~Narra René~
Ella se volví mi motor de cada día, salir día tras día con mi guitarra para poder tenerla en mis brazos sana y feliz. Poco a poco iba aprendiendo que en la vida siempre te toparas con caminos cruzados, te enseñaran a ver la vida de diferente manera, de una manera que en ocasiones te pondrás a pensar, aprofundisar tu vida tan detenidamente, que inclusive te darás cuenta que en tu mente hay un lío. Y por culpa de ese lío tu mente no está ordenada, no piensas bien las cosas y las haces de una forma asquerosa.
Claire había conseguido folletos con información de algunos hospitales que ofrecían las opciones y las quimioterapias, pero nuestro problema era que no teníamos los recursos necesarios. Esa mañana la acompañe a buscar información más detallada y segura. De todos los hospitales que habíamos visitado solo uno tenía lo que queríamos. Pero nuestro problema y nuestro futuro se veía aún más complicados. Habíamos quedado que el lunes saliendo de la escuela visitariamos uno. Nuestra relación se tensaba y se ponían aún más complicada, llevamos tres minutos en el taller de mi padre cuando nuestra plática había pasado de cómoda a preocupada.
-Te lo he dicho saldremos de esta. - Lo decía con tanta seguridad que incluso mi propia mente se lo creía.
-¿Cómo puedes estar tan seguro?- Ella pregunto.
-No lo se Claire.- Tome sus manos y las acerqué a mi boca.- Pero no dejaré de luchar hasta que estés bien.- Para minutos después depositar un beso en ellas.
Pero mis besos sobre sus manos se convirtieron en besos sobre su cuello. De un tirón me jaló para acostarnos sobre el sillón de un viejo carro que se encontraba en el taller mecánico de mi padre. Mis manos frías tocaban sus piernas y sus dedos blandos se enterraban sobre mi pelo.
Justamente dos días después de la visita al hospital, volví al centro de la ciudad. Me desanimaba la idea de no conseguir nada, por más que trataba de tranquilizar mi mente y dejar a un lado los pensamientos negativos, estos golpeaban con gran inmensidad. Pero ese día, justamente ese maldito día mi vida cambiaría.
Dos chavales con aspecto de estirados y arrogantes, estaban dando rondines por el centro, especialmente a los músicos que nos encontrábamos. Nos miraban tan minuciosamente para después intercambiar algunas palabras entre ellos. Ese tipo de personas me desagradaban. Pero no tardaron más que algunos minutos para irse del lugar. Me sentí más cómodo, no me gustaba ser el centro de atención de alguien especialmente de ese tipo de personas.
Pero para mí desgracia en un dos por tres ellos se habian plantado enfrente de mí. Cómo si alguien les hubiera dicho acerquense a él.
-Hey hermano puedes tocar la guitarra para nosotros.- Dice el chaval de camisa gris.
-Claro, ¿Algún sonido en especial?-Pregunte.
-No para nada, solo has lo tuyo.- Dice tranquilo.
Me miraban fijamente, con miradas interesadas pero también dudosas. Sus miradas generaban incomodidad, pero cuando haces lo que te gusta la pena no existe.
Terminé de hacerlo, me quedé callado por unos segundos, con exactitud no sabía que decirles, pero mágicamente salieron unas cuantas palabras. Con sinceridad yo no soy ese tipo de personas que sienten totalmente nerviosas, por su puesto que no, pero está vez era diferente, tal vez porque la salud de Claire estaba en juego. Soy una persona extrovertida, que trata de vivir su vida al máximo.
-¿Qué les pareció?-Pregunte.
-Me pareció genial. - Dice la chica de camisa negra. - ¿ Y a ti Trevor?- Pregunta.
-Mmm no lo se, lo tengo que pensar. - Dudoso.
-¿Es en serio?- dice ella con cara de digusto.
-Lo digo enserio, oye hermano volveremos luego. - Con su mano derecha le da unos buenos golpesitos a mi hombro para que después ambos se marcharán.
Me mente quedó confusa, me desagradaron esos chavales. Ni siquiera se habían molestado en dejar una propina. Seguí gran parte de la tarde tocando la guitarra. Cuando cayó la noche decidi irme, volver a mi casa. Ensendi mi moto, coloque mi guitarra en mi espalda y después me marche, dejé atrás lo que había sucedido. Ojalá así fuera la vida, cambiar de hoja todos los días, arrancar la anterior para que nunca la recuerdes y seguir escribiendo la siguiente. Pero no la puta vida es injusta.