Oscuridad.
Continuo muy metida en mis pensamientos, intento dilucidar todo lo que ha ocurrido en apenas unas cuantas semanas, es posible que ni siquiera en un mes.
Todo a lo qué me enfrenté, vi, descubrí, sufrí y crecí. Aquello que dejé atrás y tomé con mis manos usando cada parte de mi fuerza para que se quedara conmigo y, aun así, lo perdí.
No sólo recuperé mis memorias, también mi dolor. La búsqueda por la verdad parecía haber terminado para mí, mas no para el mundo.
Escucho que alguien toca a mi puerta. Me encuentro sentada en medio de mi oscura habitación, tan sólo pensando, esperando. Invito a pasar a la persona de afuera girando la perilla de la puerta con mis poderes psíquicos y abriéndola para aquel desconocido.
Annastasia entra en el lugar dando cortos y cuidadosos pasos, cierra la puerta detrás de ella impidiendo así que la luz del exterior toque su espalda y resalte su silueta. Una vez adentro enciendo por encima de mi palma izquierda una llama púrpura pequeña, la cual ilumina mi rostro y el de mi amiga, quien está muy seria.
—Toma asiento, por favor —pido a Annastasia. Ella se acerca a la silla con ruedas que está junto a la cama donde me encuentro sentada, la arrastra hasta ponerla enfrente de mí y se coloca en ella dejando caer su cuerpo en el gran espaldar de su asiento.
—Es un cuadro algo deprimente estar aquí, ¿no? —pregunta mi amiga, ya con sus brazos unidos por encima de su regazo.
—Apenas y han pasado unos días. No dejó de pensar en todo lo que ocurrió. No es que no pueda superarlo, pero parece tan irreal.
—Te entiendo. Aunque hayamos vivido milenios, seguimos siendo humanos. Siendo muy honesta, no esperaba una reacción tan fría de ti. Creería que por fin te has vuelto loca.
—Ciertamente —respondo con una ligera sonrisa a mi amiga, mientras reclino mi cuerpo hacia atrás y me sostengo con ambas manos detrás de mí y a los costados, apoyadas en la cama.
No he estado del todo inactiva ni encerrada. Es sólo que los últimos días me la he pasado más seria de lo común y he vagado en las cercanías del lugar para pensar en silencio, intento acomodar mis ideas de todo lo que ha ocurrido en los últimos días, en cómo retomaré lo que he dejado solo por mucho tiempo, sin mi guía.
—Nuestro objetivo sigue siendo el mismo, ¿no es así?
—¿Qué no es obvio, acaso?
—¿Lo es?
—Y estúpido, también —respondo a mi amiga, quien tiene aún dudas sobre mis palabras en el acantilado—. Seguimos buscando lo mismo a pesar que el mundo ya no es dónde encontramos todo ese mal. La información que Herald y Maynard me dieron indica que los humanos no han cambiado en nada, y nuestro objetivo existe por los problemas de nuestra raza. A mí no me importan las demás, pero las alianzas y el poder es necesario. Debemos actuar sobre los siete reinos por obvias razones —contesto a Annastasia con algo de coraje y flojera. Ella no cambia su expresión en ningún momento.
—Eso me hace feliz, Marianne.
—¿Qué?
—El simple hecho de que estés segura de lo que deseas, que sigas estando firme en tu objetivo, hace que la Elite de fuego siga viva. Gracias.
—Andas muy sentimental últimamente. ¿Pasa algo?
—Estoy bien. —Ella intenta no cambiar su faz, pero noto que hubo un pequeño espasmo en ésta. Algo le sucede a Annastasia.
—Es sobre el piromante azul, ¿verdad?
—Drick no aparecerá durante un tiempo. Lo que Luxio hizo…
—Creías que era él —odio interrumpir a las personas, de verdad que sí, pero Annastasia está justificando un hecho. Me oculta algo a su parecer. Deseo apoyarla y me tomé la libertad de demostrarle que hablo en serio.
—Estoy segura de a quién me enfrenté.
—¿La viste?
—Así es, Marianne. Me mató con ella. —Al ver el rostro serio y preocupado de mi amiga comprendo lo que pasa, es por eso que me hace estas preguntas, que está aquí conmigo en la oscuridad. Los problemas parecen haberse ido, mas ahora entiendo que siguen a nuestro alrededor como asquerosos buitres esperando el momento oportuno.
—Descuida, las cosas van a resolverse. Tienes mi palabra. —Me inclino hacia adelante para buscar una de las manos de Annastasia y tomarla con mi izquierda. Al hacer esto, mi amiga me ve a la cara y encuentra mi sonrisa. Esto provoca que ella sonriera con un poco de nostalgia y tome mi mano con ambas suyas. También pongo la restante por encima de éstas.
—Estamos juntas en esto.
—Siempre, amiga. —Abrazo a Annastasia y recuerdo lo que pasó en aquel ocaso, el día en el cual reafirmé mis convicciones y mi objetivo.
Mi meta, mi deseo.
…
«Anne, Marcia e Iris se habían retirado del lugar. El crepúsculo seguía alumbrándonos, pero ya muy leve. La luz anaranjada estaba a punto de ceder y todos me veían preguntándose con sus expresiones: ¿Qué es lo que sigue ahora?
Les di la espalda y me coloqué de nuevo en la orilla del lugar contemplando el nuevo mundo, Gaia II.
—Siempre he contemplado que algo así pase —dije a mí misma para que todos escucharan—. Nunca he necesitado de mi familia o amigos para conseguir lo que quiero. Si no me apoyan, entonces los moveré a un lado —expliqué a todos lo que pensaba sobre la renuncia de nuestras compañeras, firme en mis ideales.
—A ninguno nos extraña que pienses así. Estamos seguros de nuestra decisión, líder —afirmó Annastasia con los demás apoyándola.
—Han pasado cosas terribles por nuestra culpa. Hemos errado lo suficiente como para casi extinguir a nuestra propia raza, pero lo hemos hecho porque creíamos que era lo correcto, porque en nuestros corazones la esperanza de un mundo mejor aún estaba viva, y para mí, lo sigue estando. —Hice una pequeña pausa mientras levantaba el rostro para ver el cielo. —Recorrí muchos lugares de Gaia II para recuperar mis recuerdos y encontrarlos. Vi algunos de los siete reinos y luché por sobrevivir, inclusive salí al espacio exterior para ver todo desde afuera. Sí, ha cambiado, pero no en su esencia. —Volteé hacia los demás y los invité a colocarse a mi lado usando mi mano derecha. Cada miembro de la elite se puso en la orilla del lugar haciéndome compañía y dejando que el viento revoloteara entre sus ropas, cabellos y cuerpos.