Cada Verano Sin Ti

22: Más rápido

 

Sam vino a mi casa puntualmente, a las once de la mañana sosteniendo un pastel de almendras cubierto por un contenedor de plástico. Lo veo con el ceño fruncido y le recuerdo que no era necesario que trajera nada.

—Mamá quería que te diera esto —se encoje de hombros—, está feliz que tengo con quien pasar algo de tiempo durante el verano —sonríe nervioso.

—Mamá también se alegra que estoy pasando tiempo con alguien de nuevo —le digo poniendo los ojos en blanco.

Mamá sin duda nota mi ausencia de vida social. Normalmente las chicas venían a mi casa o yo salía para encontrarme con ellas. Claramente no he estado pasando tiempo con mis antiguas amistades y mamá siendo mamá, afirma que eso es preocupante.

Aun si mamá sabe que ellas estuvieron hablando de mí, piensa que son problemas pequeños y que esas cosas pasan. No para mí, no puedes hablar de mis padres y pensar que todo estará bien. Quizás eso me convierte en una persona rencorosa pero no me importa.

—Entra —le pido a Sam—. Mamá está arriba pero saldrá en unos diez minutos, Víctor vendrá durante el almuerzo —tomo el pastel que trajo y examino su atuendo.

Lleva unos pantalones de mezclilla azules, una camisa de mangas largas y botones roja, el cabello marrón oscuro peinado con gel y zapatos demasiado limpios. Todo en Sam refleja orden.

— ¿Tienes hambre? —Pregunto dejando el pastel en la mesa del fondo—, ¿Quieres tomar algo?

Sam se ha quedado parado sin saber qué hacer con sus manos. —Em, pues si tienes agua o algo.

Le hago una seña para que me siga y lo hace, lo llevo hasta la nevera y le muestro las opciones de bebidas que tenemos. Él toma un té frio orgánico de limón y yo uno de frambuesa.

Regresamos a la sala y nos sentamos. El episodio que nos toca ya está en la pantalla esperando a ser reproducido. Le pido que se siente en el sofá y yo me dejo caer a su lado pero no demasiado cerca.

— ¿Listo? —pregunto.

Sam asiente con una sonrisa.

Mamá bajó y se sentó a ver con nosotros pero no entendía mucho. Tuvimos que parar por unos diez minutos para explicarle todo el contexto, ya informada, se adentró en la historia.

Al principio del último episodio ella se tuvo que marchar no sin antes agradecerle a Sam por el pastel y hacerme prometerle que le pondría el último episodio después.

De esa manera vemos el resto de los episodios que nos faltaban y terminamos la temporada. Fue espectacular, en el penúltimo episodio ya sospechábamos de alguien y resultaron correctas nuestras sospechas. Sam y yo no dejábamos de gritarle a la pantalla, cubrirnos la boca, asombrados y aplaudir incluso cuando detuvieron al vecino que era excesivamente amigable con las mujeres. Ah sí, el vecino fue el culpable.

Cuando terminó ya me dolía el estómago del hambre. — ¿Te quedas a comer? —le pregunté esperando que su respuesta fuera sí.

No mentiré, me agrada mucho Sam. Es bueno tener a alguien con quien compartir algo que te gusta mucho, en este caso, las series de crímenes y policías. Sam es como un desconocido pero me siento cómoda con él y la mejor parte es que no hay ningún sentimiento de romance entre nosotros. Estoy un poco desanimada con el amor ahora mismo.

—Claro, muchas gracias —sonríe cruzándose de brazos—, tu papá… digo, Víctor, ¿Ya viene?

Cierto, Víctor vendrá a comer. —Ah, supongo —señalo hacia atrás—, ¿comemos algo de pastel antes de almorzar? Víctor traerá comida tailandesa, ¿te gusta?

Sam entorna sus ojos. —A decir verdad, nunca la he probado.

—Te encantará —le aviso caminando hacia el pastel para luego buscar dos platos. Quito el contenedor de plástico transparente y huele tan bien.

—Mamá hace pasteles para vender —me cuenta Sam ayudándome con el pastel.

Yo no puedo esperar para probarlo. —Huele tan bien y se ve genial.

Después de servirnos una porción cada uno, estoy a punto de llevarme mi rodaja de nuevo a la sala al igual que Sam cuando escuchamos que llaman a la puerta.

— ¿Es Víctor? —pregunta Sam.

Niego. —No creo, bueno tal vez olvidó sus llaves —regreso mi plato a la mesa—, espérame, iré a ver quién es.

Sam asiente y camina detrás de mí con su pastel. Yo voy hasta la puerta, la abro y me encuentro con Ren frente a mí. Mis ojos se abren y me congelo sobre mis pies. No esperaba verlo de nuevo, o al menos, no tan pronto. Aún no he ordenado mis ideas, aún estoy pensando sobre todo lo que ha hecho y sobre todo lo que no me dijo.

— ¿Ren? —pregunto apretando los puños.

Escucho a Sam detrás de mí dar un par de pasos. No sé si se ha retirado o se ha acercado pero espero que no me deje sola.

Ren mueve los ojos y nota a Sam, frunce el ceño y luego regresa la vista conmigo. — ¿Estas bien? —Vuelve a ver a Sam—, ¿Por qué no contestas el teléfono?

Sé que evadir a todos y todo de la forma en que lo he hecho no está bien pero jamás pensé que me encontraría en esta situación. Tenía expectativas para este verano, tenía expectativas para lo que sea que Ren y yo estábamos creando.

Expectativas tan altas que ni siquiera yo las cumplí conmigo.

—Estoy bien —respondo esperando que él se vaya. No quiero hablar con él. No quiero que él siga alimentando la falsa imagen que tenía de él.

— ¿Por qué no contestas? —Pregunta de nuevo y se acerca a mí—, ¿Pasó algo?

Pasó mucho, Ren. —Es solo que yo…

—Marie está trabajando ahora —escucho que Sam interviene por mí—, es por eso que ella ha estado ocupada, está trabajando con Víctor.

Ren frunce el ceño girando su rostro hacia Sam quien ha avanzado y se ha colocado a mi lado. — ¿Tu quién eres? —pregunta Ren con un tono molesto.

Sam extiende su mano derecha hacia él como siempre lo hace. —Samuel, soy compañero de trabajo de Marie.

Ren no le da la mano, en su lugar, entorna los ojos. — ¿Por qué está en tu casa, Marie? ¿Estás a solas con él? —me pregunta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.