Cada Verano Sin Ti

14: Sin enciclopedias.

Llegamos de vuelta a casa y mamá ya se había marchado pero las chicas seguían ahí, adentro, sin ninguna idea de lo que acababa de suceder.

John no dijo nada fuera de lo normal, él seguía hablando de su familia y de otras cosas como si no hubiera dicho lo que dijo, a diferencia de mí, él estaba tan relajado como siempre. Mi mente, en cambio, no dejaba de dar vueltas pensando en lo que él había tratado de darme a entender.

Antes que sacáramos las bolsas con las cosas que compramos de la cajuela, lo detengo y me aseguro que su auto nos cubra de la vista hacia mi casa por si ellas están viéndonos.

—John… ¿Qué quisiste decir? —Tomo aire antes de preguntar—, ¿Estabas diciendo que yo te gusto?

John me mira con el rostro serio pero lentamente sonríe y mueve su mirada hacia un lado. — ¿No es obvio? Digo, desde que te conocí he tratado de estar cerca de ti.

Me cuesta mucho tragar. —John…

Él ríe suavemente. —Tranquila Marie, no estoy pidiéndote nada a cambio, únicamente que me dejes sentir lo que siento por ti. No solo quiero salir contigo, realmente quiero ser tu amigo, eres diferente a cualquier chica que he conocido.

¿También soy diferente a Michelle? —Yo… no creo que me gustes de esa forma.

Él coloca su mano sobre mi hombro. —No te estoy pidiendo que seas mi novia, solo acabas de darte cuenta que me gustas. Tranquila, seamos amigos por ahora, ¿Bien?

Asiento viendo hacia abajo. John no es un mal partido pero mi corazón ya fue apartado por Ren desde que lo conocí y aunque me siento bien con John, no es nada comparado con lo que siento cada vez que estoy con Ren.

Sobre todo, a mi amiga le gusta y esto podría ser muy malo.

En realidad, estoy comenzando a pensar que acabo de entrar a una zona prohibida, no quiero dejar de convivir con John pero, ¿Qué hago con Michelle? No puedo mentirle y hacerle creer que a él también le gusta ella, ahora no puedo ocultar que él no sienta nada por nadie.

¿Cómo le explico que al chico que a ella le gusta, le gusto yo?

John toma todas las bolsas y me pide que cierre la cajuela, asiento y la cierro lentamente. Mis pies se han quedado quietos, no quiero avanzar y encontrarme con el rostro ilusionado de Michelle.

John ya entró a casa, asumo que las chicas le abrieron la puerta mientras que yo sigo aquí pensando en todo lo que acaba de suceder. No entiendo como John puede estar tan tranquilo con esto, quizás para él no es la gran cosa pero para mí esto es algo más grave.

Necesito hablar con Juliette inmediatamente pero tendré que esperar a que las chicas se vayan.

Camino hasta mi casa y antes de entrar por la puerta, respiro profundo.

Todo está bien, Michelle no sabe nada aun. Entro y escucho las risas de mis amigas en la cocina, no veo a John así que asumo que  él también está con ellas. Quisiera poder escapar pero esta es mi casa y no tengo a donde ir.

Me muevo hasta la cocina y ellos ya están preparando todo para comenzar a hacer las pizzas. Michelle ya no me mira triste, ahora está sonriendo mientras se coloca al lado de John para comenzar a armar la pizza casera.

Le doy una sonrisa corta, no puedo fingir por mucho tiempo.

Mis amigas y John hicimos la pizza, bueno, en realidad hicimos dos. Nos salieron bastante bien, no es la primera vez que preparamos una pizza casera, es muy común para nosotras hacer esto.

John afirmaba que esta nos salió mejor que nunca pues él participó en la creación, todas reímos pero Michelle un poco más.

Siento un dolor en el pecho.

Luego de comer Lea recibió un mensaje de su mamá pidiéndole que llegara a su casa pues sus primas llegaron de visita, como Ester la trajo hasta aquí al igual que Michelle, ellas se tuvieron que ir juntas. Sus casas no están muy lejanas de aquí pero no es lo mismo caminar sin tener prisa a tener que llegar rápido cuando tu mamá te llama.

Ellas se despidieron de mí y de John, quien asumí se iba a ir al mismo tiempo que ellas pero cuando salieron por la puerta, se ofreció a limpiar todo lo que habíamos ensuciado.

—No es necesario —le digo un tanto nerviosa.

John se encoje de hombros. —No es nada, hago esto muy seguido en el restaurante.

John se acercó al fregadero y comenzó a lavar lo que no podía ir en el lavavajillas. Él no mentía, tenía práctica pues lo hacía de una forma tan natural, que hasta parecía que lo disfrutaba.

Yo comencé a recoger los envoltorios, limpiar las manchas y a ordenar todo lo que desordenamos.

— ¿Desde cuándo conoces a las chicas? —me pregunta John.

—Ah, desde hace unos años —afirmo sin verlo a los ojos.

John sigue lavando. —Se nota que son muy unidas, que bueno que tienes un grupo de amigas.

Michelle.

—Sí, somos muy unidas —me cuesta decirlo, no sé porque me siento tan culpable como si hubiera hecho algo malo cuando en realidad, no lo hice—, John… ¿Te gusta alguna de mis amigas?

Suelta una carcajada. — ¿Acaso Lea no está saliendo con Peter? —pregunta.

Me coloco a su lado pues debo secar lo que ha lavado, trato de estar lo más lejos posible pero no quiero verme rara. —Bueno, aparte de Lea…

John me mira y levanta sus cejas. — ¿Tu qué crees?

Niego. —Alguien más, no yo —bajo la voz aunque ya no hay nadie más aquí que nosotros dos.

John hace una mueca y cierra el grifo. —La verdad, todas ustedes son muy lindas pero no me atraen como tú —se gira y está de frente a mí—, tú me gustas no por tu rostro, sino por lo divertida e inteligente que eres.

Bajo los hombros. —Pero ellas también lo son.

John asiente un par de veces. —Estoy seguro pero… no sé, Marie no te preocupes, realmente no intentaré nada contigo si tú no quieres. Soy feliz siendo tu amigo, a menos que algún día quieras intentarlo.

—John —me recuesto en el borde de la encimera—, mira… no sé si debería decirte esto pero a Michelle le gustas y necesito que por favor no menciones nada de mí y de que te gusto, te lo ruego.




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