Cada Verano Sin Ti

15: Un encuentro inesperado

 

Hoy es lunes y el señor Kethon ha venido sin su uniforme y con sus tres hijos.

Ren está parado atrás del señor Kethon cuando abro la puerta y me sonríe brevemente, tratando de ocultar un poco su sonrisa. Volteo a ver a sus hermanos y si se parecen a él pero no son necesariamente similares. Quien supongo es el mayor, es un poco más alto que Ren con cabello negro y la piel un tono más oscuro que Ren. El otro chico se ve como de trece años, su cabello es oscuro pero no tanto como su hermano mayor, y del mismo tono de piel que Ren.

—Hola Marie —saluda el señor Kethon—, por favor dime que no vinimos muy temprano.

Niego con la cabeza. —Víctor ya encendió el carbón de la parrilla, llegan justo a tiempo.

Les hago una seña para que entren y ellos lo hacen tímidamente, incluyendo Ren. —Gracias —agradece cordialmente el señor Kethon.

—Em, ellos son mis hermanos —habla Ren moviéndose al frente—, él es Carlos —señala al chico alto—, es mi hermano mayor. Él es Frankie, mi hermano menor —señala al chico.

Yo levanto la mano y la sacudo a manera de saludo. —Bienvenidos —sonrío educadamente.

Mamá entra de la puerta trasera, la que conduce al jardín y a la piscina, sonriendo hacia nuestra dirección. — ¡Si los Kethon llegaron significa que hay fiesta! —celebra mamá con los brazos levantados.

—Hola señorita Torres —responde Frankie.

Mamá le da un abraza fuerte. —Querido cada vez que me llamas “señorita” me haces sentir más joven —sube la mirada a Carlos—, ¡Cada día estás más alto, ven aquí! —igualmente lo abraza.

El señor Kethon ríe. —Los chicos estaban muy emocionados, gracias por invitarnos.

Mamá le da un abrazo a Ren y luego voltea con el señor Kethon. —Y nosotros no podíamos esperar a que vinieran, hoy habrá fiesta.

Ren y sus hermanos ríen. Victor entra a la habitación y se apresura a saludar a todos, con un apretón de manos y un abrazo de lado para todos los chicos.

—Entonces, ¿vamos atrás? Ya pusimos las mesas y hemos preparado con Fantasy unos postres de frutas deliciosos, por favor pasen. —pide mamá empujando a los chicos hacia la parte de atrás de la casa.

Victor y el señor Kethon comienzan a hablar de algo sobre autos o lo que sea y yo camino detrás de todos, sintiéndome un poco nerviosa pero muy feliz de tener a toda la familia de Ren aquí.

Los chicos se sientan en la mesa, Ren a mi lado luego su hermano menor en la parte angosta de la mesa y después Carlos quedando del otro lado de la mesa dejando tres sillas vacías, para mamá, Víctor y el señor Kethon.

Yo les paso uno platos a cada uno con un poco de ensalada de frutas. —Espero les guste —les digo.

Frankie me sonríe. — ¿Tu eres Marie, verdad? —Asiento hacia él—, A Ren le gustas.

Frankie lo dijo de una forma tan relajada, como si fuera lo más natural del mundo decir ese tipo de cosas. Mis ojos se abrieron y por suerte solo nosotros en la mesa lo escuchamos.

Carlos le da un golpe suave en el hombro. —No eches de cabeza a Ren.

Frankie se encoje de hombros. — ¿Qué tiene de malo? —Pregunta inocentemente—, si a Ren le gusta Marie, ella debería saberlo.

Ren lo empuja. —No sabes guardarte nada, ¿Verdad?

Frankie chasquea la lengua luego procede a tomar su tenedor y comenzar a comer las variadas frutas picadas en pequeños trocitos cuadrados. Los chicos hacen lo mismo y yo también.

—Entonces, Marie —Carlos habla—, ya conocíamos a tu mamá y a Victor pero no a ti, ¿sueles pasar todos los veranos aquí?

Asiento. —Sí, lo hago desde que soy más joven —afirmo.

Frankie me pregunta: — ¿Por qué tu mamá te llamó Fantasy?

Sonrío. —Ese es mi nombre, Fantasy Marie.

Mamá se acerca con un vaso lleno de jugo de sandía. —chicos, hay jugo de todas las frutas que están comiendo, ¿De cuál quieren?

—Cualquiera está bien para mí —responde Ren.

Carlos asiente. —Igual yo, no importa.

Frankie mira a mamá con una sonrisa. — ¿Se puede fresa y sandia?

Mamá asiente con una sonrisa. —Por supuesto, ahora iré a prepararlos. Marie ven conmigo a ayudarme.

Estoy por ponerme de pie cuando Ren habla. —Yo puedo ayudar también.

Mamá levanta una ceja en mi dirección. —Claro querido, entre más ayuda mejor —señala hacia la parrilla—, chicos sigan comiendo la ensalada mientras tanto, luego tendremos un festín.

Me dirijo adentro hacia la cocina con Ren y mamá. La fruta ya estaba cortada así que solo tenemos que irla licuando en la licuadora y servirla en vasos largos de vidrio. Mamá prepara uno de melón para Carlos, Ren opta por uno de Sandia con mucho hielo, el de Frankie con sandia y fresa también lo hacemos y los servimos. Ren y yo los llevamos todos a la mesa y luego regresamos para preparar los de Victor, el señor Kethon y el mío.

Cuando hemos terminado de serviles a todos, regresamos a la mesa y mamá se vuelve a acercar. —Chicos, ¿esto es un funeral o una fiesta?

—Ninguno de los dos —respondo yo.

Ella rueda sus ojos. —Vamos a poner música, una tan alta que los vecinos llame a la policía —sugiere emocionada.

Victor le responde acercándose: —No queremos a la policía arruinando nuestra reunión, amor.

Ella se encoje de hombros. —Igual iré a poner música.

Mamá tiene un equipo de sonido para exteriores en esta parte, lo usa cada vez que se reúne con sus amigas una vez al mes. Ella corre hacia él, conecta su teléfono y busca en él alguna carpeta de música que encaje con el ambiente de hoy.

La música empieza a escucharse con un nivel de volumen decente, lo suficientemente bajo para que las personas no llamen a la policía pero alto para que nosotros lo escuchemos. Mamá es fanática de la música alternativa y una canción muy al estilo indie rock se escucha, haciéndonos sentirnos un poco más animados. Mi madre comienza a moverse suavemente hasta llegar a la mesa y dejarse caer en la silla que está cerca de mí.




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