras de hielo; además, detrás de su espada le crecen alas rotas también hechas de agua congelada. Su círculo mágico es de color celeste claro.

Los doce hombres que conforman la familia D’Arc por fin se han presentado ante mi después de todo este tiempo. Ya era hora de vernos las caras frente a frente y que los conociera, pues ellos son los que están reprimiendo a mi amigo de poder recuperar su verdadero yo.




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