Cada Verano Sin Ti

6: Una cesta con frutas.

 

La fiesta de ayer fue asombrosa, la disfrute mucho y la pasé muy bien con mis amigas.

También presiento que nuestro grupo de amistad se ha extendido con todos los amigos de Peter. Antes Peter era más o menos, nuestro amigo pero no convivíamos mucho hasta ayer que él y Lea se besaron.

Así es, mi amiga lo logró. Ella y Peter se besaron, no solo una vez, sino varias durante la noche. Todo esto nos lo contó de camino a casa, en el auto del taxista que tomamos hasta mi casa pues pasarían la noche conmigo. Después de la fiesta tuvimos una especie de pijamada y nos la pasamos hablando de todo lo relevante de la fiesta.

Ester confesó haberla pasado bien con Raphael, Michelle no dijo gran cosa, solo que le agradaba Matthew. Mientras tanto yo, no tenía una gran historia.

John y yo sí conectamos, pero al nivel que lo haces con alguien que presientes te llevarás muy bien con esa persona. John en ningún momento coqueteó conmigo y eso lo agradezco tanto, es reconfortante encontrar chicos que no solo quieren besarte.

Aunque, fuera de todo lo bueno, si hubo algo malo. No volví a ver a Ren durante el resto de la noche, ni siquiera por un segundo. Cuando veía personas besándose temía que fuera Ren con alguien más pero nunca era él. Sé que la casa de William es grande y pudo haber estado en cualquier lugar, pero ojala se hubiera vuelto a acercar.

No importa, aún queda mucho tiempo, este es solo el comienzo del verano.

Por la mañana desayunamos fruta y waffles que mamá nos preparó alegremente. Durante el desayuno, ella nos preguntó millones de cosas pues quería cada uno de los detalles. Las chicas no dudaron en hacerlo, pues mi madre es de esas mujeres que sabes que te darán los mejores consejos.

Mamá disfruta mucho cuando mis amigas están por aquí, seguro le recuerda a sus años más jóvenes aunque ella es joven de corazón. Mi madre incluso se emocionó cuando Lea le rebeló sobre el beso entre ella y Peter, fue un momento para brindar con jugo de melón, según mamá.

Después de eso, cada una se regresó a sus casas y quedamos de vernos por la tarde. Una vez que se marcharon, me quedo ayudando a mamá recogiendo los platos que usamos y limpiando la mesa.

— ¿Te pasó algo más a ti? —pregunta mientras lavamos los platos.

Bueno, ella lava y yo seco.

—Pues, nada aparte de lo que te conté. —contesto, secando un vaso de vidrio.

Ella enjabona una cuchara. — ¿Ese chico que conociste te gusta?

Sonrío. —No, mamá. John parece que será solo un amigo y ya te dije que él tampoco parecía interesado en mí de esa forma.

Ella me pasa una cuchara. —Bueno, tampoco es malo solo hacer amigos. Los hombres también son buenos amigos.

—Así es —contesto.

Cierra el grifo por un momento y me mira a los ojos. —Necesito que hagas un recado por mí, ve a dejarle esa canasta de frutas a la dirección que te diga.

— ¿Canasta de frutas? —Pregunto juntando mis cejas—, ¿Por qué envías fruta?

Ella se encoje de hombros, con una sonrisa conspiradora. —La fruta es fuente de vida, solo quiero hacer un regalo —guiña un ojo hacia mí—, y tienes que ser tu quien lo entrega. Ve antes que salgas de nuevo con las chicas.

—Está bien, madre —respondo y ella suelta una carcajada.

La palabra “madre” para ella es muy formal, jamás le he dicho así en voz alta. Le digo mamá, incluso “mami” cuando la extraño mucho y quiero hacerlo notar por teléfono, pero no uso esa palabra, que tampoco tiene nada de malo pero es así con ella.

—Vamos, terminemos con esto hija —responde con una sonrisa.

Terminamos de lavar y secar todo, lo colocamos en su lugar y mamá me pide que vaya a cambiarme y me ponga uno de los vestidos que ella me compró. Hoy quería usar unos shorts, pero parece emocionada por verme con algo de lo que ella me compró para este verano así que acepto.

Luego de vestirme y modelarle el vestido que escogí, uno anaranjado muy bonito con movimiento en la falda, tomo la canasta y ella me entrega un papel pequeño color azul con la dirección del lugar. No es tan lejos de aquí así que seguro podré irme caminando.

—Bien, nos vemos entonces —le digo antes de salir por la puerta.

Ella se despide de mí agitando su mano con una gran sonrisa. Veo la cesta y me pregunto para quien serán estas frutas.

Salgo de la casa y paseo por las calles iluminadas gracias a los potentes rayos del sol. Las personas se mezclan perfectamente con la sensación de esta temporada, todas llevan una sonrisa amplia, la música se escucha a la distancia y todo parece mejor, refrescante y relajante.

Cuando llego a la dirección indicada por el papel que me dio mi mamá, observo una casa de un nivel, con una reja de madera baja que separa la acera de un jardín pequeño. La casa está pintada de un amarillo suave, una puerta de madera color almendra se ubica en la entrada y un perro labrador sale a saludarme quedándose limitado por la cerca del lado de su propiedad.

— ¡Barry, ven aquí amigo! —lo llama su dueño.

Subo la mirada para saludar a la persona que mamá le envía esto y me encuentro sorpresivamente con Ren.

Tiene el cabello hacia atrás, descubriendo su frente y mostrando sus ojos, una camiseta sin mangas presumiendo sus brazos definidos y unos pantalones deportivos cortos negros.

Ren me mira y primero se ve confundido, al acercarse, relaja un poco su expresión. —Hola Marie, ¿Qué haces por aquí?

Por supuesto que este es un plan de mi madre. Ella hace este tipo de cosas y ahora comprendo su sonrisa misteriosa, esa que decía algo como “sé cosas que tú no”

Me siento, honestamente, agradecida aunque un tanto apenada. No quiero que piense que lo estoy acosando o algo.

—Mamá envía esto —aclaro mi garganta—, debe ser para tu padre. Solo me dijo que quería que la trajera.

Levanto la cesta y Ren asiente. —Muchas gracias —me mira por un par de segundos y luego se inclina para quitar el seguro de la puerta de la reja que me llega hasta la mitad de mi cuerpo—, puedes pasar, papá está adentro.




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