Cachorros de la Noche

6- El juego

¿Cuánto tiempo había pasado, desde la última vez que había visto el cielo estrellado?

Su mente estaba nublada, y apenas recordaba un mundo anterior a su aprisionamiento.

Ella no sabía cómo salir de aquel laberinto de frías paredes, solo corría y corría, y sus piernas también habían olvidado lo que era la libertad. Solo veía paredes interminables y no creía que pudiera alcanzar llegar a una salida antes de que los hombres la encontraran.

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En esa época del año, las corrientes de vientos helados se paseaban como la muerte por las calles de Sierra Perdida. Muchos eran llevados por la enfermedad y el crimen, pero nadie le tenía miedo a eso.

La gente de Siera Perdida solo le tenía miedo al monstruo de las montañas.

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"Gabrielle, mi hermosa Gabrielle" como la suave voz de Doña Edith arrullaba a la joven criatura. Al fin había encontrado la luz.

"Cierren todas las puertas, alerta roja, cierren de emergencia todas las puertas de acceso"

Una voz metalizada rasguñaba sus sensibles oídos y Gabrielle supo que tenía solo segundos antes de volver a quedar atrapada.

"Objetivo suelto" repetía la voz "Objetivo suelto. Alerta roja"

Obviamente que el Objetivo era ella.

Al llegar al final del pasillo, su esperanza de ver el origen de la luz se ve destruida por una pared de seres humanos armados, que venían en fila por el otro lado. Sus inexpertas y débiles piernas la traicionan, y Gabrielle tropieza intentando darse la vuelta.

-Allí está, es ella. Rápido!!- grita un hombre, y apuntando la mira, intenta disparar un dardo hacia los muslos de la fugitiva.

Ella escapa, y corre hasta verse otra vez emboscada por otro grupo de hombres armadas.

Finalmente se da cuenta de que todo era un juego, aquellos hombres se estaban divirtiendo. Eran como niños de mala conducta que en el colegio disfrutaban persiguiendo a algún animal.

-¡Agárrala!!-

Pero ella no se dejaría  agarrar, allí supo que su único escape sería atravesar aquella barrera de hombres.

-Pero no la maten, hay que mantenerla viva- decían otros. A Gabrielle no le importaba.

Se había quedado quieta en medio de dos grupos armados que avanzaban hacia ella por aquel pasillo.

Pero la luz estaba allá atrás, la luz la esperaba si lograba cruzar por entre aquellos hombres.

La alarma del Instituto sonaba, las voces estaban por todas partes y ella completamente decidida.

 

 

 




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