Hemos llegado todas a la casa de William con nuestros vestidos nuevos, cabellos entrenzados y las expectativas altas, de una noche maravillosa a punto de empezar.
Con los chicos quedamos de vernos aquí y a pesar que era más como una cita grupal, ellos no fueron por nosotras. Mejor así, no tendríamos presión de apurarnos para arreglarnos y después nos encontraríamos en la fiesta cuando llegáramos, que sucedió dos horas después de su inicio.
La casa de William es una casa perfecta para este tipo de eventos pues sus padres tienen mucho dinero y se encuentra en la parte exclusiva de Pearl Coast. Con su propia porción de playa privada, una piscina larga iluminada con luces neón, interiores modernos de lujo, habitaciones de techos altos y amplios. Aquí cabe casi toda la población joven de Pearl.
No exagero.
Ester llama a Raphael cuando llegamos para preguntarle donde estaban, él le avisó que se encontraban en la sala de estar. Nos movimos hasta ahí y todos están parados charlando y riendo entre ellos. A diferencia de nosotras, ellos no parecen tan arreglados pero bueno, al final son chicos.
Los chicos se nos acercaron y comenzamos con las típicas charlas sobre todo un poco. A pesar que quería ser parte de la conversación, para mí era difícil concentrarme pues giraba mi cabeza cada vez que alguien pasaba cerca de nosotros, tratando de encontrarme a Ren con la mirada.
No importa cuántas personas salen y entran, ninguna es él.
Lea ha cambiado un poco su actitud, ahora sí le habla un poco más a Peter y él, siendo amable, le sigue la plática. Derek se nos acercó por un momento con una chica pelirroja entre sus brazos para saludar pero luego, se dio la vuelta y susurró algo en el oído de quien estoy segura, es su novia.
Los veo alejándose mientras están cerca, abrazándose y susurrando cosas que solo ellos conocerán. Una parte de mí, siente envidia. Me gustaría estar en esa situación, tan enamorada que no puedo dejar de sonreír. Tan feliz de abrazar a alguien con nulas intenciones de soltarlo. Querer cortar cualquier centímetro que me separe de esa persona.
Tengo que confiar que mi historia de amor está cerca.
— ¿Alguien quiere un cerveza? —pregunta Matthew.
Lea levanta la mano. —Quiero una.
Peter nos mira con una expresión seria. —Ustedes son menores de edad, no pueden tomar.
Ester toma eso como un reto, da un paso al frente y entrelaza su brazo con el de Lea. —Vamos por unas, ¿Alguien más quiere?
Michelle y yo negamos con el rostro, John tampoco pide una mientras que los demás aceptan. Ellas dos y Matthew se van junto con Peter a traer vasos plásticos con alcohol para el resto del grupo.
Mientras tanto Raphael se acerca a Michelle. — ¿Te gustaría bailar un rato? O podríamos salir, hay comida por allá afuera.
Michelle levanta una ceja. — ¿Qué hay de la cerveza que te traerán?
Se encoje de hombros. —Hay más afuera —rasca la parte de atrás de su cuello—, ¿Vamos?
Michelle me mira y yo me encojo de hombros, no me molesta que vaya a pasear con Raphael por un momento, de todas formas todas estamos en busca de ese romance de temporada. —Claro, vamos.
Michelle sale junto con Raphael y él le hace una seña con los pulgares a John, quien solo sonríe negando. Los dos se van y mientras la música se escucha cada vez más fuerte, yo sigo vigilando a los asistentes en búsqueda del chico más guapo de todos, ósea, Ren.
¿Cómo es que nunca he visto a Ren? Es cierto que nosotras no veníamos a estas fiestas pues se nos consideraba muy jóvenes o algo así, íbamos a la playa, a conciertos gratuitos y a la plaza. Normalmente los viernes en la playa nos reunimos varios jóvenes solo para pasar el rato, ahí conocí a algunas personas.
Peri entre todas ellas, Ren no estaba.
Mientras espero que Lea y Ester regresen, giro mi rostro constantemente hacia la entrada para tratar de encontrar al chico que me interesa pero cada rostro que entra solo me decepciona más.
Tal vez no vendrá, si ayuda a su padre con el trabajo, puede que no tenga energía para una fiesta.
— ¿Buscas a alguien?
John, el chico coreano, me pregunta colocándose a mi lado. Lleva una camisa blanca con los dos botones de arriba abiertos, unos pantalones cortos grises y el cabello hacia un lado, descubriéndole la frente.
John no es un tipo feo, en realidad es bastante guapo. Sus ojos son marrón, ni tan oscuros ni tan claros. Su cabello es negro y crea un contraste interesante con su tono de piel, bastante pálido. Es alto, como un metro ochenta, delgado pero se nota que hace ejercicio y una sonrisa muy bonita.
A pesar de todo eso, no me siento atraída por él. En realidad, todos los chicos con los que quedamos para la fiesta lo son, atractivos quiero decir. Quizás su requisito para formar parte del grupo es ser más atractivo que el promedio.
—No realmente —contesto sin quitarle la mirada a la entrada.
Él ríe. —Pues parece que sí —se coloca frente a mi bloqueando la vista—, ¿algún ex novio?
Chasqueo mi lengua, cruzado mis brazos. —No, de verdad no busco a nadie.
John se encoge de hombros. —Entonces, ¿Marie, verdad? —Asiento—. ¿Cuántos años tienes?
—Diecisiete —afirmo mientras toco la punta de mi trenza de lado.
Él se quita de enfrente y se mueve a mi lado, dejándome la vista libre para la entrada de nuevo. Esta vez, retiro mi visión de ahí para no parecer tan rara.
— ¿Ya sabes a que universidad irás? —me pregunta arreglándose la manga de la camisa que la ha doblado para que le quede por debajo del codo.
Niego. —Aun no, igual no soy de último año, voy en el penúltimo, aún tengo tiempo de pensar —señalo.
Sé que sueno algo fría, como si no quisiera hablar con él pero no es nada personal. Lea y Ester aún no han regresado y me dejaron aquí con estos chicos que no conozco muy bien, bueno, ahora solo queda John. Todos se han ido con alguien más.
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Editado: 04.01.2024