JAMES
El cielo ya está oscuro y no se ven estrellas, parece que va a pegar un fuerte aguacero, lo que es raro, ya que tengo calor. O soy yo que no me acostumbro a este clima y extraño la nieve que debe haber en Manchester por estos días.
-Hoy nos toca cocinar, Philip- digo bajando de la camioneta. No puedo evitar sonreír. Es loco, porque debido a la tristeza de estar lejos de casa, me enfoqué en el trabajo y avanzamos mucho con la cerca. Philip no tiene familia, al menos que yo sepa, por lo que no tuvo problemas por salir a trabajar hoy.
-No hay problema, señor. Sienna merece un descanso de cocinar para estas dos hienas hambrientas.
-¿Estás listo para ser intoxicado?-bromeo.
Philip sonríe –Se ve como un buen día para morir.
Entramos por la puerta de atrás, la que da directo a la cocina. Philip se detiene a regar un girasol que cuida con su vida y adorna esta entrada, por lo que me adelanto.
Nada me prepara para lo que estoy viendo. Una buena cena navideña está servida en la mesa en la que Philip y yo cenamos.
Un delicioso pollo horneado reposa en el centro, en una cuenca hay arroz caliente y en otros recipientes más pequeños puedo apreciar algunas salsas, en otra hay ensalada y en un lindo platito con forma de bota navideña hay muchas galletas de chocolate.
Hay una botella de vino y dos copas, también se aprecia fruta cortada y colocada vistosamente en más platillitos. De una tetera sale un delicioso olor a chocolate caliente.
Philip aún no entra por lo que me acerco a la mesa. Detrás de las copas hay una tarjeta. No puedo evitar sonreír ante la simple y afilada nota de la pelirroja.
“A mí tampoco me interesa tu hambre.
PD: Feliz Navidad”