~Narra Lauren~
Era lunes por la mañana, el despertador sonó tan fuerte a lado de mis orejas. Yo tan solo lo apague con mi mano derecha torpemente, me retorci entre las sábanas que cubrían mi cama. Por un momento me quedé boca arriba, observando el techo y pensando seriamente que era lo que haría el día de hoy.
Pero mis oídos captaron unos pasos cerca de mi habitación, para que momentos después unos nudillos tocaran mi puerta.
-Lauren despierta, tienes que ir al colegio.- Dice por la puerta.
Me resigne a contestar, no quería dejar mi zona de confort. Mis padres habían tomado la decisión de conseguir un nuevo colegio para mí, la verdad no estaba totalmente de acuerdo. El instituto Émile Durkheim les aseguro que tendría una mejor educación. Mi hermano Trevor había estudiado ahí, el me aconsejo que fuera yo misma. Las personas son muy amables en ese colegio. Me repetia una y millones de veces cuando notaba mi disgusto.
Me planté enfrente del clóset y cogí mi uniforme, constaba de una blusa blanca, falda de tablones color azul rey, calcetas y por supuesto unos zapatos tipo tenis. Algo muy común en los colegios. Me vestí apresuradamente, coloque mi cabello de una forma sencilla. Corrí por el pasillo hasta llegar a la cocina.
-Vamos apresurate- dice mi madre.
La verdad estaba tan nerviosa que ni siquiera me importaba llegar tarde, en ocasiones yo me sorprendía por mi actitud. Desayuné lo más rápido posible para después dirigirme al coche de mi madre.
Miraba por la ventana el paisaje que daban los edificios y los escasos árboles que había. Después llegamos al colegio, el coche negro de mi madre era el que más llamaba la atención. Baje sin antes despedirme de ella con un beso en la mejilla. Volteé hacia atrás, su coche se incorpora a la calle. Seguí con mi camino, entré por esa enorme puerta negra, me quedé parada ahí analizando mi nueva escuela, me dirigí a la dirección. Entre los pasillos torpemente chocaba con los demás, me resignaba pedir disculpas. Solamente escuchaba el “oye”, “fijate”,“ten más cuidado”. Esas palabras me hicieron sentir insegura. Seguí caminando pero nuevamente había chocado con alguien.
-Eres nueva ¿Verdad?- dice una mujer de estatura alta.- Lo digo porque jamás te he visto.
-Si, si lo soy ¿Usted es la directora o algo así?-pregunte dudosa.
-Si algo así ven - dice muy amable.
La imite hasta llegar a una puerta totalmente blanca, casi a la mitad del largo pasillo. La habitación era de un color claro muy acojedor. Enfrente de la puerta se encontraba un escritorio de una madera totalmente dura y brillante. Con una pila de papeles sobre el y una computadora.
-Toma asiento.-dice - soy la secretaria Isabel ¿Cómo te llamas? - dice muy gentil.
-Mi nombre es Lauren Jackson soy ingresada del instituto Washington.
-Perfecto Lauren estarás en un salón un poco desastroso, pero muy acojedor.
-Eso espero - sonrió.
-Ya verás que si - extiende su mano - ¿Qué grado cursas?
-El último año.- respondí
- Toma este es tu horario, espero y tengas un buen día.
-Gracias - dije al momento de tomar la hoja.
La cortas líneas que había cruzado con la gentil secretaria habían tenido una buena elección porque de pronto mis nervios desapareció por un instante. Al cruzar aquella puerta blanca y volver a encontrar el pasillo, me quedé unos instantes observando la hoja, comenzé a caminar y conforme lo hacía me daba cuenta que ya no habia alumnos por ahí chocando conmigo. Traté de apresurarme, encontrar mi salón era mi desesperó. Segundos después lo encontre, se encontraba un señor de una edad avanzada enfrente de la pizarra, me observó y dudosa me acerque.
-Soy nueva - dije -vengo de la dirección.
-Adelante pasa, pero antes debes de presentarte ante tus compañeros.
-¿Es enserio?
-Si pasa - dice haciendo señas - hey chavos guarden silencio, tenemos una nueva compañera. - dice con una voz empoderada.
Mis piernas flaqueando del nerviosismo y ahí estaba yo enfrente de ellos y ellas.
-¿Que tal ? Soy Lauren Jackson y seré su compañera por este año.
-¿De que instituto vienes ?- pregunta el profesor.
-Washington - me apresuró a decir.
-Pues no me queda más que dicir que bienvenida - sonreí - toma asiento - señala una banca vacía a principios de la segunda fila.
Mis nervios iban bajando, conforme trancurruian las horas y los profesores intercambiaban clases me sentía más segura, aún que también me sentía como un bicho raro. Ser nueva implica demasiadas cosos, por ejemplo: te sientes rara, tienes una nerviolera que te cala hasta los huesos, claro si no eres como yo ese no es un problema que se te dificulte. Me sorprendía saber que existían personas que se les facilitaba todo, desde encontrar amigos en un dos por tres e inclusive tener un horario totalmente ocupada pero aún así cumplían con todo.
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