Cada Verano Sin Ti

9: Bajo la lluvia.

 

Papa tiene otro dicho: “Lo que empieza rápido, no dura mucho”

Antes creía que los adultos no se equivocaban, mucho menos los padres. Que todo lo que ellos decían tenía que ser verdad sí o sí. Si papá decía que las semillas de las sandias podían hacer crecer un árbol en mi estómago, lo creía. Si mamá decía que mi cabello soltaba polvo de hadas, me paraba en el espejo para comprobarlo.

Así era antes, ahora entiendo que los adultos también mienten, incluso más que las personas jóvenes.

Tal vez papá tenía ese dicho pero no era más que eso, una frase que se ha repetido una y otra vez. No porque algo comience rápido tiene que terminar rápido, a veces es posible que dure para siempre.

Ren y yo nos quedamos un rato más escuchando a los chicos y Craig tocar canciones que tenían una sensación romántica e influenciada por la música reggae.

Ren sostenía mi mano como si fuera lo más normal del mundo, él parecía calmado mientras que yo no podía evitar sentir que el corazón estaba a punto de salirse de mi cuerpo. La mano de Ren es suave y cálida, me gusta cómo se ven nuestras manos juntas, como si hubieran sido diseñadas para estar juntas.

Luego de escuchar un par de canciones más, que por cierto ellos tocan y cantan bastante bien, sentí como algo me caía en las piernas. Levanto la mirada y una gota de lluvia cae en mi mejilla, volteo y Ren nota también que está comenzando a llover.

—Vamos adentro —sugiere, aun sosteniendo mi mano cuando nos levantamos.

Recuerdo que las chicas me dijeron que irían a comer tacos con los chicos, yo les avisé que también iría pero no han vuelto a escribirme.

Ren y yo nos movemos hasta la puerta para entrar y antes de atravesarla, él suelta mi mano. Fingí no notarlo, como cuando se te cae uno de los miles de cabellos que pierdes en tu vida, pero lo hice.

Él incluso movió la mano hasta su otro brazo como para evitar que la tome de nuevo, no lo haría de todos modos.

Busco con mi mirada a mis amigas pero no están por ninguna parte, quiero pensar que aún siguen aquí, ¿no se irían sin mí, no?

La lluvia empieza a hacerse más fuerte cada vez y a diferencia de nosotros que entramos a refugiarnos, varias personas salen a la parte de atrás para divertirse bajo la lluvia. Me gustaría estar ahí como ellos pero por ahora estoy enfocada en encontrar a mis amigas.

Tomo mi teléfono y les escribo rápidamente preguntándoles donde están. Pasan dos minutos hasta que Ester contesta que Lea se sintió mal del estómago y tuvieron que regresar de emergencia.

Frunzo el ceño leyendo el mensaje. ¿Eso significa que todas se fueron sin mí? ¿De verdad me dejaron sola en esta fiesta? No tiene sentido, ellas no son así, siempre nos cuidamos todo el tiempo. Vieron que me alejaba con alguien que no es del grupo, ¿No les causa un poco de preocupación?

Digo, lo lamento por Lea pero, ¿Era necesario dejarme aquí sin siquiera llamarme antes? ¿No pudo al menos Michelle o Ester quedarse y la otra acompañar a Lea?

Ren me mira preocupado, se ha quedado a mi lado desde que ingresamos de nuevo a la casa. Veo que los chicos de la banda han entrado también, protegiendo sus instrumentos del agua.

— ¿Todo bien?

No, todo mal. Muy mal.

—Creo que —suena vergonzoso decirlo en voz alta—, ellas ya se fueron.

Ren asiente en silencio dejando que la música rellene el momento. —Te llevaré a tu casa, no hay problema.

Niego. —No te preocupes, no es la gran cosa, tomaré un taxi.

Ren sacude la cabeza. —No te dejaré irte sola —habla elevando la voz para que pueda escucharlo por sobre la lluvia y la música, que parecieran estuvieran compitiendo por quien es más fuerte—, sé dónde vives y papá me mataría si se entera que te dejé sola.

Asiento con una sonrisa. —Gracias Ren.

Él me devuelve el gesto y por un momento, parecía que iba a besarme pero baja su rostro y suspira. No he salido con nadie antes pero no entiendo porque hace esto, sé que me dijo que quiere ir lento pero, ¿no se supone que este sea el tipo de cosas que hacemos ahora? Besar sin pensarlo. Sostener la mano de la persona que quieres.

Ren está actuando más cauteloso de lo que me imaginé que fuera.

Él y yo corrimos bajo la lluvia hasta su auto  que estaba estacionado a una distancia no tan larga de la casa de Greg. Siento un poco de agua en mi piel pero no estoy tan empapada como las personas que voluntariamente salieron a bailar bajo la lluvia.

—Entonces te llevo a tu casa o, ¿Quieres comer algo?

Ahora que estoy dentro del auto de Ren, un Nissan gris extremadamente limpio por dentro, me doy cuenta que no he comido nada desde el almuerzo y que según yo, iba a comer tacos hoy.

—Vamos a comer —le pido.

Ren enciende el motor, los limpiaparabrisas se mueven de un lado al otro y coloca las luces antes de dirigirse a donde sea que me lleve por comida. No soy de gustos limitados cuando se trata de comer, me gusta de todo y no me importa que tan “elegante” sea un restaurante, si la comida sabe bien, es lo que importa.

Mientras Ren conduce recibo una llamada y el nombre de Ester aparece en mi pantalla. Aun un tanto molesta, espero que vibre un poco y finalmente contesto.

— ¿Hola? —pregunto.

Ester está casi gritando por el ruido de fondo. — ¿Marie? ¿Dónde estás? Espera —le dice algo a alguien que  no logro escuchar—¸ ¿Marie? Vamos, ¿Dónde estás?

No entiendo porque me pregunta eso. —De camino a casa —respondo evitando explicar quién me está llevando.

—No —dice—, ¿Te fuiste? Te estamos esperando para ir a los tacos, Marie, ¿Te fuiste con ese chico?

—Ester, tú me dijiste que Lea se sintió mal —ella pide que repita pues no me escuchó—, revisa los mensajes del grupo.

Se hace una pausa y luego escucho la voz de Lea en el teléfono. — ¿Marie? Perdón, perdón, fue una estúpida broma de Matthew, él contestó el mensaje por nosotras, dijo que éramos unas arruina citas o algo así, te envió eso para que te quedaras con Ren.




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