Cada Verano Sin Ti

13: El plan.

 

 

—Creo que podría funcionar —afirma Lea mientras bebe de una coca cola servida en un vaso de vidrio con mucho hielo.

Michelle muerde su labio inferior, no está muy convencida. — ¿Y si todo se vuelve incomodo?

Les dije a mis amigas que había invitado a John para que viniera a mi casa el sábado es decir el día de hoy.

El plan es simple, él viene y luego me quejo que no tenemos los ingredientes para la pizza casera que queríamos cocinar, le pido a Ester que me lleve en su auto y luego Lea pide acompañarnos, dirá que tiene que comprar algo en la farmacia, así él y Michelle se quedaran solos y podrán comenzar a conectar.

Ester estaba comiendo unas papas con barbacoa de una bolsa pequeña. —Es un plan perfecto, Marie se esforzó en pensarlo.

Michelle suspira, moviendo su cabello hacia un lado. —Pero, ¿John sabe que nosotras también estaremos? Digo, puede que pensó que solo lo estabas invitando a él.

Bufo. — ¿Por qué pensaría algo así? Seguro pensó que haría una reunión en mi casa y que luego invitaría a los demás chicos, espero que no les haya dicho nada, ellos no estaban invitados.

Michelle se encoje de hombros. —Bueno, si tú lo dices, supongo que puede funcionar.

—Va a funcionar —Lea afirma con una sonrisa enorme—, esto es demasiado genial, amo cuando conspiramos todas juntas para hacer algo así.

—Entonces, ¿A qué hora viene? —pregunta Ester.

—Quedamos que a la una y media, ya está por venir —Veo el reloj en la cocina, ese que tiene el marco rojo y por dentro un fondo negro con las agujas doradas y está marcando la una y quince.

Michelle suspira. — ¿Me veo bien? Traté de no parecer tan arreglada, que parezca que solo vine aquí con mis amigas.

Lea levanta el pulgar. —Te ves bien.

—Sí, solo aplícate algo de labial y perfume —Ester me mira—, tienes perfume, ¿Verdad? ¿Puedes ir a traerle alguno?

Asiento y salgo corriendo a mi habitación.

Entro y sobre el buró estudio mis botellas de cristal, la mayoría son regalos de mi madre y de Víctor. Durante las vacaciones de invierno, ellos suele ir a Europa y desde esos lugares mamá me trae perfumes caros y bastante deliciosos de oler. Los dejo aquí porque están a salvo, allá en mi casa tengo dos hermanos que ya me han roto muchas cosas.

Tomo uno con olor fresco, con toques de algunas flores y bajo corriendo de nuevo, apresurándome antes que venga John. Le entrego la botellita a Michelle y ella se aplica un poco sobre su cuello y en las muñecas, ahí dice ella que el perfume debe ser aplicado. Yo lo aplico en cualquier parte pero tal vez está en lo correcto.

— ¡Ya lo veo! —avisa Ester quien estaba parada cerca de la ventana del frente.

Michelle aplana la parte de atrás de su cabello y suspira, se ve nerviosa pero también feliz. Lea le aplica un poco más de perfume y Ester corre con nosotras para que no parezca que estaba esperándolo aunque si lo hacía.

Nos quedamos quietas hasta que llaman a la puerta, les echo un vistazo a mis amigas y ellas asienten con la cabeza, avisándome que están listas para mi plan.

Camino tranquilamente y abro la puerta encontrándome con John sonriéndome.

John lleva el cabello a un lado, su camiseta es de un azul muy parecido al que le da color al cielo el día de hoy, un pantalón oscuro y zapatos también oscuros, me doy cuenta que se ve un poco más arreglado de lo normal.

Que extraño, ¿Presintió que le estaba armando una cita con Michelle?

—Hola John —saludo sonriendo.

Él estira su mano hacia mí para estrecharla. —Buenas tardes.

Estrechamos las manos y reímos. —Ah, las chicas ya están aquí, están en la cocina porque queremos hacer una pizza.

Aun en la puerta John me mira confundido. — ¿Las chicas?

Asiento dos veces con mi cabeza. —Sí, vamos a comer pizza.

John se queda en silencio, me mira confundido y luego, baja la mirada. Su expresión ha cambiado, se ve decepcionado y en ese momento tengo un pensamiento que me provoca pánico.

¿Acaso él pensó que estaríamos solos?

Es imposible, sé que acabo de conocer a John pero puedo percibir cuando un chico me está coqueteando y cuando no, John no lo ha hecho. Yo no le gusto a John, eso está más que claro, si yo le gustara sería diferente. Bueno lo digo en base a las experiencias anteriores que he tenido con otros chicos.

— ¿Todo bien? —pregunto insegura.

John sube la mirada y me sonríe. —Sí, entonces… —entra a mi casa—, ¿También invitaste a los chicos?

Finjo estar afligida. —Lo olvidé, iba a decirles pero luego me fui y no sé, pero lo bueno es que tu estas aquí.

En ese momento salen las chicas de la cocina sonriendo, Michelle sonríe pero de una forma más tímida. John las saluda con la mano y ellas hacen lo mismo, por algunos segundos nos quedamos todos en silencio.

¿Por qué esto se siente incómodo?

—Entonces —empiezo a hablar—, como te decía, vamos a hacer una pizza con varios ingredientes, ven a ayudarnos —le pido a John.

Todos nos movemos a la cocina y comenzamos a sacar platos, tazones y todo lo que vamos a necesitar. Estratégicamente no compré la masa ya preparada para la pizza, ni el queso mozzarella.

Finjo buscar por varios lugares solo para que se vea algo no planeado y luego actuó triste.

—Lo siento, olvidé comprar el queso y la masa, pensé que había todavía —digo.

Las chicas tratan de ocultar su sonrisa, Lea se acerca a mí con gesto fingido de preocupación. — ¿Estás segura?

—Segura —suelto.

John mira alrededor, tratando de confirmar con su mirada que no estén los ingredientes que vamos a necesitar.

—Tendré que ir a comprarlos —anuncio pero en ese momento, John recibe una llamada de teléfono y creo que no prestó atención cuando avisé que iría por los ingredientes.

John contestó saliéndose de la cocina y mientras habla con la persona en el teléfono, las chicas me hacen gestos y yo me encojo de hombros.




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