SIENNA
James Ian O’Connell Miller lleva destruyendo mis nervios una semana. Apago la alarma de mi celular con el quejido más horroroso que he emitido en mi vida, y eso es mucho decir, ya que yo me quejo por todo.
“Sienna aquí, Sienna allá…”. Ahora entiendo la expresión “Vas a gastarme el nombre”. Me llama para absolutamente todo. Incluso cuando encuentra un estúpido chiste en el periódico.
Me siento sobre la cama y en serio detesto el hecho de que mi primer pensamiento del día sea sobre él y su fastidiosa personalidad.
-¡Drew!- parece que mamá decidió empezar temprano hoy –Te dije que tiendas la ropa de trabajar de tu padre.
Y como no es de sorprenderse, a Drew le importa un carajo el regaño de nuestra madre porque ni siquiera se oye su respuesta.
-¡Drew! Te doy cinco minutos para aparecer, jovencito.
Ya déjalo, es tarde. No puedo evitar imaginar su voz.
-Ya déjalo, es tarde- mi padre hace su aparición estrella solapando las majaderías e irresponsabilidades de mi hermano menor –Me pondré una chaqueta encima, de todas maneras el clima no está dando un descanso. Adiós amor- papá besa a mamá y a mí me guiña el ojo en señal de despedida y sale de casa.
-Adiós, Robert.
-Adiós, papá.
Recuerdo que había una época en que mamá recibía besos de papá con ilusión, con cara de estar enamorada. Ahora los recibe porque es su esposo y le toca. O eso es lo que creo, porque nadie besa con amor a alguien después de que esa persona prefiere jugar y romper mil veces tu corazón.
Desayunar en casa es como sentarse todos los días a ver la misma película. Te sabes los diálogos, empiezas a cantar en el momento preciso en que empieza a sonar el soundtrack e incluso recuerdas la ropa exacta que usan los protagonistas en una escena determinada, es por eso que ni siquiera alzo la mirada cuando escucho las pisadas de Drew en el comedor.
Terminó el primer acto; el de mis padres.
Empieza el segundo; mamá y mi hermano.
-Niño irresponsable, tu padre tuvo que irse con la camisa de ayer porque no obedeciste.
El pequeño cretino-que está a pocos centímetros de alcanzarme-está de espaldas a mamá y a mí, pero cuando noto que sus hombros se estremecen en lo que parece una risa y voltea con una sonrisa ladeada dibujada en su rostro sé que va a lanzar una joyita de las suyas.
-Madre, si no le importa andar por ahí con la conciencia sucia, ¿qué le va a importar una tonta camisa?
Mamá cierra los ojos y aferra sus manos a la silla y esa es mi señal.
-Adiós mami- los diminutivos siempre aplacan su furia, le beso la mejilla. A continuación, le dirijo una mirada de recriminación al pequeño imbécil frente a mí –No te haría daño mostrar un poco de respeto a tu madre, Drew.
-Si le digo estas cosas es para que se dé cuenta que el que mayor respeto le debe no se lo da- toma un sorbo de café y sus ojos se dirigen hacia ella –él no te merece y nunca lo hará.
Tiene toda la boca llena de verdad ya que papá es un cabrón infiel.
-Ese no es tu asunto, niño- mamá se está conteniendo ya que habla entre dientes.
-Por desgracia llevo este hermoso apellido gracias a él, mamá, por ende, es mi asunto.
Elizabeth se levanta de su silla y apoya ambos brazos en la mesa y mira fijamente a mi hermano que no parece atemorizarse.
Me despedí hace un minuto, pero sé que me tengo que quedar por si me toca apagar las llamas, ya que a Drew le encanta jugar con fuego.
-Tienes la boca muy grande para una edad muy corta, Drew Robert.
-Y tú tienes el corazón muy grande y por eso él se aprovecha- la furia de mi madre parece bajar dos rayas ante el comentario de mi hermano –Espero que no sea muy tarde para que reacciones.
-Solo ve a la escuela, niño- mamá se sienta y lleva las manos a su rostro para que no la veamos. Tarde, sabemos que lo hace para que no notemos su llanto.
Drew me mira desolado y solo atino a encogerme de hombros.
Salgo de casa con tristeza y mientras avanzo a la hacienda esta se transforma en mal humor. Como si fuera poco mi vida personal de mierda, tengo que aguantar a Niño de papi hasta las ocho de la noche.
Joder.
Para mi deleite personal hoy toca limpiar la hacienda. Niño de papi sigue desempacando en su cuarto y cuando me vio reuniendo los implementos de aseo me dijo que espere.
Se ha demorado quince minutos y necesito empezar temprano para empezar a cocinar el almuerzo.
-Sienna, mira esta belleza.
Aunque me quiera morder la lengua lo que trae en sus manos sí es una belleza.