La entrada a la sala común de nuestra organización debe ser abierta. El vitral que está construido sobre ésta tiene que ser destrozado, y para que Luxio no lo haya quebrado con su voz, significa que debo ser yo quien destruya dicho objeto que obstruye mi camino hacia nuestro último campo de batalla, el escenario final, la arena que definirá el futuro tanto de nuestra organización como de Gaia II y la humanidad. Todo está aquí, justo enfrente de mí, detrás de este conglomerado de bellos cristales, colores y luces.
Me pongo enfrente del vitral dejando un poco atrás a los demás miembros de la organización, levanto mi mano para tocar dicho objeto y así tratar de trozarlo con mi fuerza física. No obstante, me detengo a pocos centímetros de tocar el vidrio, pues aún tengo mis dudas sobre avanzar por este camino; pero viendo a mis amigos detrás, quienes me apoyan, me hace sentirme confiada de que el futuro se ve brillante para todos, por lo que regreso mi mirada al vitral con una sonrisa y decido continuar.
—Dio Moujoh! —exclama Axel antes que toque el vitral, los cual hace voltear a toda la elite hacia él, quien mira desde abajo a Luxio y le habla —Aink luxqen dio llo kenio neno bukki yup ne ziria? —pregunta el dragón a la auraforma naranja, quien se queda pensando unos momentos antes de responder.
—Ne ziria bukki lev dio qi nint. Fen coun rikko bem dio nobka, un dio ame —contesta el dragón con un rostro muy serio y unas palabras muy frías. Aunque no entiendo lo que dicen, me da la impresión de que están conversando sobre mí, pues Luxio no deja de verme.
—Eb nobtsui, Luxio —replica Axel con una voz más pasiva, esto provoca que el dragón lo mire algo molesto.
—Fen lae darat rubic. —El dragón de la resurrección sonríe de oreja a oreja, para luego verme y cerrar sus ojos alegres en señal de que ha hecho algo que me gustara, tal vez.
—Domkan —dice Axel, mientras que Luxio vuela hasta donde se encuentra toda la elite, por encima de nosotros, para luego pedir que le hiciéramos espacio para hablar conmigo.
—Es verdad lo que dice Axel. No puedo dejarte que vayas así nada más, serás sólo un estorbo en esta batalla. Por esta ocasión especial te perdonaré; pero te advierto que será la única vez que lo haga. La próxima no te será tan fácil que te regrese lo que dejes atrás, humano —explica Luxio, quien se ve muy molesto por lo que está a punto de hacer: regresarme mi piromancia púrpura.
Luxio extiende sus alas e invoca de nuevo a Priitsu, el espíritu de la linterna, quien se hace presente justo enfrente de mí, y al verme me pide avanzar hacia su cuerpo para tocarlo como lo hice en el pasado en favor de entregarle el fuego púrpura que me pidió.
Sin pensarlo accedo a hacer esto último, tomo con ambas manos la linterna y siento cómo el brillante fuego púrpura que se encuentra dentro de ella vuelve a mí, regresándome todas mis habilidades como piromante del fuego morado.
—Muchas gracias, Axel, Priitsu… Luxio. No tengo palabras en mi conocimiento para que puedan entender lo feliz que me hicieron regresándome mi piromancia. Les prometo que venceré al piromante azul encapuchado sin lugar a dudas. No los defraudaré —digo al mismo tiempo que creo una pequeña llama púrpura por encima de mi palma derecha y con la izquierda tomo mi espada sin ningún problema usando mis poderes psíquicos para que llegase a ella.
—Eso esperamos. Más vale que salgas victoriosa, mujer. La piromancia te da una gran ventaja en contra de él. No olvides eso —dice Luxio algo más calmado al ver mi rostro después de escuchar mi agradecimiento y determinación.
—Tu poder es increíble. Sé que puedes acabar con el piromante azul sin problema alguno. Recuerda que estos problemas son de los humanos, y por más que nuestra familia pueda resolverlos fácil, esto es algo que les corresponde a ustedes como especie. Sólo ustedes, los humanos, tienen la obligación de detener a ese sujeto —explaya Axel con una mano en su mentón y la otra en su cadera, lo cual resuelve mi duda del porqué Luxio no le retira la piromancia al sujeto encapuchado, pues él puede hacerlo sin problema alguno y así todo se resolvería; pero los dragones tienen otro entendimiento, para ellos nuestra vida es muy aparte de la de ellos, influyen en ella sólo por diversión y nada más. Aunque Axel me comenzaba a caer bien, me doy cuenta que es igual que Luxio.
Hago un esfuerzo exorbitante por no desvanecer mi sonrisa al escuchar lo que Axel dijo, luego miro a Priitsu y éste sólo sonríe viéndome de frente.
Me acerco al vitral una vez más y, sin pensarlo más, lo toco. Siento detrás de él la puerta e inclusive al piromante, por lo que creo una onda expansiva psíquica desde mi mano que quiebra el vidrio produciendo un estallido y estruendo que seguro aquel hombre escuchó.
—Éxito mujer, espero verte pronto. La clave para vencerlo es solo revelar quien es. ¡Je, je, je! —Dice Luxio retirándose por medio de uno de los símbolos de la familia Pridh, al igual que Priitsu. Axel, por otro lado, sólo se queda ahí parado esperando a que abriéramos la puerta y entráramos a la sala común con una sonrisa en su rostro y mostrando sus relucientes dientes de dragón.
Decido ignorar esto último y empujo la pesada puerta de la siguiente habitación, me abro paso para ver en su interior siguiéndome todos el paso.
La sala común de la fortaleza de las ánimas sigue siendo la misma, nada ha cambiado en ella durante los años que no la hemos usado. La única diferencia aparente del lugar es que en medio del espacio vacío de la mesa central se encuentra, de espaldas, el sujeto que estamos buscando: el piromante azul encapuchado.
—Así que por fin te has decidido aparecer después de todos estos años que estuviste ausente, mujer —dice el piromante sin voltear a vernos. Alrededor de este hombre se hacen presentes un montón de llamas azules que bailan cerca del sujeto, sus larga prendas oscuras se mueven y se ilumina el área cerca de él. Pequeñas llamas azules continúan apareciendo por todo el gigantesco salón alumbrando el lugar con una luz fría que adorna muy bien el sitio.