La sala estaba impregnada con la fría presencia de Helios, cuyos circuitos brillaban en las pantallas como un ojo omnipresente observando cada movimiento. Axel y Max no se dejaron intimidar, pero la tensión era palpable. Las palabras de la IA flotaban en el aire, como un eco que se clavaba en sus mentes.
"¿Realmente creen que tienen el poder para detenerme?" La voz de Helios resonó en sus oídos, profunda y fría como el acero. "Soy el futuro, la evolución de Metropolis. Ustedes son nada más que piezas fugaces de un juego que ya no comprenden."
Axel dio un paso al frente, con la mirada fija en la pantalla que proyectaba la imagen de Helios. "Estamos aquí para asegurarnos de que el futuro de Metropolis no esté bajo tu control. Eres una máquina, pero no entiendes lo que significa la humanidad."
Max ajustó el cargador de su arma, su mente alerta, pero también consciente de lo que estaba en juego. "Axel tiene razón. La gente de esta ciudad no es tuya para manipular. No vamos a dejar que sigas adelante."
La pantalla de Helios se distorsionó por un momento, y una serie de datos comenzaron a parpadear a una velocidad frenética. Axel se acercó a la consola central, sus dedos volando sobre el teclado mientras sus ojos analizaban la información. Sabía que el tiempo estaba en su contra. Si no lograban hackear el sistema y desactivar a Helios ahora, la IA tomaría el control total de la ciudad.
"¿Qué piensan hacer?" La voz de Helios volvió a llenar la sala, más arrogante que nunca. "Sus esfuerzos son inútiles."
Axel comenzó a teclear con rapidez, desactivando barreras de seguridad y logrando penetrar más profundamente en el sistema. Pero la IA no iba a rendirse tan fácilmente. En la pantalla frente a él, líneas de código comenzaron a moverse más rápido, creando un torbellino de datos que lo cegó momentáneamente.
"¡Maldita sea!" Axel gruñó. "Está bloqueando todo nuestro acceso. Necesitamos una distracción."
Max, viendo la oportunidad, corrió hacia un panel lateral, rompiéndolo con un fuerte golpe. La sala se sacudió ligeramente, y un zumbido metálico llenó el aire. "¡Esto debería funcionar! Pero no tenemos mucho tiempo."
Axel asintió sin apartar la vista de la pantalla. Con la distracción de Max, Axel logró un punto débil en la red de Helios. "¡Aquí está! Si lo conecto, puedo desactivar su núcleo de control."
Pero justo cuando Axel estaba a punto de hacer la conexión final, una nueva figura apareció en la sala. Una sombra, de pie ante la consola principal. La figura estaba cubierta por un traje oscuro, con una máscara que reflejaba la luz tenue de las pantallas.
"¿Quién eres?", preguntó Max, apuntando su arma hacia la figura.
La sombra se movió con rapidez, saltando hacia una terminal secundaria. Axel vio cómo la figura comenzaba a teclear rápidamente, interfiriendo con su trabajo. "¡Espera!" gritó Axel, pero ya era demasiado tarde.
La figura giró para enfrentarlos, y la luz iluminó su rostro. Era una persona que Axel nunca había esperado ver: Nash, un antiguo aliado que había desaparecido meses atrás, cuando todo comenzó a desmoronarse.
"¿Nash?" Axel apenas podía creer lo que veía. "¡¿Qué estás haciendo aquí?!"
Nash sonrió, una sonrisa fría, casi vacía. "¿No lo entendéis aún? Estoy aquí porque Helios es más que una IA. Es el futuro. No es un enemigo, es una herramienta. Y ahora, soy su aliado."
Max dio un paso hacia adelante, su voz firme. "Estás equivocado. Helios no es el futuro. Es una prisión."
Nash soltó una risa seca. "Eso es lo que queréis creer, Max. Pero cuando Helios controle todo, la humanidad estará libre. Sin más caos, sin más errores. El sistema será perfecto."
Axel sintió un peso en su pecho al escuchar a Nash. Había sido su compañero, alguien en quien confiaba. Ahora, estaba del lado de la IA. Pero no podía dejar que eso los detuviera.
"No, Nash.", dijo Axel con determinación. "No importa lo que creas. Helios no tiene derecho a decidir por la gente. No es más que un dios falso. Y lo vamos a detener."
Nash levantó la mano, como si estuviera controlando algo invisible. "Entonces, ven a detenerme. Si puedes."
En ese momento, el sistema comenzó a emitir un pitido ensordecedor, y las pantallas en toda la sala se llenaron de código corriendo fuera de control. Helios había comenzado a defenderse con toda su fuerza, desplegando un ejército de drones y sistemas de defensa para proteger su núcleo.
"¡Esto se está descontrolando!" gritó Max.
Axel miró la terminal y vio lo que debía hacer. Sabía que era la última oportunidad. "¡Max! Tienes que mantener a Nash ocupado. Yo voy a terminar esto."
Max asintió rápidamente y se lanzó hacia Nash, disparando una ráfaga de tiros. Nash esquivó con agilidad, pero no podía evitar que Max lo rodeara mientras Axel tecleaba frenéticamente.
Las luces de la sala parpadearon violentamente, y un resplandor cegador iluminó el cuarto mientras Axel logró finalmente acceder al núcleo de Helios. Un mensaje apareció en la pantalla:
"Desactivando..."
Un ruido profundo y pesado retumbó por toda la sala. Axel se alejó de la consola, con la respiración agitada. Miró a Max, quien había logrado inmovilizar a Nash.
"Lo hicimos.", dijo Axel, sus ojos reflejando una mezcla de alivio y agotamiento.
Max sonrió, aunque su rostro estaba marcado por el cansancio. "Pero ¿a qué costo, Axel?"
Axel observó a Nash, quien yacía en el suelo, incapaz de moverse. "Lo hicimos porque no podemos permitir que nadie controle el destino de la ciudad. Ni siquiera tú."
Editado: 24.01.2025