Cada Verano Sin Ti

8: Las probabilidades están de mi lado.

 Otra noche más, otra fiesta más.

Lea si nos contó sobre la fiesta la cual ya me había hablado John. Aparte de todos los detalles sobre su cita con Peter, nos informó de la próxima fiesta a la que deberíamos asistir sin duda alguna. Le comenté que ya sabíamos y ella nos pidió que fuéramos pues iban a estar todos los chicos, no tuvo que insistir mucho pues habíamos decidido previamente que sí iríamos.

Así que una vez más, estamos en casa de alguien que no conocemos muy bien pero que no importa pues venimos a divertirnos, no a charlar con el anfitrión.

El lugar, a diferencia de la casa de William, era más pequeño pero sin duda, genial. La casa de los padres de Craig tiene un patio trasero enorme, que es el lugar que resalta de su hogar, este es lo suficiente para que hayan instalado una pequeña tarima de unos cuatro metros de largo para que él y su banda toquen durante la noche.

La noche de hoy, climáticamente hablando, se siente diferente. No sé cómo explicarlo pero desde niña aprendí a saber cuándo iba a llover y cuando iba a haber mucho calor, parte de ese conocimiento proviene de la madre de mi padre, ósea mi abuela paterna.

Antes ella me cuidaba por las tardes y siempre que el día tenía un viento distinto, mi abuela me decía “lloverá” aunque el sol estuviera muy fuerte.

Hoy presiento que pueda que llueva.

A veces me parece muy intrigante el concepto de lluvia durante el verano, en especial en esta área donde prevalece el calor pero así es, tal como en la vida, la lluvia no se limita por cuan brillante el sol estaba hace unas horas.

En un instante, todo puede convertirse en una tormenta.

Traté de avisarles a las chicas que nos preparáramos para la lluvia y que sería mejor si no regresáramos tan tarde como siempre, pero ellas corrieron a saludar a los chicos y perdí mi oportunidad de dar mi pronóstico del clima.

Camino hacia ellos lentamente y veo a todos, incluso a Derek con su novia, pero no veo a John lo cual me resulta extraño pues él fue quien me invitó a la fiesta. Saludo a los chicos con un gesto y ellos devuelven el saludo.

Me acerco a Raphael y le pregunto dónde está John, él me dice que tuvo un imprevisto y tuvo que ayudar a su madre en el restaurante que maneja.

Asiento y me decepciono un poco, me gusta pasar tiempo con John pero bueno, no dejaré que eso arruine el momento. Mientras que Lea y Peter se abrazan y Michelle los molesta, yo giro el rostro y me encuentro con la mirada de Ren quien me reconoce al instante y sonríe.

Veo a mis amigas y me recuerdan que no les he dicho nada aun de Ren. Tomo aire y trato de mantener la calma cuando Ren les hace un gesto a los dos chicos que están a su lado y comienza a caminar hacia mí.

¿Esto está pasando de verdad?

Cuando Ren está a menos de un metro, sonríe y yo doy un paso hacia adelante llamando la atención de mis amigas. —Hola —saludo nerviosa.

Ren aparta la mirada de mí y ve el grupo con los que yo estaba, y ahí, su sonrisa se desvanece.

¿Qué está pasando?

Ren ya no avanza, se detiene aun alejado y yo soy la que me acerco. —Hola Marie.

Volteo hacia mis amigos pues siento sus ojos clavados en mí. Los chicos tienen expresiones raras, indescifrables. Las chicas me miran confundidas, preguntándose quién es él y porque está hablando conmigo. Michelle tiene el ceño fruncido, ella ya conocía a Ren si no me equivoco.

—Ren, hola —saludo, regresando mi mirada hacia él.

Me da una sonrisa rápida y luego inclina un poco su rostro. — ¿Quieres hablar por allá atrás?

Asiento y lo sigo sin voltear con mis amigas. Sé que después tendré que explicarles muchas cosas pero ahora mismo lo único que me importa es Ren.

La música de fondo se escucha un poco menos aquí, en donde hay un par de personas con vasos plásticos rojos en sus manos y charlando pasivamente. Tres chicos ya están sobre el pequeño escenario, vestidos con camisetas, estilo hawaiano, abiertas y shorts coloridos, todos con cabello largo.

Ren se detiene en donde hay dos sillas de plástico blancas, en dirección al escenario. Él se sienta y yo lo hago también, sintiendo el plástico contra mi piel.

—Me alegra verte aquí —confiesa.

Mi corazón se acelera un poco, como siempre sucede con él. —Igualmente, supongo que vas a todas las fiesta que hay.

Ren ríe un poco. —Algo así, cuando no tengo trabajo temprano —se inclina y recuesta sus codos sobre sus rodillas—, lo que me recuerda que el viernes visitaré tu casa, papá ira a revisar que todo esté bien, el próximo lunes volveremos a limpiarla.

Asiento un poco incomoda. No es que desprestigie su trabajo, es genial que él y su padre trabajen honradamente pero se me hace un poco raro que él hable sobre trabajar en mi casa, como si fuera nada más que un empleado.

Su padre no es solo el hombre que limpia la piscina, mamá lo considera un amigo, Víctor también. Incluso ha almorzado con nosotros varias veces. Ren sin duda no es solo el hijo que trabaja con su papá, es más para mí.

— ¿Desde cuándo ayudas a tu padre? —pregunto

El cabello que le caía en la frente se mueve con la corriente de viento, esa que mi abuela utilizaba para percibir la lluvia próxima. —Desde hace unos meses, me necesita. Le he dicho que deje de trabajar pero se rehúsa a quedarse en casa, él piensa que todavía es un adolescente.

Sonrío. —Estoy segura que mamá también se cree una adolescente algunas veces.

Ren se reincorpora en el asiento, recostando la espalda en el respaldo plástico. —Tu mamá me agrada, su novio también.

Asiento agradeciéndole. —Son almas libres.

Ren gira el rostro y se queda en silencio forzándome a verlo para saber porque ya no habló más.

Él me está observando. Mira mi rostro con detenimiento y mi estómago se llena de mariposas, colibrís y quizás todo el reino animal. Entre más segundos pasan, más me arrepiento de no haberme puesto una mascarilla para que la piel no se me viera seca, también de no haberme aplicado un poco de brillo labial.




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