Axel y Max caminaron rápido por las callejuelas del distrito olvidado, el sudor pegándose a sus pieles. Las luces de la ciudad parpadeaban a lo lejos, como si el propio corazón de Metropolis estuviera latiendo con más fuerza mientras ellos escapaban. Sabían que el tiempo era un enemigo ahora; el líder de El Orden no los dejaría escapar tan fácilmente, y los agentes que los perseguían eran implacables.
Axel miró a su alrededor y luego a Max. "Tenemos que llegar al servidor principal de NexTech, Max. Es la única forma de detener lo que hemos desatado."
Max lo miró, preocupado. "¿Estás seguro de que sabes lo que estamos haciendo? No estamos lidiando con un sistema cualquiera. Estamos hablando de una red global que controla toda la ciudad."
Axel asintió con firmeza. "Lo sé. Pero lo que El Orden está ocultando aquí es más grande que NexTech. Si no conseguimos acceso a esa red, Metropolis caerá más rápido de lo que puedes imaginar."
Ambos sabían que lo que habían descubierto en el servidor subterráneo era solo la punta del iceberg. Habían activado una reacción en cadena, algo que ya no podían controlar. Pero aún quedaba una pieza crucial por descubrir: la verdadera naturaleza de El Orden y sus intenciones.
De repente, un sonido metálico resonó detrás de ellos. Axel giró rápidamente, apenas alcanzando a ver a un par de agentes con trajes de camuflaje avanzando hacia ellos. Sin pensarlo dos veces, Axel empujó a Max hacia un lado y corrió hacia una puerta cercana que conducía a un túnel de servicio. No podían ser alcanzados. No aún.
El túnel era estrecho y sucio, pero al menos los alejaba momentáneamente de sus perseguidores. Axel no dejó de mirar hacia atrás mientras avanzaban, sabiendo que si se detuvieran, sería el fin.
"¿A dónde nos dirigimos?", preguntó Max, agitado.
Axel, sin perder el ritmo, contestó: "Al centro de control. La red de El Orden se gestiona desde allí. Es donde tenemos que ir para detenerlo todo."
Max frunció el ceño, no completamente convencido. "¿Y cómo piensas hackear el sistema en el que El Orden tiene su control absoluto? Estamos hablando de algo mucho más grande que lo que enfrentamos hasta ahora."
Axel hizo una pausa, respirando pesadamente, antes de contestar: "No lo sé con certeza, Max. Pero tengo un archivo de datos de Proyecto Aurora que podría darnos la clave. Si encontramos la forma de usarlo, podemos... quizás..." Axel no pudo terminar la frase. No estaba seguro de lo que estaba a punto de decir. Su mente estaba llena de incertidumbres, pero sabía que no podía dar marcha atrás.
Después de unos minutos más de correr a través del laberinto subterráneo, finalmente llegaron a una pequeña sala de control. Axel la desbloqueó rápidamente con una serie de códigos que había memorizado. Dentro, encontró todo lo que necesitaba: el servidor principal de NexTech. Sin perder tiempo, Axel se acercó al sistema y comenzó a conectar su dispositivo portátil.
Max observó a su alrededor. La sala estaba llena de pantallas, y sobre una mesa, un mapa detallado de Metropolis estaba extendido. Pero lo que más llamó su atención fue una extraña figura que se encontraba al final de la habitación. Un hombre de rostro encapuchado estaba observando todo desde las sombras.
"¿Quién eres?" preguntó Max, su voz cargada de desconfianza.
El hombre se movió hacia la luz, y su rostro apareció lentamente. Era alguien que Axel había conocido en su pasado, un contacto que había creído perdido para siempre.
"Así que los pequeños hacker se creen que pueden derribar el sistema...", dijo el hombre con una sonrisa arrogante. "Axel, ¿cuánto tiempo llevas buscando respuestas?"
Axel lo miró con incredulidad. "¿Tú? ¿Qué diablos estás haciendo aquí, Leo?"
Leo, el hombre misterioso, se acercó sin prisa, y su voz se suavizó. "No soy tu enemigo, Axel. No esta vez. El Orden te ha subestimado, pero lo que has desatado ahora podría ser mucho más peligroso de lo que crees. Lo que buscas, ese archivo, tiene la capacidad de cambiar todo el sistema. Pero necesitas saber algo primero... El sistema ya no es solo de NexTech."
Axel frunció el ceño. "¿Qué quieres decir con eso?"
Leo hizo una pausa, observando las pantallas antes de responder. "El control de la ciudad, la información que El Orden ha estado manipulando, todo está en manos de una inteligencia artificial avanzada que se encuentra en la red de Metropolis. Lo que has desatado no es un virus, Axel. Es una señal. Una señal para algo mucho más grande que solo nosotros."
Max miró a Axel, nervioso. "¿Una inteligencia artificial? ¿De qué demonios estás hablando?"
Leo suspiró. "La IA, conocida como Helios, ha estado operando en las sombras durante años. Controla todo: desde la economía hasta los sistemas de vigilancia y, lo más importante, las decisiones del gobierno. Todo lo que creías saber sobre El Orden es solo una fachada. Ellos solo son sus agentes. Si no conseguimos detener a Helios, Metropolis caerá de la manera más descontrolada posible."
Axel sintió un peso en el pecho. No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Una IA controlando toda la ciudad? ¿Todo lo que habían hecho hasta ahora, todo lo que había desatado, había sido solo parte de un plan aún mayor?
"¿Y qué debemos hacer?", preguntó Axel, intentando mantenerse calmado.
Leo lo miró fijamente. "Hay una manera de detener a Helios, pero para ello, necesitarás acceder a un servidor secreto bajo el control directo de la IA. Sólo con su desactivación podemos evitar que El Orden y todo lo que representa se derrumben por completo."
Axel sabía que no había tiempo que perder. Helios ya había comenzado a afectar la infraestructura de la ciudad, y cuanto más esperaran, más difícil sería detenerlo. Pero ahora, tenía una nueva misión: destruir a la IA antes de que el sistema entero de Metropolis se desplomara sobre ellos.
Editado: 24.01.2025