Metropolis nunca duerme, no en sus calles brillantes ni en los rascacielos de cristal que reflejan una ciudad donde el día nunca termina. Los gigantes tecnológicos controlan la vida cotidiana, y las pantallas de neón parpadean como un recordatorio constante de que siempre hay alguien mirando. Nadie es verdaderamente libre aquí. El sistema está diseñado para observar, analizar y predecir. Y Axel, como tantos otros, es una pieza más en su gigantesca maquinaria.
Pero Axel no era como los demás. Para él, la libertad siempre había sido el objetivo, una utopía personal que parecía más inalcanzable a medida que pasaban los días. Sin embargo, había algo que nunca cambiaría: su habilidad para infiltrar el sistema, para escapar de las garras de NexTech y manipular las redes de vigilancia, aún cuando ellos creían que lo controlaban todo.
Un chillido digital interrumpió su concentración. Su portátil, oscuro y cubierto de polvo, resplandeció con una notificación urgente. Era de Syndicate, su grupo de activistas. Axel dejó de teclear y sus ojos se fijaron en la pantalla. La palabra "objetivo" parpadeaba en letras rojas, un mensaje claro de que algo grande estaba a punto de suceder. Sabía que las señales estaban apuntando hacia él. Había sido rastreado.
"Te están observando, Axel."
El mensaje de Kara apareció justo en el momento en que un destello de luz atravesó la ventana de su apartamento. Su corazón latió más rápido. No era la primera vez que lo hacían, pero la sensación de que estaban más cerca que nunca se intensificaba. El Orden no perdonaba. Y en la ciudad, la vigilancia de NexTech era total. Axel cerró el portátil con un golpe, sus dedos temblando. Tenía minutos, tal vez menos.
De repente, el zumbido de su reloj en su muñeca le indicó que el reloj estaba en marcha. La cuenta regresiva ya había comenzado.
Axel dejó su pequeño apartamento en el Distrito 7, un barrio sombrío y olvidado por los ricos, donde las cámaras no siempre llegaban. Allí, entre la oscuridad de las calles y los edificios en ruinas, podía moverse sin ser visto. Pero eso estaba por cambiar.
Saltó a la calle. El aire estaba denso, como siempre, con el humo que salía de las fábricas cercanas. La ciudad nunca olía bien, pero Axel se había acostumbrado. Lo único que lo mantenía alerta era la ansiedad de saber que El Orden ya había enviado a sus agentes a patrullar. Ya no solo lo observaban desde las sombras digitales, sino que ahora buscaban capturarlo en el mundo real.
El sonido de sus botas resonaba en el asfalto mojado mientras caminaba rápido, manteniendo un perfil bajo. No podía perder tiempo. Necesitaba llegar al punto de contacto antes de que lo localizaran.
En la esquina de la calle, un hombre con un abrigo largo le hizo una señal, indicándole que se acercara. Era Max, el ex-soldado que había estado con él desde los primeros días de Syndicate. Sin palabras, Axel asintió, sabiendo que lo que venía no sería sencillo. Se introdujo en un edificio abandonado donde el grupo se reunía, y Max lo siguió de cerca.
"Lo saben. Ya lo saben." Max dijo, su voz grave, más preocupada de lo usual. "Los drones de NexTech están volando por todas partes. Tienes que moverte rápido."
Axel asintió. Sabía que el tiempo estaba en su contra. Pero había algo más en juego ahora. No solo estaban buscando a un hacker. Estaban buscando algo mucho más grande, algo que Axel ni siquiera había comprendido del todo.
Con rapidez, Axel y Max accedieron al sistema de red de NexTech desde su base improvisada. Axel estaba en su elemento, pero un vistazo a las pantallas le mostró algo que no esperaba. Algo que no debía ver. Un archivo secreto titulado "Proyecto Aurora" apareció en su pantalla, y la clave para abrirlo parpadeó en rojo.
En ese momento, la puerta del edificio se estrelló contra la pared. Axel levantó la vista. Era demasiado tarde. El Orden había llegado. Las luces brillantes de sus trajes blindados iluminaban la entrada mientras los agentes se agrupaban. No había forma de salir sin enfrentarse a ellos.
"Axel, mueve tu culo. ¡Ahora!" Max gritó, pero Axel no se movió. Algo en ese archivo lo había atrapado, algo que podría destruir la base de todo el sistema.
El pitido de su reloj aumentó de intensidad. En ese instante, algo se conectó en su mente. El sistema no solo estaba diseñado para vigilar a la ciudad, sino para controlarla por completo. Y lo que había encontrado en Proyecto Aurora podría ser la clave para destruirlo todo.
Pero, por un momento, Axel se sintió atrapado. ¿Debería escapar, como siempre lo hacía, o quedarse y arriesgarlo todo por esa información? El dilema pesaba en su mente, y mientras tomaba una decisión, los agentes de El Orden entraron por la puerta, sus pasos resonando en el pasillo como un juicio inminente.
Editado: 24.01.2025